'Los intelectuales est¨¢n domesticados'
Pregunta. ?El hecho de que se reediten sus libros y las universidades de verano se ocupen de su obra significa que, por fin, sus textos se han entendido?Respuesta. Cuando publiqu¨¦ Lecciones de tinieblas, me dieron el premio de la Cr¨ªtica. Las cosas que dijeron para justificar el premio demostraban tan palmariamente que los cr¨ªticos no hab¨ªan entendido nada del libro que tuve que publicar un art¨ªculo, precisamente en EL PA?S, que se titulaba Cr¨ªtica de la cr¨ªtica, un texto dur¨ªsimo contra todos. Han pasado muchos a?os y me emociona o¨ªr a una chica jovencita que mi poes¨ªa le ha ense?ado a unir la tradici¨®n de Oriente con Occidente. Eso me compensa de haber estado muchos a?os en los que los oidos parec¨ªan impermeables o que te elogiaban pero que ve¨ªas claramente que no hab¨ªan entendido nada.
P. La poes¨ªa nunca ha tenido una entrada f¨¢cil aunque tampoco creo que el silencio en torno a usted fuera tan general.
R. S¨ª lo era. Hay libros que tard¨¦ mucho en publicar porque cuando me ped¨ªan una colaboraci¨®n me dec¨ªan: "Est¨¢ bien, pero manda algo que te represente m¨¢s". As¨ª me estaban pidiendo algo m¨¢s en l¨ªnea con la cr¨ªtica de la situaci¨®n franquista.
P. Una utilizaci¨®n por la que usted nunca pas¨®.
R. Hacer eso era otra historia. Y otra historia que yo asumo, porque pienso que los intelectuales tienen mucho que decir y se est¨¢n olvidando aunque parece que s¨®lo hubiera que hacer cr¨ªtica durante la ¨¦poca franquista. A m¨ª me impresiona mucho la domesticaci¨®n de la clase intelectual de este pa¨ªs. Est¨¢n temiendo decir las cosas por si no les hacen acad¨¦micos o no les dan este u otro premio y eso llega hasta los m¨¢s j¨®venes. Est¨¢ entrando todo el mundo en esa trampa.
P. Puede que sea un amansamiento general, no espec¨ªfico de los intelectuales.
R. Pero en los intelectuales me parece peor. Es deplorable. Yo publiqu¨¦ un art¨ªculo muy duro en El Pa¨ªs sobre la situaci¨®n pol¨ªtica de los ¨²ltimos meses y ning¨²n compa?ero m¨ªo del mundo literario se moj¨®. No se hacen cr¨ªticas.
P. Hay algunos, Mu?oz Molina por ejemplo...
R. Mu?oz Molina es un chico que estimo, pero tambi¨¦n hace cosas muy extra?as, como ese art¨ªculo que public¨® en EL PA?S sobre la exposici¨®n de Beuys. No digo yo que no se pueda criticar a Beuys, pero no lo puedes criticar como lo hizo. Era una visi¨®n muy convencional, de lo que se llamaba antes un filisteo, no era la visi¨®n propia de un intelectual. Beuys es uno de los puntales de la evoluci¨®n del arte del siglo XX. Es un hecho objetivo que est¨¢ ah¨ª, que est¨¢ en las enciclopedias del arte, le guste a uno o no le guste.
P. A lo largo del seminario que se le acaba de dedicar en los cursos de verano de la Complutense en Almer¨ªa ?ha o¨ªdo algo que le haya sorprendido especialmente?
R. Lo que m¨¢s me ha sorprendido es que finalmente veo que esa palabra en la que llevo metido tantos a?os -empec¨¦ a escribir a los 14 y tengo 65- se ha o¨ªdo. Eso lo percibo en los te¨®ricos y en los j¨®venes. Ahora me siento m¨¢s pr¨®ximo de la gente muy joven que de los puevos poetas a los que llamo la Generaci¨®n de Loewe. Hay que hablar claro de esto. Aunque yo no creo en las generaciones, detr¨¢s de cada una hab¨ªa un hecho hist¨®rico significativo. En el 98, la p¨¦rdida de las colonias; la del 27, la dictadura de Primo de Rivera,... Pero la historia de este pa¨ªs se va desflecando hacia la disoluci¨®n absobluta. Y as¨ª hemos llegado a la Generaci¨®n Loewe, con gente que no tiene nada detr¨¢s, nada que decir. Miren a Octavio Paz diciendo que los premios no aseguran la inmortalidad del poeta. Hombre, claro que no la aseguran, encima se va a creer que es inmortal. Parecer¨¢ mal que yo diga estas cosas, pero es que hay algunos que hacen aut¨¦nticos papelones.
