El voluble Daly
Vol¨¢til fue el liderato del voluble John Daly. El pegador norteamericano, el hombre que m¨¢s fuerte le da a la bola, marchaba, viento en popa, tres birdies encadenados en los nueve primeros hoyos y un -5 global: la ascensi¨®n irresistible. O eso parec¨ªa. Hasta que Daly perdi¨® su bola. M¨¢s de un suspiro de alivio se oy¨® entre los muros del venerable Royal & Ancient Club. "Claro que me extra?¨® much¨ªsimo que nadie fuera capaz de encontrar mi bola", dijo acalorado el rubicundo jugador. Hab¨ªa sido en el hoyo 10. All¨ª se rompi¨® su l¨ªnea ascendente. La p¨¦rdida entre los matorrales agitados por el viento le supuso un golpe de penalizaci¨®n y volver a empezar. All¨ª se marc¨® 7 golpes, y en el 11, un doble bogey. Su ventaja expir¨® y regres¨® al pelot¨®n de los mortales. "Ahora", dijo despu¨¦s de los avatares pasados, "me duele la espalda y simplemente estoy alegre por haber podido sobrevivir. Me voy a casa a sacarme el cuchillo del coraz¨®n".Metaf¨®rico le hab¨ªa dejado el desagradable d¨ªa a un hombre temido en los salones de moqueta de las casas club por su tendencia a entrar como un elefante en una cacharrer¨ªa y a hablar m¨¢s de la cuenta de temas desagradables para la sociedad golf¨ªstica. La ¨²ltima vez, el domingo pasado en el sensacionalista The Sun. "S¨ª", dijo, "mucho hablar de que yo le daba al alcohol, y yo no lo negaba, pero aqu¨ª, en el circuito, hay muchos jugadores que le dan a la coca¨ªna y nadie dice nada de ellos". El sector conservador enseguida reaccion¨® como si fueran doncellas ofendidas. "John Daly deber¨ªa arrastrarse por debajo de la piedra de la que ha salido", dijo con rapidez el veterano Curtis Strange.
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