Paz en medio del caos
Woodstock 94 no se celebrar¨¢ en Woodstock, lo cual no tiene mayor importancia si se recuerda que el festival original de agosto de 1969 tampoco tuvo lugar en ese pueblo.Despu¨¦s de solicitar sin ¨¦xito permisos en ese municipio y en otro cercano, ambos situados en la zona rural de los montes Catskills, al norte del Estado de Nueva York, un granjero alquil¨® a los promotores un campo de alfalfa de su propiedad en la localidad de Bethel.
Los problemas para Woodstock 69, que se llamaba exactamente Feria de Arte y M¨²sica de Woodstock y Exposici¨®n de la Era de Acuario, comenzaron exactamente el d¨ªa en que la polic¨ªa de Nueva York decidi¨® prohibir que una de sus patrullas se desplazase a Bethel para cubrir la seguridad del festival. A falta de protecci¨®n oficial, los organizadores recurrieron, en el ¨²ltimo momento, a 100 hippies de una comuna de Nuevo M¨¦xico que se prestaron voluntarios para intentar mantener de alg¨²n modo el orden. Pero no fue posible.
P¨¦rdidas millonarias
Las previsiones iniciales de 200.000 asistentes se vieron desbordadas cuando unas 500.000 personas colapsaron con sus veh¨ªculos los alrededores del gigantesco campamento. La entrada ten¨ªa un precio oficial de unas 2.000 pesetas. Aproximadamente la mitad de los asistentes se colaron, derribando las fr¨¢giles vallas y entrando sin pagar a un festival que se calcula registr¨® unas p¨¦rdidas de entre uno y dos millones de d¨®lares de entonces. La tormenta de viento y lluvia, que estuvo a punto de derribar el escenario, la marihuana y el LSD y la escasez de alimentos y bebidas a lo largo de tres d¨ªas y tres noches hicieron el resto.A pesar de que dos personas perdieron la vida en Woodstock 69 (uno, atropellado por un tractor, y otro por una sobredosis) y 4.000 tuvieron que ser hospitalizadas a causa de heridas o trastornos relacionados con las drogas, la prensa de aquel verano de protestas en contra de la guerra de Vietnam describi¨® la reuni¨®n como de paz y armon¨ªa, y, as¨ª es como pas¨® a la historia.
"Esta gente grita por la paz", explic¨® entonces Michael Lang, "que es lo que realmente quieren y lo que est¨¢n viviendo. Se valoran m¨¢s entre s¨ª mismos que al dinero".
Babelia
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