Las reglas del juego
Profetizar el futuro es cosa de adivinos o augures. Pero predecirlo es algo que hacemos todos constantemente: basta tener informaci¨®n. Desde luego, no hac¨ªa falta ser augur para saber que el PSOE iba a perder las elecciones del domingo. El partido se presentaba dividido tras un congreso en falso, con sus cuadros cansados, si no agotados, tras muchos a?os de gobierno, sin un programa s¨®lido y arrinconado por graves y muy serios esc¨¢ndalos de corrupci¨®n a¨²n abiertos. (?D¨®nde est¨¢ Rold¨¢n? ?Qu¨¦ ocurre con Filesa?). Los sondeos reflejaban esta situaci¨®n hace ya meses, con p¨¦rdidas no s¨®lo hacia su derecha, sino tambi¨¦n con una sangr¨ªa creciente hacia su izquierda y hacia la abstenci¨®n. La ¨²nica baza a su favor era la de un excelente candidato como Fernando Mor¨¢n, cuya seriedad, austeridad e incluso cierto desali?o personal, proporcionaba el mejor contraste con la beautiful y la corrupci¨®n, cuya sombra a¨²n se proyecta sobre la sombra de Felipe Gonz¨¢lez.La ¨²nica incertidumbre era, pues, por cu¨¢nto iba a perder, y es lo cierto que, a medida que avanzaba la campana, los sondeos mostraban que la diferencia se abr¨ªa mientras los rumores dec¨ªan lo contrario (favoreciendo inconscientemente al PP). La estrategia, pues, ha fallado. ?Por qu¨¦? Probablemente, porque en lugar de enfrentar a Mor¨¢n con Matutes se han enfrentado Felipe y Aznar. Efectivamente, las acusaciones y descalificaciones hacia el PP, cada vez m¨¢s gruesas, rescatando del olvido los fantasmas de la guerra civil, present¨¢ndose (otra vez) como un partido sin alternativa y traspasando los l¨ªmites de lo que es un enfrentamiento democr¨¢tico, no s¨®lo contradec¨ªan las propias palabras de Felipe Gonz¨¢lez (son s¨®lo elecciones europeas; el 13 tendremos los mismos diputados que el 12), sino que transformaron (?inconscientemente?) las elecciones en un plebiscito personal. Esta personalizaci¨®n de la campa?a funcion¨® bien hace un a?o, pues los espa?oles ten¨ªan entonces un enorme caudal de confianza personal hacia Felipe Gonz¨¢lez. Pero todos los sondeos mostraban que esa credibilidad se hab¨ªa deteriorado notablemente, incluso antes de los ¨²ltimos esc¨¢ndalos, de modo que intentar repetir la operaci¨®n del a?o pasado era un dislate. Y as¨ª, el doble mensaje de junio de 1994 (son europeas, pero no lo son) ha funcionado, pero a sensu contrario. De una parte, para evitar que venga la derecha lo mejor era votar a IU. De otra, el mensaje alarmista ha asustado a no pocos votantes socialistas (?qui¨¦n no lo ha sido?), que esta vez han preferido abstenerse o votar al PP. En definitiva, unos y otros han castigado a Felipe Gonz¨¢lez. Sin coste alguno, pues ahora (en una circunscripci¨®n nacional y sin estar en juego un Gobierno del PP) no ten¨ªa sentido ni el voto ¨²til de la izquierda ni el temor a la derecha. Por ello, cabe pensar -yo as¨ª lo creo que si estas elecciones hubieran sido estrictamente europeas el resultado hubiera sido menos desfavorable al PSOE. Que, en todo caso, se encuentra con lo que ha buscado: no tanto con una descalificaci¨®n de su proyecto europeo como con una muy seria descalificaci¨®n global, a la que tendr¨¢ que hacer frente pol¨ªticamente. Con los mismos diputados que ayer; sin duda, eso es democracia. Pero con la mayor¨ªa de los electores en contra. Eso tambi¨¦n es democracia. Y con el agravante de una descalificaci¨®n personal de Felipe Gonz¨¢lez, que traer¨¢ cola en su partido, ya fuertemente dividido.
