Francia y Europa
LAS ELECCIONES europeas han tenido en el vecino pa¨ªs efectos pol¨ªticos que van a revolucionar la preparaci¨®n de la gran consulta del a?o pr¨®ximo, la designaci¨®n del sustituto de Mitterrand en el El¨ªseo. A pesar de que el refer¨¦ndum sobre el Tratado de Maastricht lleg¨® a dividir a la opini¨®n francesa casi por la mitad, la cuesti¨®n europea parece haber perdido virulencia. Algunas candidaturas, tanto en la derecha (De Villiers) como en la izquierda (Ch¨¦v¨¨nement), se han presentado con la bandera anti-Maastricht, pero el resultado global refleja un apoyo s¨®lidamente mayoritario a Europa: 52,4% de los proeuropeos frente a un 35,3% de los abiertamente contrarios.Pero los efectos de estas elecciones ser¨¢n m¨¢s profundos en el escenario pol¨ªtico general. En la derecha, la candidatura de la mayor¨ªa gubernamental, presentada conjuntamente por la UDF y el RPR -liberal y gaullista, respectivamente-, ha obtenido, con un 25%, un resultado modesto. Y ello no s¨®lo por la fuga de votos hacia la candidatura antieuropea de De Villiers. En parte parece deberse tambi¨¦n a la divisi¨®n creciente en el seno de las fuerzas que gobiernan el pa¨ªs. Ello va a obligar a los principales candidatos para la elecci¨®n presidencial a modificar su t¨¢ctica. Balladur puede seguir dirigiendo el Gobierno con alg¨²n acierto, lo que le beneficia en los sondeos. Pero Chirac no puede continuar en ese Olimpo en que se ha situado, esperando convertirse desde lejos en el gran unificador al que todos dar¨¢n su apoyo en cuanto lance su campa?a presidencial. Su terreno, en su propio partido, empieza a ser pisado por otras figuras. El propio De Villiers -aunque rechaza toda ambici¨®n al El¨ªseo- se ha creado su propia clientela, con un 12% de votantes, muchos del RPR.
Dos peligros acechan a Chirac: uno, que Europa sea el centro de la campa?a presidencial, cuando ¨¦l necesita para su elecci¨®n el apoyo tanto de proeuropeos como de los enemigos de Maastricht. El otro est¨¢ en una posible dispersi¨®n de candidaturas de la derecha, tendencia que ya empieza a manifestarse. Se habla ya de primarias en el seno de la derecha, lo cual desdibujar¨ªa obviamente la figura de Chirac. La respuesta que ¨¦ste tiene preparada, y sobre la cual est¨¢ trabajando, es un proyecto audaz de renovaci¨®n del Estado franc¨¦s. Lo quiere presentar como un programa para acercar ¨¦ste a los ciudadanos y superar los residuos jacobinos que siguen siendo fuertes. Pero Chirac tendr¨¢ que bajar a la arena pol¨ªtica antes de lo que hab¨ªa previsto si quiere tomar la iniciativa y dar a la campana presidencial un contenido renovador que le permita combatir la eficacia del Gobierno de Balladur, la gran baza electoral del primer ministro.
En la izquierda, Rocard ha sufrido una grav¨ªsima derrota: el PS, con el 14%, est¨¢ en el punto m¨¢s bajo de su historia. Despu¨¦s de haber anunciado con el big bang una pol¨ªtica destructora de las viejas estructuras, Rocard se integr¨® en el sistema y, adem¨¢s, en un partido en ruinas. Su segundo error puede haber sido en cabezar la candidatura europea, por temor a que despuntasen sus rivales y lograsen una plataforma para amenazarle. El resultado es que esos rivales, Fabius, Jospin, Emmanuelli, cada uno a su modo, ya cuestionan la candidatura de Rocard a la presidencia. La candidatura de la izquierda al El¨ªseo ha sido siempre la ambici¨®n de Rocard; ahora se le est¨¢ escapando de las manos.
Un hecho notable en la izquierda ha sido el ¨¦xito de Tapie, con un 12% de votos a pesar de que est¨¢ sometido a numerosas acciones judiciales por sus negocios aventureros. Pero su desparpajo, su audacia y su acierto al erigirse en el enemigo n¨²mero uno de Le Pen han animado a muchas personas de izquierda a votarle. Francia, a su modo, sin las explosiones de Italia, presenta una imagen de descomposici¨®n de los partidos t¨ªpica de esta nueva fase de Convulsiones e incertidumbres de la democracia europea. Y quiz¨¢ sea s¨®lo la expectativa de las presidenciales lo que frena un declive a¨²n mayor de los partidos tradicionales.
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