Los ejecutivos invaden los museos en EE UU
Ser director de un gran museo ha dejado de ser una golosina intelectual. Actualmente, 13 museos de Estados Unidos topan con enormes inconvenientes para encontrar un candidato definitivo. Los que mayor dificultad afrontan son tres de los m¨¢s prestigiosos en todo el pa¨ªs: el Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York, el County Museum of Art de Los ?ngeles y el Museum of Fine Arts de Boston. Los plazos que cada una de estas instituciones se fija para elegir al hombre o la mujer id¨®neos se prolongan y las pesquisas se complican hasta bloquearse. El actual director del MOMA, Richard E. Oldenburg, que hab¨ªa anunciado su retiro para el 30 de junio, ha prometido que seguir¨¢ hasta el 31 de diciembre en vista de los problemas que acarrear¨ªa su abandono.El problema es el dinero, la gesti¨®n financiera, la nueva naturaleza que han adquirido los museos tras el boom de las grandes exposiciones en la pasada d¨¦cada. Desde hace unos a?os, un gran museo es aquel que combina la categor¨ªa de su patrimonio con la venta al p¨²blico, la importancia de sus fondos con el ¨¦xito de las colas. En Estados Unidos, las corporaciones que sustentan estos centros han terminado por convertir los centros de' arte en una corporaci¨®n econ¨®mica m¨¢s. A su frente, no s¨®lo es necesario un buen conocedor de arte, sino tambi¨¦n un extraordinario manager. Los directivos de las corporaciones patrocinadoras se han hecho tan exigentes con la gesti¨®n de su dinero que ya no aceptan a cualquier intelectual, por notable que sea. Piden los resultados econ¨®micos y publicitarios que a lo largo de los a?os ochenta han procurado exposiciones como las que ante el Metropolitan en Nueva York, el Grand Palais en Par¨ªs o el Prado en Madrid llevaron a cientos de miles de turistas.
Cinco de las actuales vacantes en Estados Unidos han sido el resultado de despidos. Los directores fueron echados como consecuencia de orientaciones y resultados que no satisfac¨ªan a los patrocinadores. La vacante que existi¨® hasta hace poco en el Museum of Arts de Dallas se produjo tambi¨¦n por esta causa. Su ex director Michael Sapiro dur¨® tan s¨®lo 10 meses en el cargo. Los mismos que le emplearon en 1992 le rechazaron en 1993 por no mejorar las cuentas.
Ser director es cada vez m¨¢s dif¨ªcil. Se piden conocimientos culturales y empresariales de alto nivel, pero el sueldo ni siquiera se acerca al de los ejecutivos de nivel comparable. La mayor parte de los titulares cobran entre los 150.000 y los 200.000 d¨®lares al a?o, entre 20 y 27 millones de pesetas, aproximadamente, lo que representa en Estados Unidos el ingreso de un directivo en el cuarto escal¨®n de una empresa como IBM. El director debe contar adem¨¢s con especiales condiciones para la diplomacia y las relaciones p¨²blicas, y una extraordinaria habilidad para desenvolverse en el mundo de la prensa, los negocios y la pol¨ªtica. El n¨²mero de horas de trabajo no tiene fin y cada vez m¨¢s consagradas a conseguir y gestionar dinero. No es extra?o que los calificados amantes de la dedicaci¨®n al arte hayan dicho no a las ofertas de los centros m¨¢s exigentes. Peter Marzio, director del Museo de Fine Arts de Houston, decidi¨® rechazar en mayo el ofrecimiento del MOMA. Meses antes, la negativa provino de James Wood, el actual director del Art Institute en Chicago.
Direcci¨®n bic¨¦fala
La soluci¨®n para esta nueva tesitura es, seg¨²n una opini¨®n ascendente, partir el cargo de director en dos. Un director art¨ªstico y un director administrativo. Tres instituciones de la mayor envergadura, como son el Metropolitan Museum of Arts (MET) de Nueva York, el Museum of Arts de Filadelfia y el Art Institute de Chicago, funcionan desde hace anos con una direcci¨®n bic¨¦fala. La presencia del cerebro comercial se nota, por ejemplo, en el MET con la ampliaci¨®n de su horario en soir¨¦es rom¨¢nticas los fines de semana. Los viernes y s¨¢bados del Great Hall Balcony en el MET, donde se toma una copa y un quinteto interpreta valses y operetas de Strauss o Frimi, se han convertido en una selecta propuesta neoyorquina. Desde hace un par de a?os, el museo, ha sido adem¨¢s la sede de c¨®cteles exquisitos y bodas de abolengo.
Por su parte, el Museum of Art de Filadelfia, que dirige Anne d'Ha'rnoncourt, ha llevado el negocio. del merchandising al punto de vender sus productos en la televisi¨®n de la QVC. No es el caso m¨¢s extremo. Muchos museos de Estados. Unidos buscan a sus directores a trav¨¦s de firmas como Mr. McKay's, especializada en la caza de ejecutivos.
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