Los girasoles
Ahora que el Partido Popular le ha doblado por primera vez la mu?eca a Felipe Gonz¨¢lez hay que prepararse para contemplar un gran espect¨¢culo del alma humana. Los girasoles est¨¢n orientados ya hacia la derecha y en esa misma direcci¨®n pronto pasar¨¢ por encima de nuestras cabezas una nueva migraci¨®n de intelectuales, c¨®micos, poetas, t¨¦cnicos, asesores, decoradores, escritores, interioristas, soci¨®logos, periodistas, maquilladores, dise?adores y otras aves que buscan siempre las zonas templadas de cual quier sur, all¨ª donde est¨¦. Se ha repetido muchas veces que la derecha en este pa¨ªs carece de apoyo intelectual o de aura est¨¦tica. No debe preocuparse por eso. En el galg¨®dromo pol¨ªtico las apuestas est¨¢n a su favor. Dentro de poco al Partido Popular le sobrar¨¢n conversos, logreros y advenedizos de renombre: con ellos podr¨¢ formar una masa cerebral. Cuando la derecha est¨¦ en el poder llegar¨¢n las aves migratorias, los nuevos buscadores de oro, a la planta quinta de los ministerios, y ninguno de ellos tendr¨¢ conciencia de haber mudado de ideolog¨ªa, puesto que el viaje se habr¨¢ producido dentro del cambio de luz que hace rotar de un modo natural a los girasoles. Veremos a algunos cantantes duros, a muchos artistas rebeldes y abstractos, a ciertos feroces estetas, a cineastas marginales, a los poetas c¨¢usticos, a los l¨¢nguidos camiseros de la posmodernidad, pelearse entre ellos para ver qui¨¦n es m¨¢s de derechas, y esta lucha se prolongar¨¢ contra quienes han defendido las almenas del Partido Popular desde dentro y muchos de ¨¦stos ser¨¢n desbancados por los reci¨¦n llegados. En medio de este aluvi¨®n de intelectuales, t¨¦cnicos, asesores y artistas que van a invadir el territorio de la derecha, s¨®lo hay que esperar que el Partido Popular tenga m¨¢s tino o suerte a la hora de elegir que el que tuvo el partido socialista cuando en 1982 se produjo la migraci¨®n contraria hacia su abrevadero. Entre aquellas aves de entonces volaba Rold¨¢n. Volaban todos los que ven el Bolet¨ªn Oficial del Estado como una mina de El Dorado.
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