Los ¨¢rabes regalan caramelos

El Mundial estuvo a punto de saltar por los aires otra vez. Por si no hab¨ªa vivido ya suficientes sustos, el pasado lunes amag¨® con recibir el mayor sobresalto posible. El encuentro m¨¢s desnivelado a priori, se qued¨® a un paso de invertir los pron¨®sticos y consagrar para siempre la frase a la que se agarr¨® Arrigo Sacchi para justificar la derrota de Italia frente a la vieja Irlanda: ya no hay enemigo peque?o.Arabia, el caramelo del grupo F, puso contra las cuerdas a Holanda. Roz¨® la victoria y luego, el empate. Un error garrafal de su portero, Al Daeyea, apag¨® todas sus ilusiones a cuatro minutos del final. Vol¨® a por un bal¨®n inocente colgado sin mucho entusiasmo sobre el ¨¢rea, se pas¨® de largo y regal¨® un cabezazo a puerta vac¨ªa a Taument. Holanda evit¨® as¨ª el fuego que se avecinaba.

Y Holanda no jug¨® mal. Busc¨® la victoria con su habitual obstinaci¨®n ofensiva, se llen¨® de ocasiones de variada peligrosidad (lanz¨® un total de 30 remates, la cifra m¨¢s elevada en un partido hasta la fecha) y no dio muestras de exceso de confianza por su aparente superioridad. Holanda no estaba dispuesta a participar de nuevo en la construcci¨®n de la leyenda de los equipos de abajo. Y al final logr¨® su prop¨®sito.