Diferentes, pero iguales
La serie 'Dudas razonables', un ejemplo de la atenci¨®n de Hollywood a los actores con minusval¨ªas
"Ahora ya s¨¦ que no debo hablar con la boca llena". Se lo dice el polic¨ªa Cobb a la ayudante del fiscal, Tess Kaufman, durante una comida de trabajo. No se trata en este caso de una cuesti¨®n de buenas maneras, sino de comunicaci¨®n: Kaufman (Marlee Matlin) es sordomuda, y Cobb es su ayudante, su voz y traductor. Sucede en Dudas razonables, una serie que, dentro de las de su g¨¦nero, no pasar¨¢ seguramente a la historia de la televisi¨®n, porque no inventa nada que no est¨¦ inventado. Pero es la primera ficci¨®n regular en hacer de una sordomuda su protagonista.Y la cosa tiene doble riesgo. Por un lado, el hecho mismo de darle un primer papel a una persona con una minusval¨ªa visible. Por lo que se refiere a televisi¨®n (es muy distinto si se trata de una pel¨ªcula, ll¨¢mese Rain man, o ?A qui¨¦n ama Gilbert Grape? o el reciente estreno protagonizado, por Tom Hanks (Forrest gump) hay precedentes, sobre todo en los ¨²ltimos a?os, en los que parece que Hollywood (a veces de forma oportunista, hay que decirlo) ha descubierto la existencia de esas otras minor¨ªas silenciadas. Tele 5 emiti¨® no hace mucho A fuerza de cari?o, una comedia norteamericana en la que por primera vez un actor afectado por el s¨ªndrome de Down interpreta a un protagonista aquejado con la misma deficiencia. Y antes que la serie, otros telefilmes -Ni?os como estos, por ejemplo, que emiti¨® TVE en 1989- han afrontado esta realidad.
Pero en Dudas razonables hay un reto suplementario, que es conseguir que los telespectadores sigan y se emocionen con un personaje que se expresa con el lenguaje de los gestos. La serie lo resuelve relativamente bien, y con ello da un paso, no peque?o, en esa direcci¨®n a favor de las personas con alguna discapacidad. Hay que imaginar el escepticismo con el que las cadenas norteamericanas recibieron una propuesta como ¨¦sta. Las agencias de publicidad y la cr¨ªtica suelen hacer una primera valoraci¨®n sobre los nuevos programas antes del inicio de la temporada. Dudas razonables tuvo una, digamos, c¨¢lida aprobaci¨®n, pero nadie confiaba en que se pudiera superar la complicaci¨®n de que Marlee Matlin (el ¨®scar de Hijos de un dios menor) se comunicase casi todo el tiempo a trav¨¦s de los gestos.
La soluci¨®n de los guionistas no es la peor: el polic¨ªa Cobb (Mark Harmon) es el traductor simult¨¢neo de la fiscal, el que hace que la audiencia comprenda lo que dice Kaufman Matlin. Cuando el polic¨ªa y la ayudante del fiscal est¨¢n solos Harmon no puede traducir, porque no hay un tercer personaje en escena que lo justifique, pero entonces Matlin habla (frases cortas generalmente) o en la respuesta de Cobb encontramos la clave de la pregunta. Es laborioso, pero eficaz.
Marlee Matlin fue una carta de presentaci¨®n a la hora de vender un proyecto como Dudas razonables. Pero colocar a un desconocido con el s¨ªndrome de Down en uno de los papeles protagonistas de una serie familiar tuvo sus dificultades (Steven Bochco lo hab¨ªa logrado en La ley de Los ?ngeles con un personaje secundario con retraso mental, Benny). Lo consigui¨® Michael Braveman y su estreno en 1989 de A fuerza de cari?o. El ¨¦xito de la serie fue una sorpresa. Lo fue tambi¨¦n que Chris Burke resultase ser un actor nato, convincente, a partir del cual una gran parte de la sociedad habr¨¢ tenido que revisar su concepto de esa deficiencia conocida en el pasado como mongolismo.
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