El autob¨²s de la huerta

La intenci¨®n de los 2.000 agricultores murcianos que salieron de su provincia a las cuatro de la madrugada para llegar ayer a Madrid seis horas m¨¢s tarde era que el Gobierno los tuviera en cuenta ayer -porque el Consejo de Ministros deb¨ªa aprobar la cesi¨®n desde el Tajo de 55 hect¨®metros c¨²bicos-, hoy -porque la lucha contin¨²a- y todos los d¨ªas que vengan hasta que se apruebe el plan hidrol¨®gico."La gente de Espa?a tiene que enterarse", dec¨ªa el diputado de IU en la Asamblea regional de Murcia Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, "de que en esta regi¨®n no viven los t¨ªpicos agricultores ricachones a los que todo les da igual". Hay muchos, seg¨²n Mart¨ªnez, que s¨®lo disponen de unos cuantos frutales para seguir malviviendo. Y los est¨¢n viendo perecer.

Los autobuses avanzaban anoche lentamente, y en el interior, entre ronquidos y murmullos, algunos dejaban claro que no pretend¨ªan quitarle el agua de beber a los manchegos, tal como hab¨ªan intoxicado algunos pol¨ªticos, sino hacer uso de algo por lo que pagan los murcianos como contribuyentes: una cantidad de agua que no necesitar¨¢n en La Mancha, dicen, ni aunque contin¨²en dos a?os dilapil¨¢ndola como hasta ahora.

A las dos horas de viaje comenzaron a charlar algunos regantes sobre sus paranoias m¨¢s enfermizas. Un comerciante que viajaba a Madrid para apoyar a los agricultores se atrevi¨® a comentar una sospecha que ronda desde hace tiempo las mentes de cientos de campesinos. ?Por qu¨¦ no llueve en Murcia desde hace m¨¢s de dos a?os? ?Por qu¨¦, eh? Pues est¨¢ claro: porque hay compa?¨ªas de seguros que temen las lluvias de granizo, y entonces, cuando ven las nubes, contratan un reactor pintado de plata que rompe las nubes. As¨ª evitan que la gente cobre el seguro". La ansiedad de lluvia ha creado tal desaz¨®n entre los agricultores que ninguno en el autob¨²s se tomaba la cuesti¨®n a broma. Alguno aleg¨® que ni siquiera se hab¨ªan visto nubes de esas que amenazan lluvia.

Enseguida se desvi¨® el debate hacia la injusticia a la que, seg¨²n los agricultores, los somete Jos¨¦ Bono, presidente de Castilla-La Mancha. "Lo que tendremos que hacer es cobrar 5.000 pesetas a los que vengan a ba?arse a la Manga, as¨ª sabr¨¢n que el agua es de todos", comentaba alguno entre risas.

Y las risas llegaron tambi¨¦n en un receso cuando un anciano se empe?¨® en que alguien lo agarrara de sus cabellos blancos y lo elevara en vilo. Dec¨ªa que sus canas aguantar¨ªan eso y m¨¢s. El viejo no descans¨® hasta que un muchacho lo enganch¨® con las dos manos desde los escalones del autob¨²s. El cabello, se le escurr¨ªa de los dedos al forzudo y el anciano se mostraba tan campante debajo de aquellas tenazas, sin muestra de dolor. Pero la gente no andaba para bromas. Siguieron charlando hasta Madrid de los frutales muertos que dejaban atr¨¢s, los pantanos secos, el r¨ªo Segura, que pasa ahora por Murcia sin agua, como una cicatriz que el tiempo no sana; hablando de hect¨¢reas, de pan y de agua, de m¨¢quinas car¨ªsimas para endulzar el agua salada... Hablaron mucho y casi siempre serios, aun a sabiendas de que el Gobierno podr¨ªa concederles varias decenas de hect¨®metros c¨²bicos.