La pol¨ªtica 'yugoslava' de Rusia
Rusia tiene, por lo menos, cinco pol¨ªticas a la vez respecto a la ex Yugoslavia. El Ministerio del Exterior (echando ojeadas al presidente) sigue un rumbo, que se est¨¢ corrigiendo, y de manera considerable, lo que permite hablar de dos rumbos (o por lo menos de uno y medio) de K¨®sirev-Yeltsin. El S¨®viet Supremo (el antiguo) se aferraba a un rumbo independiente, y despu¨¦s al presidencial, y la Duma Estatal de hoy intenta heredar esta independencia. Los dem¨®cratas tienen una opini¨®n sobre las causas y la esencia de la tragedia yugoslava, y los patriotas opinan lo contrario. Y los cosacos renacidos ya est¨¢n ensillando sus caballos para galopar en socorro de sus hermanos.De modo extra?o, todas estas pol¨ªticas contradictorias se basan no tanto en la realidad como en diferentes mitos y se nutren de intereses diversos, muy lejanos a los de la misma ex Yugoslavia. Vale la pena analizar esos mitos.
El n¨²mero uno: "la hermandad eslava". Rusos y serbios son hermanos de sangre y, por tanto, hay que apoyar a los serbios incondicionalmente. No parece muy l¨®gico. Primero, porque Rusia no est¨¢ habitada s¨®lo por rusos. En cambio, en la ex Yugoslavia todos son eslavos. Los serbios, los croatas, los eslovenos y hasta los musulmanes de Bosnia tienen religiones diferentes, pero la misma sangre. En la demencial guerra sin leyes de la antigua Yugoslavia se derrama por todas partes la sangre eslava, y ninguna otra. As¨ª que, hablando con rigor, por la hermandad eslava habr¨ªa que intentar evitar cualquier derramamiento de sangre en vez de apoyar a una de las partes.
El mito n¨²mero dos: "Ia hermandad ortodoxa". Si la primera idea parte de que la causa de todos los males es la: secular expansi¨®n alemana contra los eslavos,, la segunda plantea como enemigo n¨²mero uno al p¨¦rfido Vaticano y/o al agresivo islam (la innovaci¨®n m¨¢s reciente es el "fundamentalismo isl¨¢mico", que supuestamente se impone en Bosnia y Herzegovina). Entonces, es obvio que hay que apoyar incondicionalmente a los hermanos ortodoxos serbios contra los cat¨®licos croatas o contra los musulmanes de Bosnia. Pero tambi¨¦n aqu¨ª aparece un pero. En Rusia hay pocos cat¨®licos, pero los musulmanes son decenas de millones. ?Qu¨¦ hacemos con ellos? ?Y acaso deber¨ªa Rusia -seg¨²n esta l¨®gica- apoyar tambi¨¦n a los musulmanes bosnios en nombre de la concordia nacional?
Los dos mitos -la "hermandad eslava" y la "hermandad ortodoxa"- se apoyan en el tercer mito hist¨®rico, llamado "el tradicional papel particular de Rusia en los Balcanes".
Desde los tiempos de Pedro el Grande, Rusia intent¨® abrirse paso hacia los mares del sur, en primer lugar hacia el mar Negro. Pero el sue?o que mareaba a los zares rusos era Constantinopla. Y el m¨¢ximo enemigo era el imperio turco. La Porta Osmana fue tambi¨¦n el m¨¢ximo enemigo y avasallador de los eslavos del sur, y sobre esta base surgi¨® una comunidad de intereses. Durante el siglo XIX, varias guerras ruso-turcas sirvieron de ariete que abri¨® paso a la independencia serbia. Los sucesos en el siglo XIX se desarrollaron del siguiente modo:
La primera guerra ruso-turca dur¨® desde 1806 hasta 1810. Por el tratado de Bucarest, Turqu¨ªa tuvo que reconocer el principio de autonom¨ªa serbia. El tratado fue firmado por el famoso mariscal de campo Mija¨ªl Kit¨²sov, el futuro vencedor de Napole¨®n. Dicen que no logr¨® m¨¢s para los serbios porque ten¨ªa prisa, ya que 37 d¨ªas despu¨¦s ten¨ªa que enfrentarse con las tropas napole¨®nicas. Pero despu¨¦s de la guerra de 18281829, Turqu¨ªa tuvo que reconocer definitivamente el derecho exclusivo de patrocinio ruso sobre los s¨²bditos cristianos del sult¨¢n. Pero este derecho, la base legal de los tres mitos, se perdi¨® despu¨¦s de la derrota demoledora en la guerra de Crimea, en 1856, en la cual Inglaterra y Francia intervinieron a favor de los turcos.
En 1876, Serbia y Montenegro declararon la guerra a Turqu¨ªa, con un ej¨¦rcito al mando del general Cherni¨¢yev en el que combatieron varios miles de voluntarios rusos. Fue una derrota que hizo inevitable una intervenci¨®n abierta de Rusia. Al a?o siguiente, Rusia declar¨® la guerra al Imperio Osmano. Esta vez, Serbia y Montenegro, lograron su anhelada independencia.
