La ¨²Itima palabra
ERA CASI inevitable que las elecciones europeas (y tambi¨¦n las andaluzas) que se celebran este domingo se plantearan en clave nacional. La crisis pol¨ªtica abierta por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n -los casos de Rold¨¢n y Rubio, principalmente- ha otorgado a la convocatoria del domingo un cierto car¨¢cter de plebiscito sobre la continuidad del Gobierno. La intensa actividad desplegada por Gonz¨¢lez y Aznar en estas dos semanas de campa?a ha venido a confirmar que est¨¢ en juego algo m¨¢s que los 64 esca?os que le corresponden a Espa?a en el Parlamento Europeo.Aznar es el que m¨¢s tiene que ganar, y pide un voto por la regeneraci¨®n pol¨ªtica que termine de convencer a este Gobierno de que ya no cuenta con el apoyo de los ciudadanos. En otras palabras, que el voto de las europeas anticipe la disputa por el sill¨®n de La Moncloa. Pero el propio Gonz¨¢lez ha terminado por aceptar esta l¨®gica. Por una parte, asegura que nada de lo que ocurra ma?ana en las urnas alterar¨¢ el actual equilibrio del Parlamento espa?ol, que en ning¨²n caso adelantar¨¢ los comicios generales, y acusa al PP de buscar un atajo para llegar al poder; pero, por otra, pide el voto, incluso a los "cabreados" con el PSOE, para dar estabilidad a su Gobierno. Luego reconoce que est¨¢ en cuesti¨®n la continuidad del Ejecutivo. Eso explica en parte el car¨¢cter extremadamente sectario de los planteamientos respectivos: cada cual dice luchar por unos principios, un programa, la salida de la crisis econ¨®mica; pero el ¨²nico mensaje que llega a los ciudadanos es la resistencia de unos. a dejar el poder y las prisas de los otros por llegar a ¨¦l.
Gonz¨¢lez ha intentado vincular su planteamiento con la situaci¨®n econ¨®mica argumentando que hay que limitar las incertidumbres pol¨ªticas que puedan entorpecer la incipiente recuperaci¨®n. Su aspiraci¨®n parece ser la de ganar tiempo para que, si se hace inevitable el adelanto electoral, pueda elegir, un momento m¨¢s alejado del punto culminante de la actual crisis econ¨®mica y pol¨ªtica.
Para ello el PSOE necesitar¨ªa reducir el alcance de su derrota en esta doble prueba del domingo. Los socialistas saben por experiencia que, en campa?a electoral, los esc¨¢ndalos -y la tendencia a castigar al partido gobernante- pasan a un relativo segundo plano en la misma medida en que se activan los mecanismos de lealtad ideol¨®gica. Esa necesidad de marcar su espacio mediante una l¨®gica de inclusi¨®n-exclusi¨®n se ha manifestado en la sectaria descalificaci¨®n del contrario: desde la consideraci¨®n de que Aznar era "indigno de ocupar la presidencia" hasta la identificaci¨®n del PP como franquista.
Pero no le ha ido muy a la zaga el PP en materia de sectarismo. Aznar sigue sin dar con un mensaje capaz de tranquilizar al electorado moderado: sigue sin equilibrar sus rotundas descalificaciones con alguna indicaci¨®n positiva sobre c¨®mo piensa lograr los objetivos que proclama: reducir el paro, acabar con el despilfarro de las administraciones p¨²blicas, etc¨¦tera. Para infligir ahora a los socialistas una derrota que les obligue a convocar elecciones de inmediato, Aznar tendr¨ªa que ganarse al menos una parte de los votantes del PSOE descontentos (y tentados de abstenerse). Son votos que cuentan doblemente en este enfrentamiento directo: lo que descuentan al PSOE y lo que anotan en favor del PP; puede que se deba a la influencia de sus poco matizados hooligans en algunos medios de comunicaci¨®n, pero lo cierto es que los mensajes del PP son percibidos con inquietud por esos miles de antiguos votantes del PSOE, favorables a la alternancia pero recelosos ante el exceso de impaciencia que revelan los llamamientos a "echarlos de una vez", "quit¨¢rnoslos de encima", etc¨¦tera.
Uno de los efectos posibles de esa radicalizaci¨®n de la oposici¨®n conservadora es un ascenso de Izquierda Unida que no s¨®lo compense las p¨¦rdidas del PSOE, sino que aumente la distancia global entre la izquierda y la derecha. Ello puede ocurrir en Andaluc¨ªa, pero tambi¨¦n en el conjunto de Espa?a, seg¨²n algunos sondeos. La campa?a de Anguita ha sido moderada en la forma, pero muy radical en el fondo. Su idea de que no existe otra izquierda que la suya, y que el ¨²nico pacto posible habr¨ªa de hacerse sobre la base de la aceptaci¨®n de su programa y bajo su direcci¨®n estrat¨¦gica, es propia de otras ¨¦pocas. Ello limita las posibilidades de crecimiento de IU a la hip¨®tesis, acariciada por Anguita, de una ruptura del PSOE.
Otro dato a tener en cuenta ser¨¢ el resultado que obtengan los nacionalistas, especialmente CiU. Un retroceso sensible en favor del PP ser¨ªa a la larga tan determinante o m¨¢s que el eventual descenso de los socialistas. Ser¨¢n los pol¨ªticos quienes, el d¨ªa 13, habr¨¢n de ponderar todo ello. Pero ahora dependen de los ciudadanos. ?stos tienen la palabra. Y el voto.
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