Espa?a, reserva del medio fondo
Ant¨®n, Jim¨¦nez y Ad¨¢n, finalistas de 5.000; De Teresa y Cerezo, semifinalistas de 800
Son de Santo?a (Cantabria), de M¨¢laga, de Vigo, de Logro?o y de !c¨®mo no! de Ojoel, que un soriano no pod¨ªa faltar. Nada que ver, pues, entre ellos, pues tampoco comparten territorios de entrenamiento. Tom¨¢s de Teresa y Jos¨¦ Cerezo estar¨¢n en las semifinales de 800 metros -eliminaron nada menos que a McKean, el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena de ilustres brit¨¢nicos-, mientras que Carlos Ad¨¢n, Anacleto Jim¨¦nez y Abel Ant¨®n, correr¨¢n la final de 5.000. Espa?a, de norte a sur, se va convirtiendo en la reserva continental del medio fondo.En 5.000 metros se ha conseguido el cupo de finalistas, como en 1.500. La sensaci¨®n que dieron Ant¨®n y Jim¨¦nez fue imponente y garantiza la presencia de ambos en la lucha por las medallas el domingo a las 16.115. Ant¨®n entr¨® d¨¦cimo en su carrera, porque en la ¨²ltima vuelta paraliz¨® sus piernas para que corriera su cabeza. Tir¨¦ cuando tuvo que tirar -hab¨ªa pacto para lograr un buen tiempo que permitiera la clasificaci¨®n a diez atletas de esa serie, los cinco primeros por puestos y los cinco siguientes por mejores tiempos- y cuando lo hizo descolg¨® a los dos ¨²ltimos del grupo. Ya s¨®lo quedaban diez y no hab¨ªa m¨¢s que ir echando cuentas para llegar a la meta en menos de 13.40 minutos. Sobraron segundos. Y ser primero que d¨¦cimo era igual.
Jim¨¦nez fue menos sutil en la forma de correr y pregon¨® su buen estado de forma. Para el recuerdo queda cuando tendi¨® la mano hacia atr¨¢s en busca de la de Ad¨¢n, que llegaba azuzado, por si fuera necesario llevarle a rastras hasta la final.
Hubo m¨¢s detalles en la jornada que revelaron el estado de gracia de los fondistas espa?oles. S¨®lo cay¨® eliminado Andr¨¦s D¨ªaz, de La Coru?a. Hubiera sido demasiado que se clasificase. ?l realmente ven¨ªa ocupando el puesto del titular, Luis Javier Gonz¨¢lez, de Madrid, que es, de todos ellos, el mejor. Este se lesion¨® y qued¨® un puesto libre. Cerezo no era mucho mejor que D¨ªaz, pero se clasific¨®. ?Y de qu¨¦ manera! Su inexperiencia (21 a?os y su primer campeonato) la supli¨® con desparpajo. De Teresa tambi¨¦n lo tuvo en la pista y, despu¨¦s, fuera. "Quien quiera ganarme tendr¨¢ que correr de verdad", advierte. De Teresa es mucho m¨¢s experto (campe¨®n europeo junior en 1987 y finalista del Mundial en 1991) y maniobr¨® con mayor soltura en su carrera. Cruz¨® la meta, se gir¨®, busc¨® a alguien entre la grada y alz¨® el dedo pulgar.
Enrique Pascual era el destinatario del gesto. Que su entrenador sea el mismo de Ant¨®n y Cacho no es suficiente aval para ver a De Teresa campe¨®n, lo que tampoco es posible en el 99% de los casos por la presencia de D'Urso (Italia). S¨ª, en cambio, se le apreci¨® un detalle que permite lanzar una apuesta por ¨¦l en la lucha de las medallas. Cambi¨® de ritmo y dej¨® clavado a McKean a falta de 250 metros; en lugar de seguir en progresi¨®n, mantuvo la intensidad del ataque, para volver a cambiar a falta de 80 metros, exactamente lo que hace Cacho cuando quiere jugar con sus rivales. Esa sexta velocidad es la que concede a los atletas la capacidad de distanciarse de los dem¨¢s, una vez que se ha alcanzado la m¨¢xima frecuencia y longitud de zancada. Es, simplemente, el estado de gracia de los campeones.
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