Tiene tanto valor que no tiene precio
EL?AS FERERESLa sequ¨ªa que padece Espa?a desde 1980 requiere, seg¨²n el autor, un programa que mejore la gesti¨®n del agua, penalizar los riegos excesivos y la aprobaci¨®n urgente del Plan Hidrol¨®gico Nacional
La sequ¨ªa que vienen padeciendo numerosas regiones de nuestro pa¨ªs desde 1980 apenas tiene precedentes en la historia reciente de Espa?a. Los efectos de esta sequ¨ªa sobre la agricultura de riego, el principal consumidor de agua en Espa?a y responsable de m¨¢s de la mitad de nuestra producci¨®n agr¨ªcola, han sido devastadores: no se ha podido regar en la cuenca del Guadalquivir en cuatro de los diez ¨²ltimos a?os y se ha creado una situaci¨®n de emergencia en la cuenca del Segura, cuyas reservas est¨¢n por. debajo del 10%.La pol¨¦mica suscitada por el trasvase Tajo-Segura debe permitirnos analizar el problema central de la Espa?a ¨¢rida: c¨®mo obtener el m¨¢ximo aprovechamiento del agua disponible sin incrementar las desigualdades econ¨®micas, sociales y ambientales. El agua en la cabecera del Tajo tiene una serie de usos alternativos: urbano, industrial, agr¨ªcola y ambiental. C¨®mo, d¨®nde y cu¨¢ndo utilizarla de manera que produzca el m¨¢ximo bienestar es un problema cuya soluci¨®n ¨®ptima es extraordinariamente dif¨ªcil. No obstante, conviene valorar todos los criterios por los cuales los gestores del agua podr¨ªan aproximarse a una soluci¨®n razonable.
Justificaci¨®n del trasvase
Desde un punto de vista estrictamente econ¨®mico se justificar¨ªa el trasvase del Tajo al Segura, puesto que la agricultura de la cuenca del Segura genera por unidad de agua utilizada mayor riqueza que los usos alternativos que en la actualidad tiene ese agua en la agricultura del Tajo. No obstante, la soluci¨®n no puede dictarse por criterios estrictamente econ¨®micos; existen otros muchos argumentos que se opondr¨ªan al trasvase. Sirvan como ejemplos la incertidumbre de las precipitaciones futuras, que justificar¨ªan el mantenimiento de un nivel de reservas considerable en la cuenca del Tajo para atender a sus propias necesidades en los pr¨®ximos a?os; la necesidad de mantener un caudal m¨ªnimo en los r¨ªos para preservar la fauna y mejorar la calidad del agua frente a los vertidos de grandes ciudades como Madrid; los requisitos de unas cotas m¨ªnimas en los embalses del Tajo con fines tur¨ªsticos y recreativos; las demandas en cantidad y calidad, aguas abajo de Castilla-La Mancha, para satisfacer las necesidades de Extremadura y de Portugal; el desarrollo y la rehabilitaci¨®n de los propios regad¨ªos de la cuenca del Tajo, etc¨¦tera.
Si el agua de riego tuviese precio y, consecuentemente, los regantes pagasen por el agua tal y como sucede en los sectores industriales o urbanos, la soluci¨®n econ¨®mica ser¨ªa bien sencilla. Puesto que el rendimiento econ¨®mico del agua en el Segura es mayor, la cuenca del Segura comprar¨ªa el agua excedentaria a la cuenca del Tajo, que recibir¨ªa una compensaci¨®n econ¨®mica por el trasvase. Un agricultor de la cuenca del Tajo que destina 10.000 metros c¨²bicos por hect¨¢rea para regar su alfalfa tiene entre sus manos, al precio del agua en algunas zonas del Segura, un valor equivalente a 200.000 pesetas por hect¨¢rea. ?Podr¨ªa el agricultor del Tajo vender su concesi¨®n de agua a un agricultor de la cuenca del Segura para que ¨¦ste evitase la p¨¦rdida irreparable de su Plantaci¨®n frutal por falta de riego?
La respuesta con la actual legislaci¨®n en la mano, es que esto no es posible.
Aunque a primera vista parezca atractiva, la propuesta de establecer un mercado del agua sin restricciones no permitir¨ªa una soluci¨®n equitativa, ya que las demandas ambientales no se atender¨ªan adecuadamente y se incrementar¨ªan las desigualdades sociales (aumentar¨ªa el paro en las zonas de regad¨ªo marginal). No obstante, en situaciones de emergencia como ladel trasvase Tajo-Segura cabe otra soluci¨®n: que el Estado se encargue de gestionar estos recursos, es decir, de mediar entre las cuencas para que se pudiera producir la venta del agua con equidad. En el caso que nos ocupa, la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Segura, organismo gestor del agua en la citada cuenca, comprar¨ªa agua a la Confederaci¨®n del Tajo y la vender¨ªa a los agricultores, sufragando con una parte del importe recibido los costes de mantenimiento de la red necesaria para el trasvase y compensando con el resto a los agricultores de riego del Tajo. Ello permitir¨ªa a los regad¨ªos de la cuenca del Tajo mejorar sus infraestructuras, reducir las p¨¦rdidas de agua y alcanzar el nivel t¨¦cnico necesario para hacer su agricultura de riego m¨¢s competitiva.
