Una casa entre los olores y el polvo

Covadonga y Agustina viven un mundo riqu¨ªsimo en olores y polvo. El olor de la basura descompuesta por el calor en el cercano vertedero de Valdeming¨®mez, el polvo blanquecino que levantan los camiones de desechos que entran y salen de ¨¦l continuamente. D¨ªa y noche. Las dos hermanas, adolescentes, se encargan de combatir la peste con insectida perfumado en los dormitorios con armario de espejo y en el desangelado sal¨®n con chimenea de la casa familiar que construy¨® Hilario, el padre, que es chatarrero.Vivir en Valdeming¨®mez, en cualquiera de las 718 parcelas ilegales que orillan la ca?ada real, es aspirar esos olores, y el zotal del porche diseminado para que las moscas dejen de dar vueltas alrededor de la cabeza del hermanillo peque?o, que juega desnudo por la parcela.

La familia -Hilario, Hortensia y sus siete hijos- vive desde hace tres a?os con un vertedero a las espaldas y un olor que marea al poco rato. La cesi¨®n de la parcela de 2.500 metros cuadrados -que las 718 parcelas de la ca?ada se ceden, no se venden- vino de la mano de un portugu¨¦s. Ellos ponen la vida a una sucesi¨®n fantasmal, junto a la carretera, de construcciones inconexas, hechas a ratos perdidos los fines de semana, con verjas fabricadas a base de somieres viejos.

Hacia la fuente

Las dos hermanas son dos adolescentes t¨ªpicas, con las paredes del cuarto llenas de rostros bellos de televisi¨®n y con el nombre de Jes¨²s V¨¢zquez en los labios golosos. Con la salvedad de que s¨®lo ven la televisi¨®n cuando, por el problema de poner la lavadora, se conecta el generador.

La tienda m¨¢s cercana la tienen en Perales del R¨ªo, y el colegio de los ni?os y el tel¨¦fono, al lado de la carretera de Valencia; y cuentan que el agua la cogen en bidones de la fuente "de los de Los Focos" [los realojados en el trigal, a varios kil¨®metros], y s¨®lo pueden lavar con una m¨¢quina no autom¨¢tica, y que se gastan 2.000 pesetas diarias en alimentar el motor del agua y la luz. Y que la basura se remueve a las tantas de la ma?ana.

La parcela es ¨¢rida, pero coqueta, con una peque?a piscina para los ni?os, unos columpios y arbolillos que dar¨¢n fruta en oto?o. Ah¨ª est¨¢n todos sus ahorros. Por la parte trasera de la parcela se ve la valla met¨¢lica del vertedero.

La familia no se levant¨® contra el realojamiento de los 50 chabolinas del camino del Toro; en sus venas corre sangre gitana y piensan que todos han de tener una oportunidad.

Llega Antonio, el padre de Hortensia, un hombre de 71 a?os con pocos dientes, y que murmura:

-Yo no s¨¦ por qu¨¦ se mueren tanto los perros. La verdad es que nacen guap¨ªsimos y luego les empiezan a salir heridas y se mueren.

Antonio vot¨® a los socialistas en las ¨²ltimas elecciones, aunque en el grupo alguien dice: "Que venga Felipe Gonz¨¢lez a estar aqu¨ª un rato".