La RAI teme una intervenci¨®n del Gabinete de Berlusconi en los pr¨®ximos d¨ªas
RTVE pierde casi tres veces m¨¢s dinero que la radio televisi¨®n italiana
Pol¨¦micas que llegan al insulto, acusaciones de parcialidad, programas bloqueados, contratos rescindidos y temores a despidos masivos marcan la situaci¨®n de emergencia que vive la RAI, la Radiotelevisi¨®n Estatal Italiana. Una crisis que puede desembocar en el paso del ente al control de un comisario judicial o del Gobierno, que ser¨ªa nombrado en los pr¨®ximos d¨ªas, aparentemente a causa de las p¨¦rdidas econ¨®micas (45.000 millones de pesetas en 1993, casi tres veces menos que las de RTVE). Pero el barullo de la televisi¨®n en Italia es m¨¢s amplio. Implica tambi¨¦n a las cuatro cadenas privadas, sobre todo a las tres de Fininvest, el grupo que, junto a la RAI, configura un r¨¦gimen de duopolio sobre la peque?a pantalla.
La llegada a la presidencia del Gobierno de Silvio Berlusconi, el propietario de Fininvest, ha trastocado los papeles de David y Goliat en la f¨¢bula convencional de la lucha del sector privado por arrancar la televisi¨®n al sector p¨²blico. "La muerte de la RAI, provocada por razones pol¨ªticas o judiciales, dejar¨ªa el campo libre a la ¨²nica privada superviviente, la Fininvest", se le¨ªa en un reciente editorial de La Stampa, peri¨®dico del grupo Fiat.Sin llegar a la muerte, basta la perspectiva de un control f¨¦rreo de la RAI por parte del Gobierno para evocar la amenaza de una videocracia que, en la a¨²n breve carrera pol¨ªtica de Berlusconi, ha dejado ya huellas. Seg¨²n un estudio de la Universidad de Tur¨ªn, en las elecciones generales de marzo pasado, las televisiones de Fininvest contribuyeron a desplazar cuatro millones de votos hacia la derecha, mientras las de la RAI empujaron otros dos millones hacia el centro, pero sobre todo hacia la izquierda. Seis millones de votos, que representan un 15% del electorado, parecen, pues, sensibles a la peque?a pantalla.
Berlusconi dijo hace dos semanas que la anomal¨ªa en la televisi¨®n italiana es la existencia de una RAI que, siendo un servicio p¨²blico en permanente d¨¦ficit, ataca al Gobierno. La respuesta fue un mar de protestas, incluso de los partidos del Gabinete, pero el mensaje qued¨® claro: el problema se llama RAI, no Fininvest.
La RAI ha llegado a ser un coloso con 13.000 empleados. Sus pies de barro se advierten en el d¨¦ficit anual, que alcanz¨® los 400.000 millones de liras (unos 45.000 millones de pesetas) en 1993. [En Espa?a, el mismo a?o, RTVE perdi¨® 127.000 millones antes de subvenciones estatales, presupuestadas ¨¦stas ¨²ltimas en 31.800 millones].
Tambi¨¦n Fininvest es un gigante que, hasta hace un a?o, serv¨ªa en gran medida a los mismos patrones que la RAI, concretamente a los democristianos y socialistas, con una plantilla de 3.400 empleados y una deuda neta de 3,8 billones de liras (unos 325.000 millones de pesetas) en 1993, que empezaba a comprometer los beneficios.
El hundimiento de los partidos tradicionales ha dejado las estructuras de la RAI hu¨¦rfanas de sus mentores de siempre, mientras que el deb¨² pol¨ªtico de Berlusconi ha puesto a Fininvest en manos de Franco Tat¨®, un gerente ajeno al c¨ªrculo ¨ªntimo berlusconiano y conocido por su energ¨ªa a la hora de poner orden en las cuentas.
Tat¨® ha incomodado a buena parte de su grupo con afirmaciones como que los espacios informativos no son m¨¢s que una fuente de gasto superfluo para una televisi¨®n privada. Pero el miedo a los despidos predomina l¨®gicamente en la RAI. Su tercer canal, el controlado tradicionalmente por los comunistas, teme incluso desaparecer.
De todo esto se habla y se discute desde hace semanas. La novedad m¨¢s inmediata ser¨¢ lo que decida el pr¨®ximo Consejo de Ministros acerca de la pr¨®rroga de un sistema de ayudas a la restructuraci¨®n de la RAI aprobado por el anterior Gabinete.
La decisi¨®n no es trivial, porque se presenta de esta manera: si el consejo de administraci¨®n elegido por el anterior Parlamento no se decide a dimitir, dejando paso a otro nombrado por la nueva mayor¨ªa, el Gobierno forzar¨¢ el nombramiento de un comisario. La otra alternativa ser¨ªa no prorrogar las ayudas y negar a la televisi¨®n estatal los miles de millones que necesita para enjugar sus p¨¦rdidas. En ese caso, los consejeros de la RAI tendr¨ªan que ir al juez y pedir la declaraci¨®n de quiebra.
Planes de cambio
Los proyectos de reordenaci¨®n general del campo televisivo en Italia son todav¨ªa vagos y contradictorios. Giuseppe Tatarella, de Alianza Nacional, el ministro de Telecomunicaciones y responsable del asunto, mantiene silencio sobre el futuro, y lo mismo hace Silvio Berlusconi.Marco Taradash, un hombre de Marco Pannella -aliado de Berlusconi- que preside la comisi¨®n parlamentaria de vigilancia de la RAI, ha hablado de una televisi¨®n p¨²blica que evitar¨¢ cualquier tipo de gancho comercial y se financiar¨¢ s¨®lo con el llamado canon -el impuesto por tener televisor en casa- que representa menos del 50% de los ingresos actuales de la RAI.
Fedele Confalonieri, el actual presidente de Fininvest y amigo estrech¨ªsimo de Berlusconi, sostiene, en cambio, que las televisiones son naturalmente oligopol¨ªsticas", y parece prever el mantenimiento del ente p¨²blico, junto al de Fininvest y un tercero formado por las emisoras regionales.
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