Las soluciones en situaciones de emergencia no suelen ser aplicables cuando se produce la vuelta a la normalidad. Desgraciadamente, en la gran mayor¨ªa de los regad¨ªos espa?oles no se paga por agua consumida; entre otras cosas porque no se sabe cu¨¢nta consume cada regante. La evoluci¨®n reciente de los precios agr¨ªcolas hace que en muchos de nuestros regad¨ªos la fijaci¨®n de un precio del agua en base a criterios econ¨®micos amenace su propia supervivencia. Ir¨®nicamente, a estos regad¨ªos se les podr¨ªa aplicar el t¨ªtulo de este art¨ªculo, puesto qu¨¦ el agua tendr¨ªa tanto valor para ellos que, al fijar un precio elevado, desaparecer¨ªan del escenario de nuestra agricultura. Por consiguiente, habr¨ªa que matizar el uso exclusivo de incentivos econ¨®micos para ahorrar agua en el riego.
Mejorar la gesti¨®n
Es un hecho poco conocido que el regad¨ªo consume el 80% del agua en Espa?a. Buena parte de este consumo es inevitable y viene dictado por nuestro clima ¨¢rido, donde los cultivos evaporan grandes cantidades de agua debido a la alta radiaci¨®n solar. Para producir un kilo de trigo en el sur de Espa?a las plantas evaporan m¨¢s de 500 litros de agua. No obstante, es l¨®gico que en ¨¦pocas de escasez todos dirijamos la mirada hacia el mayor consumidor de agua y nos preguntemos si ser¨ªa posible reducir el gasto de agua en el riego, lo que permitir¨ªa paliar los efectos de la sequ¨ªa sobre los usuarios alternativos, los sectores industrial y urbano, sin generar nuevos recursos h¨ªdricos.
Existe la percepci¨®n generalizada de que el regad¨ªo despilfarra agua. Si bien es cierto que algunos regad¨ªos usan agua en exceso, otros son def¨ªcitarios y est¨¢n insuficientemente dotados. Para racionalizar el uso del agua en nuestros. regad¨ªos y poder valorar los posibles excedentes para usos alternativos, es urgente emprender un programa que mejore la gesti¨®n del agua de riego en Espa?a. Es necesario establecer unos niveles de consumo razonables y gravar los riegos excesivos, para lo cual se precisar¨ªa medir el consumo de cada regante. Tambi¨¦n es preciso mejorar el estado de nuestra infraestructura hidr¨¢ulica y flexibilizar la distribuci¨®n del agua, adapt¨¢ndola a la demanda de los cultivos. Y lo m¨¢s importante, es necesario elevar los niveles educativo y tecriol¨®gico de nuestros regantes de manera que puedan obtener el m¨¢ximo rendimiento del agua disponible con un m¨ªnimo impacto sobre el medio ambiente. Realizar esta labor requerir¨¢ esfuerzos importantes por parte de la Administraci¨®n y de los usuarios.
Es, asimismo, imprescindible la existencia de un instrumento planificador; dicho instrumento es el Plan Hidrol¨®gico, que debe ser el plan de todos. Dif¨ªcilmente la sbciedad aceptar¨¢ que se invierta en generar nuevos recursos h¨ªdricos, mediante la construcci¨®n de nuevos embalses y trasvases, si no se demuestra que se est¨¢n haciendo todos los esfuerzos posibles para conservar los recursos actualmente disponibles.
La transferencia de agua entre cuencas siempre genera conflictos. No se trata de un problema nuevo. El reparto del agua va a tener un papel trascendental en la soluci¨®n del conflicto de Oriente Pr¨®ximo; tambi¨¦n el tradicional pragmatismo de los californ¨ªanos desaparece cada vez que se plantean trasvases del norte al sur de California en ¨¦pocas de, sequ¨ªa, habi¨¦ndose limitado ¨¦stos en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas por razones exclusivamente ambientales. La soluci¨®n de todos estos conflictos es muy compleja, pero requiere ante todo sustituir la emotividad por la racionalidad, el rigor y el sentido com¨²n.
especialista en riegos de la Universidad de California entre 1976 y 1982, es actualmente secretario de Estado de Universidades e Investigaci¨®n.
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