'Masclet¨¢' popular
EL HASTA ahora presidente provincial del PP en Valencia, Vicente Sanz, no podr¨¢ forrarse y mangonear desde un cargo p¨²blico, como afirma pretender en una conversaci¨®n privada cuyo contenido ha sido filtrado a un peri¨®dico. A no ser que ese partido que ahora ha exigido y obtenido la renuncia de Sanz decida ma?ana rehabilitarlo, como hizo con los implicados en el caso Naseiro.
El paralelismo con dicho caso no se limita a la existencia de una grabaci¨®n reveladora. Eduardo Zaplana, actual presidente regional de ese partido, el mismo que ahora ha exigido la dimisi¨®n de Sanz, figura en las cintas de 1990 como una de las personas que intentaba beneficiarse en alguna medida del cobro de comisiones ilegales. Incluso la justificaci¨®n que ahora ha dado de las frases de su compa?ero -que se trataba de una conversaci¨®n en tono de broma- fue la misma que adujo hace cuatro a?os para explicar sus propias sugerencias al concejal Palop para que ambos se repartieran "unas comisioncitas".
Si de aquellas grabaciones no se dedujeron responsabilidades penales fue porque los jueces anularon las pruebas por un defecto de forma. Pero ello no modific¨® la evidencia de que se trataba de una trama de cobro ilegal de comisiones en beneficio del Partido Popular -y del bolsillo de algunos de sus miembros-. Sin embargo, la direcci¨®n del PP, alentada por algunos comentaristas poco ecu¨¢nimes, interpret¨® la sentencia como una anulaci¨®n de los hechos mismos, insinuando incluso que tal vez el juez que hab¨ªa dirigido la investigaci¨®n hab¨ªa manipulado las cintas. En la euforia de la exculpaci¨®n, el comit¨¦ de disciplina del PP rehabilit¨® en 1992 a los implicados, permiti¨¦ndoles su reingreso en el partido por considerar que se encontraban "sin cuentas pendientes con ¨¦l".
En cuanto a las responsabilidades pol¨ªticas, la astucia de Aznar consisti¨® en derivar hacia los socialistas la decisi¨®n sobre constituir o no una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n. La direcci¨®n del PSOE, paralizada por el esc¨¢ndalo Juan Guerra, entonces en su apogeo, bloque¨® la investigaci¨®n para evitar sentar un precedente. Pero el PP tampoco tom¨® medidas disciplinarias internas, y sus conversaciones no impidieron a Zaplana proseguir su carrera pol¨ªtica y acceder, recientemente, a la presidencia regional del partido.
La crisis de estos d¨ªas ha puesto de relieve la existencia en el seno del partido de dos sectores enfrentados, que encabezan Eduardo Zaplana y la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢. Ambas partes se intercambian advertencias sobre lo que puede pasarles a los otros si salen a la luz determinadas informaciones. En particular, han advertido de las graves consecuencias que tendr¨ªa la divulgaci¨®n de los motivos de la grabaci¨®n.
Una actitud transparente como la que el PP reclama a otros partidos exigir¨ªa como m¨ªnimo que despejara las siguientes inc¨®gnitas: la personalidad del interlocutor de Sanz, la de la persona que realiz¨® la grabaci¨®n y el contenido completo de la misma. Sobre todo por si acaso la grabaci¨®n ofrece pistas sobre la forma como Sanz pretend¨ªa forrarse y mangonear.
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