Pescar con 'malas artes'
LA LLAMADA guerra del bonito, desencadenada en los ¨²ltimos d¨ªas entre pescadores espa?oles y franceses, amenaza con poner a prueba la solidez y la credibilidad de las instituciones de la Uni¨®n Europea (UE). No se trata de una, exageraci¨®n. La historia demuestra que son precisamente los conflictos de intereses, m¨¢s que las cuestiones de principio, los que ponen en peligro, la viabilidad de los grandes proyectos pol¨ªticos. El futuro de la UE puede depender m¨¢s en estos momentos de su capacidad para resolver este tipo de conflictos dom¨¦sticos -ll¨¢mense guerra del bonito, de la anchoa o de la fresa- que de su demostrada incapacidad para adoptar una pol¨ªtica exterior com¨²n, como ha sucedido en el proceso de desintegraci¨®n de la antigua Yugoslavia. De entrada, hay que felicitarse de que la guerra del bonito haya entrado en la v¨ªa diplom¨¢tica e institucional de la Comisi¨®n Europea en Bruselas. Del mismo modo que es inadmisible que comandos de agricultores franceses ataquen impunemente camiones espa?oles y destruyan cientos de toneladas de frutas, lo es remolcar a la fuerza un pesquero franc¨¦s a un puerto espa?ol. Las instancias europeas, as¨ª como las espa?olas y francesas, est¨¢n obligadas a evitar que nadie se tome la justicia por su mano, pero tambi¨¦n a emitir un veredicto justo sobre la cuesti¨®n.
Los pescadores espa?oles acusan a los del pa¨ªs vecino de utilizar redes de m¨¢s de 2,5 kil¨®metros de longitud y otras artes ilegales taxativamente prohibidas por la UE. Naturalmente, los pescadores franceses niegan la acusaci¨®n. Pero existen m¨¢s que indicios del uso de redes k¨ªlom¨¦tricas -de hasta m¨¢s de 12 kil¨®metros- que esquilman los fondos marinos y amenazan su fauna, as¨ª como de capturas que superan las cuotas comunitarias establecidas. El comisariado de pesca de Bruselas ha certificado la utilizaci¨®n de ese tipo de, redes por parte de barcos franceses. E incluso el Gobierno franc¨¦s ha sido instado alguna vez a tomar medidas. No es, pues, gratuita la petici¨®n, del ministro espa?ol de, Agricultura y Pesca, Luis Atienza, a su hom¨®logo franc¨¦s para que ponga "m¨¢s celo" en la inspecci¨®n de sus buques y en el cumplimiento de las normas comunitarias.
El acuerdo de principio al que llegaron ayer en Bruselas ambos ministros tiene entidad suficiente para desactivar el actual conflicto y, si se cumple efectivamente, para evitar que otros parecidos se repitan en el futuro. El ministro franc¨¦s ha aceptado algo obvio, pero que hasta ahora las autoridades francesas obviaban: el car¨¢cter vinculante del reglamento comunitario de pesca. Y ha admitido, finalmente, la posibilidad de que pesqueros de su pa¨ªs conculquen dicho reglamento mediante la utilizaci¨®n de redes de una longitud superior a los 2,5 kil¨®metros autorizados. El ministro espa?ol ha prometido, como es l¨®gico, la inmediata devoluci¨®n del pesquero franc¨¦s que est¨¢ siendo remolcado hasta un puerto espa?ol. Y ambos; bajo la supervisi¨®n del comisariado de pesca en Bruselas, se han comprometido a facilitar la tarea de ocho inspectores comunitarios que se encargar¨¢n de vigilar lo acordado sobre el terreno.
El conflicto surgido, as¨ª como su soluci¨®n, no tiene, pues, un car¨¢cter espec¨ªficamente bilateral entre Espa?a y Francia. Es un conflicto europeo, en el que est¨¢ en cuesti¨®n el respeto de normas comunes sobre la pesca. Pero el cumplimiento de esas normas s¨ª depende, en gran medida, de la actitud de los Gobiernos y de los pa¨ªses m¨¢s directamente afectados. Si Francia, final mente, reconoce sin ambages lo bien fundado de la prohibici¨®n comunitaria de las artes de pesca que esquilman los fondos marinos y est¨¢ dispuesta a impedir que sus pescadores las utilicen, se habr¨¢n puesto las bases de una paz duradera. La experiencia demuestra que hacer la vista gorda en este tipo de guerras -es el caso de la actitud de las autoridades francesas en los atentados de los agricultores de su pa¨ªs contra los productos hortofrut¨ªcolas espa?oles- es la mejor forma de azuzarlas y de poner en cuesti¨®n los principios de libre circulaci¨®n sobre los que pretende asentarse la Uni¨®n Europea.
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