Argentina ya no es la tierra prometida
La persecuci¨®n y los ¨²ltimos atentados sufridos han borrado el sue?o de los primeros emigrantes jud¨ªos
Los historiadores todav¨ªa discuten si Crist¨®bal Col¨®n era o no jud¨ªo, pero a Caramur¨² ya nadie le quita el t¨ªtulo que se gan¨® a fuerza de coraje y le incorpor¨® a la leyenda: es el primer jud¨ªo suramericano. Desde entonces, cuando Pedro Alves Cabral lleg¨® a las costas de Brasil en el a?o 1500 y arroj¨® por la borda unos cuantos esclavos africanos y reos jud¨ªos para ver c¨®mo les recib¨ªan los nativos, Diego Correa fue llamado. Caramur¨² -pez aparecido entre las rocas- por los tup¨ªes, y la mar oc¨¦ana no dej¨® de llevar y traer barcos con nuevos y viejos jud¨ªos.
La historia de los jud¨ªos de la regi¨®n se parece en el origen, pero no en el desarrollo y en la forma en que se han insertado en los distintos pa¨ªses del Cono Sur. El periodista Jorge Cohen, que fue jefe de prensa de la Embajada de Israel en Argentina hasta que un coche bomba destruy¨® esa sede de cuatro plantas en marzo de 1992, considera a la comunidad jud¨ªa de Brasil como "la m¨¢s influyente" de Suram¨¦rica por su inserci¨®n en los grupos de poder econ¨®mico y pol¨ªtico de ese pa¨ªs.
Los brasile?os jud¨ªos son poco m¨¢s de 120.000, una tercera parte en cantidad de los que residen en Argentina, y la mayor¨ªa de ellos s¨®lo habita en tres grandes ciudades: unos 50.000 en San Pablo, 40.000 en Porto Alegre y unos 30.000 en R¨ªo de Janeiro. Seg¨²n Cohen, "a diferencia de Argentina, donde los jud¨ªos son profesionales independientes de clase media, con una orientaci¨®n pol¨ªtica de centro o de centro-izquierda, m¨¢s progresista, los jud¨ªos brasile?os son m¨¢s conservadores y pertenecen a la clase alta. Uno de los grandes grupos econ¨®micos, el que controla el banco Safra, es jud¨ªo. Otra familia jud¨ªa, los Sirosky, es la propietaria del mayor grupo de medios de comunicaci¨®n del sur de Brasil, el RBS, que incluye la cadena de televisi¨®n Bandeirantes y el peri¨®dico Zero Hora y est¨¢ asociado tambi¨¦n en algunos negocios con la cadena de televisi¨®n O Globo.
Gran participaci¨®n pol¨ªtica
La comunidad jud¨ªa de Brasil tiene, por tanto, un perfil diferente a la de Argentina, pero es similar a las comunidades de Chile, estimada en unos 30.000 jud¨ªos; de Uruguay y de Bolivia, donde residen 10.000 y 20.000jud¨ªos, respectivamente, todos de clase media-alta y con gran participaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica. La organizaci¨®n de esas comunidades, residentes casi en su totalidad en las capitales de los tres Estados, se parece en las instituciones. Todas ellas tienen clubes deportivos de nombres similares, asociaciones mutuales y centros culturales que mantienen una comunicaci¨®n frecuente entre s¨ª.Como se?ala Cohen, "el desarrollo de la comunidad jud¨ªa de Argentina ha sido distinto al de todas las otras de los pa¨ªses suramericanos por la especial trama de acontecimientos que se fueron sucediendo".
En la fantas¨ªa de aquellos primeros jud¨ªos que llegaron a Argentina a finales del siglo pasado, este pa¨ªs fue para ellos "la tierra prometida". Un sue?o que el bar¨®n Mauricio Hirsch, el padre de la colonizaci¨®n, propuso hacer realidad al Gobierno ruso de entonces y fue rechazado por el poder legislativo. El bar¨®n quer¨ªa comprar 3.750.000 hect¨¢reas de tierra en la provincia argentina de El Chaco para poblarlas con 3.250.000 jud¨ªos en s¨®lo 25 a?os. La historia comienza en realidad cuando en Argentina se promulga en 1876 la ley de inmigraci¨®n, y colonizaci¨®n, y entr¨¦ 1878 y 1879 las expediciones militares conquistan el desierto de tierras f¨¦rtiles que pertenec¨ªa a las tribus abor¨ªgenes.
Los jud¨ªos de los pogromos y de la miseria de la llamada "zona de residencia" de la Europa oriental se encaminaban hacia el norte de Am¨¦rica y hacia la inh¨®spita tierra de la llamada entonces Eretz Israel. La lejana y desconocida Argentina aparece en los mapas de su destino cuando se difunden los esfuerzos que hace el Gobierno de Buenos Aires para atraer emigrantes. "Gobernar es poblar", dec¨ªa Juan Bautista Alberdi.
El 14 de agosto de 1889, en el vapor Weser, lleg¨® el primer gran grupo organizado de jud¨ªos a Argentina. Eran 820 procedentes de Podolia, Rusia. El inspector de inmigraci¨®n, alarmado por el extra?o aspecto de los viajeros, se opuso a que desembarcaran. Durante unos d¨ªas quedaron "suspendidos entre el cielo y el mar", seg¨²n el relato del ensayista lehosh¨²a Faig¨®n.
Los pioneros llegados algunos a?os antes les consiguieron hospedaje en el hotel de inmigrantes, y despu¨¦s les ayudaron a comprar los primeros campos desiertos en la provincia de Santa Fe, donde comenzaron la colonizaci¨®n y fundaron el pueblo de Mois¨¦s Ville. La tarea de los primeros gauchos jud¨ªos atrae al bar¨®n Hirsch y a su sue?o: ?y si Argentina fuera la tierra prometida?
Los gauchos jud¨ªos conquista ron la tierra, promovieron las cooperativas agr¨ªcolas que todav¨ªa hoy funcionan, se instalaron tambi¨¦n en Buenos Aires, abrieron comercios, tiendas, crearon industrias, fundaron bancos y echaron ra¨ªces, pero nunca fueron aceptados y reconocidos por la oligarqu¨ªa terrateniente y las clases dominantes en Argentina. Ese incipiente antisemitismo, vestido luego con los a?os de nacionalismo, fascismo o nazismo, seg¨²n la ocasi¨®n, perdura desde entonces. Despu¨¦s de casi un siglo de persecuciones, ataques y especialmente tras los recientes atentados, en los ¨²ltimos tiempos algunos se han convencido al fin de que no, no era Argentina la tierra prometida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.