De Kiev a Minsk
LAS ELECCIONES en Ucrania y Bielorrusia para ele gir al presidente de las respectivas rep¨²blicas han sido radicalmente distintas, pese a los paralelismos que al g¨²n observador crea encontrar. En Bielorrusia se han confirmado los resultados de la primera vuelta. Alexandr Lukashenko, desconocido en Occidente antes de los comicios, ha obtenido un ampl¨ªsimo respaldo popular gracias a una campa?a centrada en la lucha contra la corrupci¨®n. El vencedor, que se pronunci¨® por el estrechamiento de las relaciones con Rusia, coloc¨® como tema casi ¨²nico de su campa?a la denuncia de los elementos corruptos metidos en el aparato estatal y la necesidad de eliminarlos de forma en¨¦rgica.Esta cuesti¨®n obsesiona a los bielorrusos, como demuestra el 80,1% de votos que obtuvo. Por el estilo populista de su campana se le ha querido comparar con el histri¨®n parafascista ruso Zhirinovski. Por el momento no se detectan similitudes. No hay en la actitud de Lukashenko el extremismo nacionalista y fascista de Zhirinovski. Si acaso, que el nuevo presidente bielorruso accede al cargo siendo un desconocido, sin un programa elaborado y con planes confusos. Pero esto podr¨ªa decirse de casi todos los dirigentes poscomunistas al este del r¨ªo Oder.
En Ucrania, la elecci¨®n ha sido un mano a mano re?id¨ªsimo entre Leonid Kravchuk, el presidente en los ¨²ltimos a?os, y el que fue su jefe de Gobierno, Leonid Kuchma. Finalmente se ha impuesto Kuchma. Pero. la caracter¨ªstica esencial de esta elecci¨®n -y s¨ªntoma de grave peligro- es que en ella se han enfrentado, no dos posiciones pol¨ªticas, sino dos partes de Ucrania muy diferenciadas. Por Kravchuk ha votado el oeste, la parte m¨¢s cercana y m¨¢s volcada hacia Europa, que durante siglos perteneci¨® a Polonia o al Imperio Austro-h¨²ngaro y en la cual existen, en consecuencia, unos sentimientos nacionales fuertes y radicales y una considerable hostilidad hacia Rusia. Kuchma ha vencido con el apoyo masivo de Ucrania oriental, la m¨¢s cercana y ligada a Rusia, con su gran industria pesada amputada desde que se consum¨® la separaci¨®n de Rusia y culturalmente siempre volcada hacia el gran hermano.
Cuando Ucrania tom¨® el camino de la independencia en el refer¨¦ndum de 1989 -y determin¨® la liquidaci¨®n de la URSS- se viv¨ªa una fase de auge del nacionalismo; lo fundamental era romper los lazos con Mosc¨², la manifestaci¨®n de la propia identidad. Pero la experiencia de la independencia ucrania ha sido terriblemente decepcionante. Ni en lo econ¨®mico ni en lo pol¨ªtico ha logrado Ucrania ponerse en. pie; el pa¨ªs sufre un caos econ¨®mico general y una miseria rampante, como demuestra el hecho de que el mismo rublo ruso sea ya moneda codiciada.
Las promesas de ayuda que la reuni¨®n de los siete grandes en N¨¢poles ha incluido en sus textos oficiales son un peque?o consuelo, pero insuficiente ante las tareas enormes que Ucrania tiene que afrontar en la etapa que se aproxima. Este fracaso de Ucrania en su intento de alzarse como uno de los grandes Estados de Europa explica la ola de pesimismo que se refleja en las ¨²ltimas elecciones. Los electores de Kuchma piden volver a acercarse a los rusos y a su nivel de vida, que ha acabado por parecerles envidiable.
El hecho m¨¢s preocupante para el porvenir de Ucrania es la divisi¨®n geogr¨¢fica que revela el reparto de votos. Ello da idea del debilitamiento del sentimiento nacional y levanta serias dudas sobre el porvenir de Ucrania. Con la victoria de Kuchma hay que prever una etapa de acercamiento a Rusia, con unas repercusiones no f¨¢ciles de prever en las zonas occidentales, donde m¨¢s resistencia habr¨¢ a este proceso. Tan s¨®lo un consuelo: parece seguro que Kuchma respetar¨¢ los acuerdos Para la entrega a Rusia del armamento nuclear ucranio, firmados por su antecesor.
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