En la vida pol¨ªtica y espiritual de Rusia de la segunda mitad del siglo pasado estuvo presente un famoso episodio o, mejor dicho, proceso conocido como la disputa entre los eslav¨®filos y occidentalistas. Los motivos preserbios en la argumentaci¨®n de los eslav¨®filos, eminentemente sentimentales y emocionales, ocupaban un lugar considerable. Los mismos motivos repercuten hasta hoy, pero en una forma bastante vulgarizada. En realidad, la pol¨ªtica rusa tradicional en los Balcanes se guiaba m¨¢s por razones geopol¨ªticas que sentimentales, lo que qued¨® comprobado definitivamente en agosto de 1914, cuando, despu¨¦s del disparo del nacionalista serbio Gavrila Printsip en Sarajevo, Rusia se lanz¨® a la I Guerra Mundial, donde lo perdi¨® todo: millones de vidas, la corona y la identidad social.
Hoy, los tres mitos sirven de armas a las fuerzas nacionalistas, chovinistas, de Rusia. La b¨²squeda del enemigo en su ocupaci¨®n predilecta, al igual que el descubrimiento de los compl¨®s mundiales, cuanto m¨¢s horrendos, misteriosos e improbables, mejor. La ex Yugoslavia es un pol¨ªgono donde el Occidente imperialista ensaya los m¨¦todos del futuro desmembramiento y avasallamiento de Rusia. Los judas como Yeltsin y K¨®sirev traicionaron a la sufrida hermana Serbia porque est¨¢n dispuestos a vender tambi¨¦n a Rusia. ?ste es el s¨ªmbolo de la fe, o al menos el motivo propagandista de la oposici¨®n patriotera irreconciliable.
Quienes formulan de hecho la pol¨ªtica yugoslava de Rusia son lo suficientemente cultos para rechazar toda esta majader¨ªa. Lo que no quiere decir, sin embargo, que en sus concepciones K¨®sirev (separando el K¨®sirev temprano y el de ahora) y su gente no se basen en otros mitos.
El K¨®sirev temprano fue un empedernido dem¨®crata prooccidentalista. Serbia misma es culpable de que se haya convertido en un paria internacional. En Belgrado se implant¨® un r¨¦gimen nacional-bolchevique, lo que hermana a los serbios con los nacional-bolcheviques rusos. La nueva Rusia democr¨¢tica tiene otro camino, donde sus aliados evidentes son las grandes democracias occidentales. Contra los violadores de la paz y los derechos humanos tenemos que intervenir firmes junto con toda la humanidad civilizada. De esta forma intr¨¦pida y llamativa formulaba Andr¨¦i K¨®sirev su posici¨®n hace dos a?os. Despu¨¦s de las elecciones en la Duma, en diciembre del a?o pasado, cuando los nacionalistas y comunistas cosecharon muchos votos, el concepto de la pol¨ªtica yugoslava sufri¨® considerables correcciones. En p¨²blico, ya no se hace hincapi¨¦ en la solidaridad con Occidente, sino en que Rusia es tambi¨¦n una gran potencia que tiene sus intereses propios y sus medios particulares de lograrlos. Y el r¨¦gimen de Mil¨®sevich ha dejado de ser considerado como un r¨¦gimen autoritario nacional-comunista para convertirse, por as¨ª decirlo, en un r¨¦gimen nacionalista normal (a diferencia del demente general Ml¨¢dich, comandante de las tropas de los serbios en Bosnia y hasta de Karadzic, el l¨ªder pol¨ªtico de los serbios de Bosnia).
En resumen, Rusia puede y debe evitar lo inevitable -la escalada internacional de acciones b¨¦licas en el territorio de la ex Yugoslavia, y empujar a los serbios, con el cebo de las relaciones especiales, hacia la condescendencia y el realismo. Occidente no se precipita alocadamente en el abismo de la escalada b¨¦lica que no apagar¨ªan los m¨²ltiples focos de guerra, sino que los convertir¨ªa en un continuo incendio.
As¨ª pues, Rusia logra su primer objetivo, aunque no el segundo, por lo menos de momento. En todo caso, los arquitectos de la pol¨ªtica yugoslava de Rusia tienen una gran abundancia de ideolog¨ªas, mitos, juegos, luchas e intereses pol¨ªticos internos. Les falta, sin embargo, la comprensi¨®n de la naturaleza real de lo que est¨¢ ocurriendo en este enloquecido pa¨ªs que en el final del siglo XX se sinti¨® de repente como si estuviera en el siglo XIX o XVIII, y decidi¨® echar a perder la vida de esta generaci¨®n para acabar de debatir todas las disputas hist¨®ricas inacabadas, para terminar de interpretar todas las tragedias interminables. Esto, seg¨²n parece, no lo entiende nadie.
es director de la revista Tiempos Nuevos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.