Asombrado
Acabo de leer el suplemento realizado conjuntamente por EL PA?S y Le Monde des D¨¦bats titulado Las cosas claras y debo confesar que quedo asombrado por el discurso y las afirmaciones de algunos de los participantes al debate. Natural de un pueblo de la provincia de Cuenca, llevo casi 37 a?os viviendo en este pa¨ªs, del que soy ciudadano. A lo largo de todos estos a?os he tratado, como es l¨®gico, con todo tipo de gente a la que nunca he ocultado mis or¨ªgenes (de todas formas, marcadas por el nombre, que, dicho sea de paso, no tuve que cambiar por uno m¨¢s franc¨¦s, como es exigido en Espa?a, al solicitar la naturalizaci¨®n). Pues afirmo que nunca en absoluto he padecido rechazo, ni sentido prepotencia o condescendencia por parte de los franceses. Tampoco mis padres, que nunca llegaron a dominar el idioma, tuvieron que quejarse de cualquier trato vejatorio.Desde final de la guerra civil hasta finales de los sesenta, centenares de miles de espa?oles emigraron a Francia, muchos han regresado a su tierra a la hora de la jubilaci¨®n, pero la inmensa mayor¨ªa de sus hijos se han quedado y han adquirido la nacionalidad francesa. Algunos de ellos son protagonistas en el mundo de la cultura o del deporte.
En el sur de Francia, los toreros espa?oles son aut¨¦nticos ¨ªdolos. Gente como Ricardo Bofill, Paco Ib¨¢?ez, Jorge Sempr¨²n o Juan Goytisolo son, con toda se guridad, m¨¢s apreciados aqu¨ª que en la tierra en que nacieron. Una revita de tanto prestigio como Le Monde Diplomatique est¨¢ dirigida por un espa?ol, Ignacio Ramonet. No se puede negar que ciertos pol¨ªticos presionados por el lobby campesino o nost¨¢lgicos de la grandeur de la France mantienen con respecto a Espa?a una actitud de hostilidad; ocurre lo mismo con ciertos medios informativos, pero el chovinismo franc¨¦s del que tanto se habla en la Pen¨ªnsula es un mito si se aplica al franc¨¦s de a pie, del que Juan Mars¨¦ ha escrito con mucha raz¨®n que carece de mala leche.
Puestos a hablar de chovinismo, nunca Pedro Delgado o Miguel Indur¨¢in han recorrido los puertos del Tour de Francia cubiertos de escupitajos, como les ocurri¨® a Bernard Hinault y Eric Caritoux en la Vuelta a Espa?a. ?Y qu¨¦ decir de un Karlos Argui?ano (merced al cable recibimos Televisi¨®n Espa?ola internacional) que no sabe preparar un plato sin cantarnos los m¨¦ritos incomparables de los manjares hispanos? Da mucha rabia que en
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Espa?a la gente est¨¢ convencida de que los franceses "nos tienen man¨ªa" cuando no "envidia", como si Espa?a y los espa?oles fueran el centro de sus preocupaciones.
No quisiera acabar sin decir lo rid¨ªculo que resulta escribir (R¨¦gis Debray) que "hoy ya no es aceptable que el espa?ol medio conozca a Flaubert y Madame Bovary mientras que el franc¨¦s ignore los nombres de Clar¨ªn y P¨¦rez Gald¨®s". ?Tiene idea el ex compa?ero del Che, ex conseiller du Prince (Fran?ois Mitterrand) y reci¨¦n convertido al gaullismo de lo que es un ciudadano medio, sea ¨¦ste espa?ol o franc¨¦s? Si la tuviera sabr¨ªa que, desgraciadamente, casi nunca abre un libro, y el espa?ol a¨²n menos que el franc¨¦s. Es m¨¢s, estoy convencido de que autores espa?oles como Juan Benet, Camilo Jos¨¦ Cela o Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n son m¨¢s le¨ªdos en Francia que Georges P¨¦rec, Yann Queff¨¦lec o J. M. G. Le Clezio en Espa?a.-
Francia.
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