En campa?a
LA POSIBILIDAD, adelantada por los sondeos, de una victoria del Partido Popular (PP) en las elecciones europeas del 124 alimenta su interpretaci¨®n de esos comicios como una rev¨¢lida de Felipe Gonz¨¢lez un a?o despu¨¦s de su ¨²ltimo triunfo. En cualquier elecci¨®n, los vencedores tienden siempre a magnificar los resultados, proyect¨¢ndolos hacia otros ¨¢mbitos; y los perdedores, a relativizarlos. Esta vez, sin embargo, hay algunos factores que refuerzan la interpretaci¨®n del 124 como prueba significativa de la viabilidad del actual Gobierno durante el resto de la legislatura.Las salidas planteadas a la actual crisis pol¨ªtica (cuesti¨®n de confianza, dimisi¨®n del presidente) han sido rechazadas o aplazadas con el argumento de la inminencia de un pronunciamiento del cuerpo electoral. De hecho, algunos dirigentes socialistas han aceptado el principio de que unos resultados peor que regulares obligar¨ªan a disolver las actuales Cortes y a convocar nuevas elecciones legislativas. Este criterio puede ser discutible, pero desde el momento en que ha sido evocado act¨²a ya sobre el sentido del voto. Ser¨¢, por tanto, dif¨ªcil dejar de tenerlo en cuenta si los resultados del PSOE son malos o fatales.
En contra de ese principio se esgrime la evidencia de que en los comicios europeos suele registrarse una participaci¨®n mucho menor que en las elecciones legislativas (y menor tambi¨¦n que en las municipales y auton¨®micas). En 1989, la participaci¨®n fue en Espa?a del 55%, muy por debajo de cualquier consulta de distinto ¨¢mbito, pero superior a la registrada en Francia (49%), Reino Unido (40%), Holanda (48%), Portugal (51%) o Dinamarca (46%). La abstenci¨®n es siempre de dif¨ªcil interpretaci¨®n, y ser¨ªa una osad¨ªa considerar deslegitimado al Gobierno por unos malos resultados si m¨¢s de la mitad del censo se abstiene de acudir a las urnas.
No es descartable que sea eso lo que ahora ocurra: que un sector considerable del electorado potencial del PSOE opte pr la abstenci¨®n Como forma de castigar al Gobierno; pero que elija estas elecciones para hacerlo precisamente porque en principio no tienen incidencia en la configuraci¨®n del Gobierno. Esto har¨¢ a¨²n m¨¢s complicado descifrar el sentido de la abstenci¨®n. Sin embargo, la celebraci¨®n en la misma fecha de elecciones auton¨®micas en la mayor regi¨®n espa?ola quiz¨¢ permita considerar los resultados del d¨ªa de manera m¨¢s ponderada.
Es probable, por otra parte, que la forma como otros Gobiernos europeos reaccionen ante los resultados tambi¨¦n influya en la actitud que adopte Felipe Gonz¨¢lez en los d¨ªas siguientes al de las votaciones. En el Reino Unido se espera un rev¨¦s de los conserva dores, que seguir¨ªa al que acaban de sufrir en las municipales; pero nadie all¨ª ha planteado la hip¨®tesis de una disoluci¨®n anticipada. Pese a los numerosos paralelismos entre los s¨ªntomas de agotamiento y par¨¢lisis de los partidos en el poder en Londres y Madrid, el clima pol¨ªtico junto al T¨¢mesis se nos antoja hoy casi envidiable a los que sufrimos el existente en las riberas del modesto Manzanares.
La campa?a se abri¨® el viernes bajo el signo de la confusi¨®n sobre el efecto de estos comicios. Seg¨²n una encuesta. reciente del CIS, el 27% de los ciudadanos considera conveniente votar en las europeas de manera diferente que en las generales. Pero si una amplia mayor¨ªa, considera bastante o muy importantes las elecciones al Parlamento Europeo, una proporci¨®n similar confiesa no haber o¨ªdo ni le¨ªdo nada ¨²ltimamente sobre dicha instituci¨®n.
Toda consecuencia pol¨ªtica que se extraiga de los resultados del d¨ªa 12 ser¨¢ controvertida. Unos acuden con la esperanza de no ser castigados en exceso. Otros se han puesto listones tan altos de ¨¦xito que quiz¨¢ acaben lament¨¢ndolos.. Y todos deber¨ªan saber que despu¨¦s de estas elecciones, pase lo que pase, habr¨¢ que restaurar un clima pol¨ªtico que permita trabajar a Gobierno y oposici¨®n hasta unas elecciones en las que los espa?oles decidan qui¨¦n gobernar¨¢ en una pr¨®xima legislatura.
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