Pero si las elecciones las ha perdido el PSOE, s¨®lo llevados por la euforia popular podr¨ªamos decir que "ha ganado el PP". Pues es lo cierto que el PP ha ganado s¨®lo unas elecciones europeas. En las circunstancias actuales, las mejores posibles, la diferencia de casi 10 puntos es grande, sin duda, un ¨¦xito que garantizar¨ªa la mayor¨ªa absoluta en unas elecciones generales. Pero es cuando menos discutible que los vol¨²menes de Votos respectivos puedan repetirse en unas elecciones generales, con voto ¨²til de izquierda, miedo al gobierno de derecha y abstenci¨®n baja. En relaci¨®n con el 6 de junio de 1993, el PP ha perdido s¨®lo 600.000 votos, pero el PSOE ha perdido m¨¢s de 3,5 millones de votos, uno de cada tres. No nos enga?emos, no ha ganado el PP, ha perdido el PSOE, que es cosa muy distinta. Por ello, y aunque no sea el momento oportuno, hay que decir que la estrategia del PP es err¨®nea y perversa, aun cuando genera resultados a corto plazo. Err¨®nea porque contin¨²a intentando aglutinar desde la extrema derecha hasta votantes del PSOE de 1993, y eso le impide articular un programa y un mensaje homog¨¦neo y cre¨ªble; literalmente, le impide decir nada. Quien mucho abarca poco aprieta, y si quiere apretar (votos suyos, no de castigo a los dem¨¢s), no tiene m¨¢s remedio que olvidarse de su extrema derecha y ubicarse de una vez en el centro-derecha, o incluso en el centro, abriendo se al tiempo a la sensibilidad auton¨®mica. Pero su estrategia es adem¨¢s perversa, pues el poder, en democracia, se gana con un proyecto, no tratando de destruir al adversario haciendo imposible la alternancia y sustituyendo la falta de programa con la demonizaci¨®n del contrario. Cierto que Aznar hace llamadas constantes a la moderaci¨®n y los contenidos de su campa?a han ido mejorando constantemente. Pero sigue pidiendo nuestro voto en contra del PSOE, no a favor del PP, algo que funciona ahora, pero no sabemos si funcionar¨¢ en otro momento y en otras circunstancias, aparte de que s¨®lo redunda en desprestigio de la pol¨ªtica, algo que, ciertamente, nos sobra.
En todo caso, la estabilidad pol¨ªtica inmediata no depende tanto de los resultados de estas elecciones como de la estrategia de Jordi Pujol, ¨¢rbitro indiscutible desde hace meses. Y es obvio que su estrategia pol¨ªtica la marca Catalu?a (m¨¢s que Espa?a), donde ha ganado votos. ?Seguir¨¢ Pujol apoyando la gobernabilidad con un PSOE ahora minoritario? ?Cu¨¢ndo considerar¨¢ que ha llegado el momento de aumentar su peso en Madrid convocando las generales? Y viceversa, ?hasta qu¨¦ punto puede el PSOE minoritario continuar apoy¨¢ndose en CiU y PNV a costa del socialismo catal¨¢n y. vasco? En resumen, ?seguir¨¢ apuntal¨¢ndose en el presente a costa de perder el futuro?
Finalmente, cabe preguntarse si Espa?a ha ganado o ha perdido. Sin duda ha ganado, pues la posibilidad de alternancia es positiva para todos y obligar¨¢ al PSOE a gobernar (el tiempo que le dejen) con mayor humildad, abandonando infantiles numantinismos y narcisismos omnipotentes. Quiz¨¢s esta vez haya "entendido el mensaje" y deje de culpar al mensajero. Todo lo que sube baja, y el PSOE debe hacerse a la idea de que una buena derrota es mejor que una mala victoria; lo mejor es enemigo de lo bueno (v¨¦ase Francia) y quien se pasa la vida diciendo "o conmigo o contra m¨ª" se encuentra un buen d¨ªa a dos en contra. ?Est¨¢ preparado el PSOE para la oposici¨®n? Hace meses que deb¨ªa haber empezado a prepararse.
Pero si con los resultados Espa?a ha ganado, no as¨ª con el juego pol¨ªtico que consolidan, un juego que est¨¢ oblig¨¢ndonos a optar entre la profundizaci¨®n de la democracia para Espa?a de una parte y, de otra, el apoyo a unos partidos que basan su supervivencia en pasar por alto reglas esenciales de esa misma democracia. Una mala alternativa. Pues la democracia se basa (¨¦sa es su esencia) en que la mayor¨ªa de hoy puede (y debe) ser minor¨ªa ma?ana, y viceversa. Para ello el discurso pol¨ªtico debe aceptar no ya la alternancia, sino la legitimidad del contrario. No obstante, lo que hemos presenciado es que si el PP jugaba a ganar destruyendo al contrario, el PSOE jugaba a no perder deslegitimando al PP como alternativa democr¨¢tica. De modo que, uno para ganar y otro para no perder, ambos est¨¢n minando las bases del juego democr¨¢tico. No pretenden convencernos, sino destruirse; un juego en el que s¨®lo caben victorias p¨ªrricas. Y la fisura que unos y otros est¨¢n abriendo al polarizar a los espa?oles (contra "la derecha" de una parte; contra "el socialismo corrupto" de otra) corre el riesgo de extenderse, politizando hasta extremos insoportables la sociedad y dificultando la convivencia. No se debe satanizar al contrario transformando al enemigo pol¨ªtico en peligro p¨²blico; no se debe dramatizar la alternancia, que es la esencia de la democracia. Creo que los espa?oles nos merecemos m¨¢s seriedad de los partidos que pagamos con nuestros impuestos. Y vaya si lo hacemos... Por cierto, sin que nos rindan cuentas. Otra de las reglas del juego.
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