Estoy enfadado
Veinte de julio de 1994, 14.05: estoy enfadado, en la oficina de pasaportes no me han atendido porque a las dos en punto los funcionarios dejan de trabajar, y a la gente que est¨¢ esperando, con dos palmos de narices; cojo el coche y me dirijo a comer; escucho la radio: Paulino Barrab¨¦s va a salir de prisi¨®n. Consulto un plano y encuentro el camino, cambio mi destino por la puerta principal de la prisi¨®n de Carabanchel.Bajo un porche de chapa, los periodistas esperan, tranquilos, debe de ser la rutina. Pregunto si han llegado cooperativistas de PSV; por all¨ª no hay se?ales de ning¨²n tipo de manifestaci¨®n de los afectados. Me impresiona la seguridad de las edificaciones de la prisi¨®n bajo el sol del mediod¨ªa; hace mucho calor.
Sale el se?or Barrab¨¦s, solo, con un traje gris, una bolsa en la mano, con cara de estar desconcertado. Una nube de periodistas le acosa con preguntas, y yo llego hasta su lado, le tengo enfrente.
?Qu¨¦ le puedo decir a un hombre que acaba de atravesar ese patio bajo ese sol? Quieras que no, era responsable del dinero que he ahorrado con esfuerzo y he entregado a una cooperativa. Ya me dirig¨ª a ¨¦l en una reuni¨®n para, ?ay iluso de m¨ª!, preguntarle sobre la altura del garaje y la situaci¨®n de un tabique. En aquella ocasi¨®n le agradec¨ª estar all¨ª a esas horas de la noche.
Por fin le pregunto: "?D¨®nde est¨¢ mi dinero?", "?qu¨¦ pasa con mi piso?", "?por qu¨¦ otros ya tienen piso?", (pienso en las primeras promociones, ya entregadas y que salieron por unos precios casi irrisorios). Creo que le repet¨ª las dos primeras preguntas varias veces. "Sabes que cuando quieras hablamos", creo que fue lo ¨²nico que me contest¨®. "Tu piso se va a construir", me dice su abogado, mientras me aparto para dejarle subir al coche, estar¨¢ cansado. Me voy. A los periodistas creo que les contest¨® algo m¨¢s que a m¨ª. Son las 18.20; me dicen por tel¨¦fono que salgo en televisi¨®n.-
Adjudicatario de un piso en Valdebernardo.
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