Las firmas de Ballarin duermen en el juzgado
El caso de las Irregularidades de los votos por correo tramitados por el PP en Palencia ya tiene sentencia del Supremo. En Le¨®n, dos monjas acaban de ser condenadas en primera instancia -dos meses de arresto y 50.000 pesetas de multa- por suplantar a los ancianos de su asilo introduciendo ellas las papeletas del Partido Popular en los sobres. En Madrid, cerca de 4.000 votos fueron tramitados de forma irregular en la sede del PP en la calle de G¨¦nova y se falsific¨® otras tantas veces la firma del notario Alberto Ballar¨ªn. Tres a?os despu¨¦s de aquellas elecciones municipales, este caso duerme en el juzgado de instrucci¨®n del magistrado Rafael Mozo, en la plaza de Castilla. Ni siquiera se han practicado las pruebas caligr¨¢ficas entre el personal del partido para averiguar si quien hizo de apoderado de los supuestos votantes fue tambi¨¦n el que falsific¨® la firma del fedatario p¨²blico (algo que actualmente resulta muy sencillo para los peritos cal¨ªgrafos).La sentencia dictada para el caso de Palencia -donde los resultados electorales fueron ajustad¨ªsimos- describe los votos ama?ados en asilos y hospitales -incluso se intent¨® que votaran los internos del psiqui¨¢trico-; y condena moralmente a las dos militantes del PP procesadas, pero acaba absolvi¨¦ndolas porque ese delito no estaba tipificado en los c¨®digos en el momento en que se produjeron los hechos.
Pero en el caso de Madrid se a?adi¨® una irregularidad extra, mucho m¨¢s clara: se falsific¨® la firma de un notario. El PP sigui¨® en Madrid el tr¨¢mite del voto por correo previsto para personas impedidas, lo que -a diferencia del reglamentado para quienes vayan a estar de viaje el d¨ªa de las elecciones- evita que el elector presente personalmente la solicitud. Pero es necesaria la firma de un notario para delegar el tr¨¢mite (que no el voto). Tres personas -dados los tres modelos distintos de falsificaci¨®n de la r¨²brica de Ballar¨ªn- se encargaron de ello, y tramitaron ilegalmente una cantidad de votos tan grande como para -a priori- inclinar una concejal¨ªa hacia un partido u otro; y, por tanto, para decidir la mayor¨ªa absoluta y con ello la alcald¨ªa. Y falsificar la firma de un notario s¨ª es un delito regulado por el C¨®digo Penal.
Adem¨¢s, quienes tramitaron los votos postales del PP falsificaron la firma del m¨¦dico que certificaba la invalidez de los electores, y en algunos supuestos hasta la firma de los votantes: uno de los casos que abri¨® la investigaci¨®n fue el de un presidente de mesa que hab¨ªa decidido abstenerse y que, sin embargo, se encontr¨® con su voto postal para ser depositado en la misma urna que ¨¦l presid¨ªa. Las papeletas de ese sufragio -como las de otros miles- hab¨ªan sido remitida por Correos a la calle de G¨¦nova, 13, supuestamente a petici¨®n del interesado. All¨ª, alguien vot¨® por ¨¦l.La fiscal¨ªa de Madrid ha mostrado por este caso el mismo desinter¨¦s que el PSOE -temeroso de qui¨¦n sabe qu¨¦-: los socialistas ni siquiera se personaron como perjudicados (aunque en un primer recurso contencioso-electoral presentaron m¨¢s de 4.000 impugnaciones de votos por correo, cantidad que implicaba la elecci¨®n irregular del ¨²ltimo concejal del PP). S¨®lo Izquierda Unida ha mantenido una presencia -decisiva en los primeros pasos de la investigaci¨®n judicial- en este sumario atragantado.
Se acaban de cumplir tres a?os de aquellas elecciones, y cualquier reanudaci¨®n de las pesquisas parece llamada al fracaso despu¨¦s de transcurrido tanto tiempo. La pretendida depuraci¨®n interna -tan demandada por el partido de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar cuando se trata de esc¨¢ndalos socialistas- tambi¨¦n ha pasado al olvido.
Hoy por hoy, haber imitado 3.000 veces la firma de un notario para falsear tramitaciones de votos por correo es algo que sale gratis. No ocurrir¨ªa lo mismo si se falsificara en un documento mercantil. Tal vez porque a veces algunos olvidan qu¨¦ es lo m¨¢s valioso en una democracia.
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