El desaf¨ªo del siglo XXI
Cinco a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y del fin de la divisi¨®n del mundo en dos bloques enfrentados en una guerra fr¨ªa, se ha hecho evidente un nuevo problema m¨¢s dif¨ªcil de tratar y oculto hasta ahora por el conflicto anterior: la divisi¨®n demogr¨¢fica. Thomas Malthus, el profeta de la superpoblaci¨®n, se ha convertido en el pensador m¨¢s relevante de los tiempos por venir, mucho m¨¢s que Adam Smith, el defensor de. los mercados libres.Los 5.500 millones de habitantes de este planeta est¨¢n a?adiendo anualmente otros 95 mi llones de personas a esta cifra. Aumentamos en casi mil millones de personas por d¨¦cada. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud y el Fondo de Poblaci¨®n de las Naciones Unidas calculan que el a?o 2025 vivir¨¢n casi 9.000 millones de personas en la Tierra, y entre 10.000 y 14.000 millones, el 2050. Las implica ciones de esta tendencia en el consumo, la producci¨®n, los mercados, la educaci¨®n, los servicios, el medio ambiente, las inversiones para la guerra y la paz, son fundamentales.
Este aumento de la poblaci¨®n no acaece de forma regular en todo el planeta. De hecho, el 95% del aumento previsto tendr¨¢ lugar en los lugares m¨¢s pobres del globo: en India, China, Am¨¦rica Central y ?frica. Por el contrario, en las sociedades m¨¢s ricas, la poblaci¨®n est¨¢ aumentando a ritmo lento o, incluso (como en Italia, Francia y Jap¨®n), en absoluto declive.
Algunas zonas del globo se est¨¢n convirtiendo en sociedades adolescentes (el 60% de la poblaci¨®n de Kenia tiene menos de 15 a?os), mientras que otras se est¨¢n volviendo. geri¨¢tricas (el 20% de la poblaci¨®n sueca tiene m¨¢s de 65 a?os). El crecimiento demogr¨¢fico de la Tierra est¨¢ dram¨¢ticamente desequilibrado. Al mismo tiempo, la riqueza del planeta y, lo que es m¨¢s importante, su capital, cient¨ªficos, universidades, investigaci¨®n y desarrollo, est¨¢n localizados en las sociedades estancadas o de lento crecimiento demogr¨¢fico.
Los impulsos, ideas, im¨¢genes culturales, tecnolog¨ªa y los fondos que, en estos tiempos, dan forma a la vida socioecon¨®mica de toda la humanidad llegan hasta el mundo joven y abarrotado desde Silicon Valley, Atlanta, Hollywood, Londres, Z¨²rich y Tokio. Por el contrario, el capital, la infraestructura, la investigaci¨®n y el desarrollo, las universidades y los sistemas sanitarios se est¨¢n desintegrando y los recursos naturales se est¨¢n agotando m¨¢s velozmente en aquellas sociedades cuya poblaci¨®n est¨¢ creciendo a pasos agigantados.
Los derrumbamientos an¨¢rquicos de Ruanda y Somalia son, quiz¨¢, una premonici¨®n de lo que va a ocurrir en lugares en donde la poblaci¨®n es muy superior y la infraestructura mucho peor que al iniciarse el siglo XX.
En resumen, actualmente est¨¢ apareciendo una vasta falla, demogr¨¢fico-tecnol¨®gica que divide nuestro planeta. A un lado est¨¢n las sociedades en r¨¢pido crecimiento, adolescentes, con recursos, capital y educaci¨®n insuficientes; al otro lado, las poblaciones ricas, tecnol¨®gicamente creativas pero moribundas demogr¨¢ficamente, envejecidas.
Quiz¨¢ la divisi¨®n m¨¢s evidente est¨¦ hoy a lo largo del Mediterr¨¢neo, entre el sur de Europa y el norte de ?frica. Pero tambi¨¦n hay otras, a lo largo del R¨ªo Grande en Am¨¦rica, entre los pueblos eslavos y no eslavos de Asia, entre Australia e Indonesia.
El mayor reto al que se enfrenta hoy la sociedad global es el de evitar que esta falla no estalle en una crisis que conmueva al mundo. Estoy de acuerdo con el cient¨ªfico del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT) y premio Nobel, el doctor Henry Kendall, quien afirma que "si. no estabilizamos la poblaci¨®n con justicia, humanidad y compasi¨®n, la naturaleza acabar¨¢ con nosotros y lo har¨¢ brutalmente y sin piedad".
Pero para hacer frente a ese reto tenemos, que utilizar todo nuestro ingenio y todo nuestro talento. En este caso no es in¨²til intentarlo. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si dedic¨¢ramos, por ejemplo, a las decenas de miles de ingenieros y cient¨ªficos que ahora han quedado libres del problema de la guerra fr¨ªa a buscar soluciones a la l¨ªnea divisoria demogr¨¢fica? Las soluciones podr¨ªan ir desde avances verdaderamente espectaculares en los sistemas de energ¨ªa solar a tecnolog¨ªas de peque?o nivel, situadas localmente de modo permanente, que ya demuestran ser prometedoras en muchos pa¨ªses en desarrollo. ?Y si los pa¨ªses ricos cumplieran de verdad su promesa de hace 20 a?os de dedicar el 0,7% de su PNB a ayudas para el desarrollo?
Todo esto supone un cambio en nuestras prioridades, pero eso s¨®lo resulta probable si contamos con l¨ªderes pol¨ªticos con la visi¨®n global y voluntad necesarias para articular principios universales m¨¢s amplios.
Por ahora, los dirigentes de las sociedades democr¨¢ticas se centran principalmente en los problemas inmediatos de puestos de trabajo y de salir de la recesi¨®n que afecta negativamente tanto a su futuro pol¨ªtico como al bienestar econ¨®mico de sus pueblos, e incluso si llegan a comprender la naturaleza de este desaf¨ªo a largo plazo -que llegar¨¢ a los titulares de primera p¨¢gina y a las pantallas de televisi¨®n en septiembre, cuando se re¨²nan las Naciones Unidas en El Cairo en la cumbre m¨¢s importante sobre poblaci¨®n de los ¨²ltimos 20 a?os-, no ser¨¢n capaces de llevar a cabo un cambio de prioridades a no ser que est¨¦n apoyados por una ciudadan¨ªa consciente e inteligente.
?sta es la raz¨®n por la que el cambio, al final, s¨®lo llegar¨¢ si el ciudadano medio reconoce, como hace ahora la mayor¨ªa en lo que respecta a los temas ambientales, que s¨®lo una respuesta global, transnacional, a la creciente l¨ªnea divisoria demogr¨¢fica entre sociedades ricas y pobres dar¨¢ al planeta Tierra una oportunidad de sobrevivir. De otra forma, lo que es seguro es que el inminente diluvio de gente ahogar¨¢ todos los dem¨¢s problemas del siglo XXI. Entonces ser¨¢ dif¨ªcil tener esperanzas.
historiador y autor de The rise and fall of great powers y Preparing for the 21st century, es codirector del Grupo Independiente de Trabajo para el Futuro, de las Naciones Unidas.
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