Intervenir en Ruanda
FRANCIA HA tomado la iniciativa de enviar un contingente militar a Ruanda para poner fin a las matanzas, salvar vidas y evacuar a los refugiados que se mueren de hambre. Se trata, pues, seg¨²n la tesis de Par¨ªs, de una misi¨®n exclusivamente humanitaria que obtuvo anoche el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, y en la cual los franceses esperan que participen otras naciones, europeas y africanas. En el debate del Consejo de Seguridad, los diversos pa¨ªses han dado una acogida favorable a la iniciativa del Gobierno de Balladur, respaldada por el presidente Mitterrand.Nadie se ha opuesto a ella, si bien tampoco ha habido ofrecimientos de tropas para acompa?ar a las francesas. En un clima de verg¨¹enza por la impotencia de la ONU ante el genocidio que se registra en Ruanda, la iniciativa gala tiene que suscitar simpat¨ªa. Se trata de una operaci¨®n de unos 2.000 soldados que debe realizarse de modo r¨¢pido, en un plazo limitado y en espera de los 5.500 cascos azules que la ONU ha decidido enviar.
A pesar de ese clima favorable, el proyecto de Par¨ªs ha suscitado ciertas dudas. ?Por qu¨¦ precisamente ahora, cuando las tropas del Frente Patri¨®tico de Ruanda (en el que se encuadran los tutsis) han alcanzado ya la capital, ocupan dos tercios del pa¨ªs y est¨¢n derrotando al Gobierno hutu? Es sabido que Francia ha dado su apoyo durante bastante tiempo a este Gobierno. Y algunas fuentes serias achacan a los franceses motivos que no son exclusivamente humanitarios: salvar a sus aliados ruandeses y recuperar documentos, o incluso agentes, que podr¨ªan demostrar ante el mundo ese apoyo galo a los hutus. Aunque los franceses insisten en su prop¨®sito de actuar militarmente s¨®lo desde la frontera con Zaire, sin adentrarse en el interior, lo cierto es que su iniciativa ha levantado en ?frica muchas protestas y puesto al rojo la sensibilidad anticolonialista.
El Frente Patri¨®tico de Ruanda ha declarado reiteradamente que se opondr¨¢ por las armas a la presencia francesa. En cambio, el Gobierno hutu dice que la apoya. Posiciones encontradas que ponen en entredicho el car¨¢cter humanitario de la operaci¨®n, que deber¨ªa situarse por encima de los bandos de la guerra civil. Se est¨¢n perfilando as¨ª unos rasgos semejantes a lo que ocurri¨® en Somalia, cuando las tropas de la ONU tuvieron que retirarse porque se ve¨ªan involucradas en la guerra civil, y a la vez estaban cercadas por el odio de gran parte de la poblaci¨®n. Por otra parte, la Organizaci¨®n para la Unidad Africana -que en su reciente sesi¨®n de T¨²nez ha propiciado un alto el fuego (no cumplido hasta ahora)- se ha pronunciado contra la intervenci¨®n francesa.
El temor entre las fuerzas pol¨ªticas africanas ante la amenaza de nuevas acciones europeas de tipo colonialista es natural. Ruanda fue de hecho una colonia belga (aunque disimulada por un mandato de la Sociedad de Naciones en 1923). Los belgas dicen con sentido com¨²n que ellos no ayudar¨¢n a los franceses con tropas. Pero el activismo militar franc¨¦s en toda esa zona de ?frica es frecuente, quiz¨¢ por ser una regi¨®n fronteriza entre la parte angl¨®fona y la franc¨®fona. En todo caso, la actitud del frente tutsi demuestra que el plan franc¨¦s carece de la preparaci¨®n pol¨ªtica indispensable para ser considerado como una operaci¨®n exclusivamente humanitaria, merecedora del apoyo de la ONU.
Francia se esfuerza por convencer al Frente Patri¨®tico de sus buenas intenciones, pero a¨²n no lo ha logrado. Por otra parte, en relaci¨®n con la OUA, el inter¨¦s de los europeos es cooperar con ella y reforzar su protagonismo, en ning¨²n caso tomar decisiones sin tener en cuenta sus criterios. Existen, as¨ª pues, razones serias para que la actitud espa?ola sea de cautela en esta cuesti¨®n, sin por ello dejar que se deteriore nuestra amistad con un pa¨ªs aliado y al que nos unen tantos lazos.
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