El 'Calderazo'
CUANDO TOM? posesi¨®n de la presidencia venezolana, el pasado 2 de febrero, como candidato de una revuelta contra el bipartidismo hist¨®rico del pa¨ªs, Rafael Caldera heredaba una situaci¨®n explosiva, hija del caos financiero, la inquietud del Ej¨¦rcito y la demanda de la opini¨®n p¨²blica de m¨¢s pan y menos circo. Esa situaci¨®n ha explotado ya con la declaraci¨®n del estado de emergencia -que entra?a la suspensi¨®n de garant¨ªas constitucionales- y el control del cambio de moneda y de precios por tiempo indefinido. Ha sido un calderazo en respuesta al caos en que vive Venezuela.Rafael Caldera, de 78 a?os, logr¨® una apretada victoria en las elecciones de diciembre pasado sobre los partidos tradicionales: Acci¨®n Democr¨¢tica y Copei. Era ya entonces un improbable renovador. Al asumir la primera magistratura hab¨ªa prometido austeridad, saneamiento de las finanzas, control del Ej¨¦rcito y restablecimiento de la presencia internacional de Venezuela. Jugando con el palo y la zanahoria, hab¨ªa renovado la totalidad de la c¨²pula castrense y puesto en libertad a la gran mayor¨ªa de los militares encarcelados por las intentonas de febrero y noviembre de 1992, entre ellos el propio cabecilla del primer golpe, el teniente coronel Hugo Ch¨¢vez. No parece que los militares se lo hayan agradecido mucho, puesto que el ruido de sables no cesa en los cuarteles caraque?os y el propio oficial golpista proclama su intenci¨®n de alcanzar el poder, aunque esta vez, asegura, no por la fuerza.
En el frente econ¨®mico, las cosas est¨¢n a¨²n peor. El pasado 17 de enero, la Administraci¨®n proced¨ªa a intervenir el Banco Latino -el segundo en volumen del pa¨ªs-, emit¨ªa orden de arresto contra 83 de sus directivos, acus¨¢ndoles de la m¨¢s variada gama de dolos -aunque s¨®lo dos han podido ser arrestados-, y a mediados de este mes repet¨ªa la experiencia con otras ocho entidades bancarias. La operaci¨®n de salvamento le ha costado al pa¨ªs ya m¨¢s de 800.000 millones de pesetas, en un clima en el que los capitales emprenden la fuga; el bol¨ªvar cae en picado, a la espera de un cambio m¨¢s realista contra el d¨®lar; el ex presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, de AD, se halla en la c¨¢rcel por corrupci¨®n, y la opini¨®n se pregunta en qu¨¦ clase de pa¨ªs vive.
Los problemas de Venezuela en lo inmediato son la ca¨ªda del valor del crudo -que supone el 75% del monto de las exportaciones-, una C¨¢mara de Diputados donde la coalici¨®n de 17 partidos que apoya a Caldera anda muy lejos de la mayor¨ªa y, sobre todo, una p¨¦rdida masiva de confianza de los inversores internacionales, de la clase pol¨ªtica con respecto a sus propias posibilidades y de los venezolanos sobre la misma idea del Estado.
La respuesta de Caldera intenta plantearse como un nuevo y doloroso comienzo. Los tiempos del desenfreno en el gasto p¨²blico bajo Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, en los que se pintaba un rosado horizonte petrol¨ªfero y se hac¨ªan los mejores negocios, que a veces son los peores, han pasado a la historia.
El presidente ha hecho bien tomando el toro por los cuernos. Otra cosa ser¨¢ comprobar si el animal es toreable. Pero, sea como fuere, era inevitable que Caldera pidiera a los venezolanos nuevos sacrificios para salir del pozo de confusi¨®n y despilfarro culpable en que ha vivido el pa¨ªs. El fr¨¢gil tejido de la democracia se ver¨¢ sometido a nuevas presiones, en las que populismos m¨¢s o menos militaristas pueden sentir la tentaci¨®n de echar tambi¨¦n su cuarto a espadas. Un anciano bienintencionado y hasta hoy intachablemente dem¨®crata es lo ¨²nico que le queda a Venezuela para hacer frente al despavorido reto del caos.
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