Un arquetipo de desgraciada vigencia
Tosca y Bor¨ªs Godunov constituyen el cap¨ªtulo oper¨ªstico de os ciclos santanderinos. Curiosamente, la ¨®pera de Puccini, con distintos montajes y repartos, est¨¢ muy presente este a?o en la programaci¨®n de los festivales internacionales; no en vano se trata de un arquetipo verista, una problem¨¢tica con desgraciada vigencia -la lucha por la libertad frente a la tiran¨ªa que responde con tortura y muerte- y una partitura genial que alberga en s¨ª misma todos los valores musicales y dramat¨²rgicos de la vieja pieza dram¨¢tica de Sardou.Teatralmente, Tosca tiene un protagonista fuertemente delineado: el cruel jefe policiaco de Roma. Nos lo dice Fluccini al comenzar su obra con los tensos acordes que conforman el tema del bar¨®n de Scarpia. Paolo Gavanelli, bar¨ªtono di forza y, sin embargo, intensamente l¨ªrico, hizo una verdadera creaci¨®n del personaje, al que dio estupenda respuesta la soprano de Odesa, Mar¨ªa Guleghina, de voz grande y luminosa e incisivos acentos expresivos: su vissi d`arte fue mod¨¦lico. El tercer coprotagonista, Mario Cavaradossi, fue encarnado por el tenor eslovaco Peter Dvorsky, figura habitual en los grandes escenarios oper¨ªsticos desde la Scala al Metropolitan. Su trabajo tuvo categor¨ªa de excelencia pues, en paralelo con el bar¨ªtono, supo mediar entre lo heroico y el expresivismo de m¨¢s efectivo mordente.
Un tr¨ªo de tal categor¨ªa cont¨® con la asistencia de colaboradores notables en sus respectivos cometidos, entre los que hay que destacar a Juan Carlos Gago en Spoletta, a Miguel L¨®pez Galindo en Angelotti y a Inmaculada Mart¨ªnez Mestraitua en la tonada popularesca del pastor que a?ade poes¨ªa a la evocaci¨®n del alba romana con la que comienza el tercer acto. Cant¨® bien y seguro el coro de los Amigos de la Opera de Bilbao, dirigido por Bor¨ªs Dujin y toda la representaci¨®n se vio enaltecida por los m¨¦ritos y la sensibilidad del director brit¨¢nico Jan Latham y Koenig y la calidad de la Orquesta Filarm¨®nica de Kiev, residente en el festival santanderino, un conjunto y un maestro que ya quisi¨¦ramos para temporadas de mayores costes y pretensiones.
Para Koenig, hacer ¨®pera es, por lo pronto, alcanzar belleza musical tan calibrada como sus componentes dram¨¢ticos. Respondi¨® de la escena Giancarlo del M¨®naco, el hijo del c¨¦lebre tenor, con una simplicidad de medios que parec¨ªa ceder a Puccini todas las significaciones, incluidas las teatrales, de su singular¨ªsima Tosca, en la que el verismo se quiebra decididamente hacia el expresionismo. Por algo, Alban Berg amaba especialmente la, para algunos m¨¢s emblem¨¢tica, creaci¨®n del autor de La Boh¨¨me. El ¨¦xito fue claro y decidido, con lo que la nueva edici¨®n del festival inici¨® su paso con buen ritmo.
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