P. Qu¨¦ tiene usted en com¨²n con la Generaci¨®n de los 50?
R. Nada. Esa generaci¨®n fue fabricada de la siguiente manera: hab¨ªa un grupo de poder -y yo odio al poder, tengo una situaci¨®n antipoder por lo que he conocido y vivido- ya establecido frente al que se cre¨® un grupo editorial en Barcelona en torno a Carlos Barral que m¨¢s o menos capitaneaba Jaime Gil de Biedma. Entre unos y otros hicieron que la literatura se convirtiera en algo negociado, donde lo que se pactaba era la inclusi¨®n en antolog¨ªas.
P. ?Eso hizo que usted se desvinculara de todos ellos?
R. Me hizo sentir una enorme necesidad de desprenderme de todo eso porque siento que es algo que no tiene nada que ver con la aventura de escribir. Eso es la negaci¨®n de toda aventura, porque nada m¨¢s seguro para el presunto escritor que estar protegido y caliente en la matriz del grupo. El grupo s¨®lo asegura la supervivencia de los mediocres. En un momento dado, emprend¨ª la carrera del corredor de fondo y me dediqu¨¦ a correr por mi cuenta. Creo que el escritor empieza a existir cuando desaparece el grupo. Este es importante en el momento de partida, pero luego empieza la carrera en solitario.
P. No es demasiado dura la soledad?
R. Dur¨ªsima. Tienes que aguantar mucho. Por eso a esta altura del tiempo me emociona saber que hay gente muy joven a la que mi poes¨ªa le ha cambiado su visi¨®n del mundo y de las cosas. Para aguantar hay que ser muy fuerte, muy cabezota. Recuerdo que cuando me fui a Inglaterra, en el a?o 55, al irme a despedir de Aleixandre, que era como la t¨ªa abuela de todos nosotros, me dijo en su casa de Miraflores: "est¨¢ bien que te vayas a Oxford, pero no est¨¦s mucho tiempo fuera porque aqu¨ª en Espa?a se olvidan muy pronto de la gente y se olvidar¨¢n de t¨ª. Dije bueno, si me olvidan que m¨¢s me da ?qui¨¦n me iba a olvidar? Era el mundo de la pol¨ªtica literaria, de la manipulaci¨®n, del culto a no se que poder.
P. Dec¨ªa usted precisamente estos d¨ªas que la creaci¨®n literaria ha de estar lo m¨¢s lejos del poder.
R. Es que no puede ser de otra manera. Si escribes esperando que te den el premio X, querr¨¢s enterarte de qui¨¦nes son las personas que lo dan y ver como puedes influir en ellos, negociar, hacerte el simp¨¢tico, buscarte un enchufe y otras repugnancias parecidas. Eso es muy triste. No tiene nada que ver con la escritura po¨¦tica y soy lo suficientemente mayor como para darme cuenta que lo importante est¨¢ en otras cosas, no en la pol¨ªtica literaria.
P. Cuales son esas cosas innegociables?
R. Llegar a comprender que la escritura po¨¦tica es una pr¨¢ctica espiritual, una forma de vida que compromete mucho. Te compromete a una ¨¦tica. No puedes hacer ciertas cosas. Pienso que la vida del poeta se aproxima a la vida religiosa.
P. ?Por qu¨¦ exigir m¨¢s al poeta que a los otros escritores?
R. El ejercicio de ciertas potencias espirituales obliga al cumplimiento de ciertas normas ¨¦ticas. Has escogido eso porque has querido, nadie te ha obligado. S¨®lo te fuerza tu propia elecci¨®n y eso es extensible a todo tipo de creador. Pienso en pintores amigos m¨ªos con una vida espiritual profunda. Recordemos lo que es el mundo espiritual de Kandinsky, el mundo espiritul de Paul Klee. Siempre recuerdo que cuando era un adolescente empec¨¦ a leer a H?lderlin. En una carta de juventud dec¨ªa: seguir el vuelo de los grandes o morir. Es terrible ?no? pero no hay otra opci¨®n.
P. Su contacto con la poes¨ªa fue muy temprano.
R. Pese a ser un ni?o de pueblo, as¨ª fue. Tuve el privilegio de tener acceso a algo que determin¨® mi vida de escrito en Orense viv¨ªa el cura Basilio ?lvarez, fundador del partido agrario gallego que fue acusado de rojo por tener libros y suspendido en su ejercicio. Mi padre traslad¨® la biblioteca del cura a nuestra casa y all¨ª hab¨ªa de todo: Desde historia Sagrada a San Juan de la Cruz, Santa Teresa o novela pornogr¨¢fica.
P. ?Cuando se produjo su exilio?
R. El voluntario en el 55, cuando me fu¨ª a Oxford en busca de libros y de posibilidades de estudio que en Espa?a no ten¨ªa. El obligado, fue hacia los 70, cuando estando en Ginebra publiqu¨¦ El uniforme del general y me formaron un consejo de guerra.
P. Usted ha alabado el exilio como condici¨®n ¨®ptima para la creaci¨®n literaria.
R. En el exilio est¨¢s en la nada. Desvinculado de todo. En ese sentido he hablado del exilio como algo positivo. El poeta debe estar despojado de todo para enfrentarse con la palabra y poder crear.
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