La apoteosis lleg¨® en el marat¨®n
Mart¨ªn Fiz, Diego Garc¨ªa y Alberto Juzdado copan el podio, hito en la historia de la carrera m¨¢s carism¨¢tica
Fue un hecho sin precedentes: tres espa?oles en el podio y, adem¨¢s, en el marat¨®n. El estadio era una locura, porque cuanto acontece en esta carrera se magnifica. Europa aclamaba a sus kenianos, Fiz iba de un lado para otro buscando una bandera, Garc¨ªa daba gritos arrodillado en el suelo, Juzdado era un zombi ... Tardaron diez minutos en dar la vuelta de honor. Abandonaron la pista con los ojos humedecidos y una nube de periodistas les sepult¨®. Quer¨ªan saber qu¨¦ est¨¢ pasando en Espa?a para conseguir ¨¦xitos tan descomunales. El hecho de que tres atletas de un mismo pa¨ªs copen el podio en el marat¨®n es in¨¦dito en la alta competici¨®n. En otras pruebas s¨ª es m¨¢s com¨²n , y en estos mismos campeonatos s¨®lo sucedi¨® el s¨¢bado en el peso con Ucrania.
La gesta fue tomando forma en el kil¨®metro 25. Mart¨ªn Fiz corr¨ªa con el freno de mano puesto. Le molestaba ir tan despacio, porque ¨¦l quer¨ªa hacer el r¨¦cord de Espa?a (2.10.21 horas), pero tambi¨¦n ganar, as¨ª que no iba a hacer la locura de irse hacia la meta en solitario. Esper¨®. Primero eran 20 hombres, luego diez y cuando quedaron cinco -los tres espa?oles y dos portugueses- ya quiso ganar. Aprovech¨® un tir¨®n de Pinto, se fueron los dos, pero la sociedad dur¨® poco tiempo. Entonces escuch¨® un grito: "?Esp¨¦rales!" Mir¨® hacia atr¨¢s y vio venir a Garc¨ªa y Juzdado, que hab¨ªan dejado atr¨¢s a Rodrigues y se dispon¨ªan a rebasar a Pinto.La imagen que perdurar¨¢ a trav¨¦s de los tiempos dur¨® 27 minutos. Garc¨ªa, tirando; a su derecha, ligeramente escorado, Fiz; a su izquierda, Juzdado. Detr¨¢s, muy detr¨¢s, cada vez m¨¢s, Nerurkar (Reino Unido) y los portugueses. Luego se intercambiaron las posiciones en la cabeza: tir¨® Fiz, con Juzdado a su derecha y Garc¨ªa a su izquierda. As¨ª durante nueve kil¨®metros, hasta el 39.
Landa, el directivo-entrenador responsable de los maratonianos, iba como un poseso de un lado para el otro. Se hizo 25 kil¨®metros corriendo por dentro del circuito para emitir consignas al equipo. El fue quien lanz¨® el grito: "?Esp¨¦rales!". Cuando vio que Juzdado se quedaba, ya hab¨ªa permiso para que los tres se disputaran las medallas. El podio estaba asegurado, porque Nerurkar no corr¨ªa en progresi¨®n. Ebrio de alegr¨ªa, seleccion¨® en la misma meta a los tres para los Mundiales del pr¨®ximo a?o: "S¨¦ que puede ser un palo para los dem¨¢s maratonianos, pero ?c¨®mo no voy a garantizar un puesto a estos colosos?".
EI.desenlace final no tuvo m¨¢s emoci¨®n, que las que despertaran los sentimientos. Juzdado se autoelimin¨® para la victoria, porque era el que m¨¢s justo andaba de fuerzas e hizo su carrera por la medalla de bronce durante los tres ¨²ltimos kil¨®metros. Bastante hizo con ir con los otros dos espa?oles y con superar su marca personal.
Diego Garc¨ªa no pudo responder al ataque de Fiz y ¨¦ste inici¨® un solitario camino hacia la gloria. El pacto no hab¨ªa durado m¨¢s tiempo del estrictamente necesario para alejar a los intrusos del podio. Una vez conseguido el objetivo, se levantaba la veda. En realidad, Garc¨ªa tambi¨¦n sab¨ªa que Fizera el m¨¢s fuerte. Apenas vio su cara de sufrimiento bajo la cinta blanca que luc¨ªa en la frente, porque ya se hab¨ªa dado cuenta que podr¨ªa dejarle en cualquier momento.
Fue un marat¨®n tan especial que pocas veces se habr¨¢ mirado en tantas ocasiones para atr¨¢s a fin de colocar posiciones. Primero, cuando Fiz, ya escapado con Rodrigues, trataba de escaparse, pero no demasiado para que se le acercaran los otros dos espa?oles. M¨¢s tarde, en cuanto se quedaron Rodrigues y su compatriota Pinto, para controlar el posible acercamiento de Nerurkar. Despu¨¦s, todo fue m¨¢s claro.
Nada de llegar agarrados de la mano a la meta, ni esperarse unos a otros. La guerra, aunque incruenta, era con fuego real. Los tres llegaron distanciados a la meta, pero lo suficiente cercanos los unos a los otros como para que protagonizaran otra escena para la historia: sobre la pista del estadio, s¨®lo tres hombres; Fiz recorr¨ªa los ¨²ltimos metros, Garc¨ªa sal¨ªa de la curva y Juzdado asomaba por la puerta, de marat¨®n. Fiz gan¨® y se dio la vuelta de inmediato para esperar, con los brazos abiertos, a Garc¨ªa. El grito que lanz¨® ¨¦ste atron¨® sobre el estadio. Se abrazaron y cayeron al suelo. De rodillas vieron aproximarse a Juzdado. Despu¨¦s, la locura que conlleva toda apoteosis.
Europa se preguntaba cu¨¢l es la explicaci¨®n a un fen¨®meno de tal naturaleza, porque jam¨¢s pa¨ªs alguno en la historia del atletismo de alta competici¨®n ha logrado colocar a sus tres maratonianos en el podio. Landa respond¨ªa: "Prepararse a mil metros de altitud. Nosotros lo hemos estado haciendo en Segovia durante los dos ¨²ltimos meses. Cuando se sube m¨¢s alto, que es lo cl¨¢sico, se multiplican los beneficios, pero tambi¨¦n hay p¨¦rdidas, porque no se puede entrenar todo lo necesario a causa de la deuda de ox¨ªgeno. A mil metros, en cambio, se asimila perfectamente un trabajo de 230 kil¨®metros semanales".
En otras pruebas ha habido tripletes y las grandes potencias o los kenianos ya saben lo que es. El marat¨®n, sin embargo, es tan dura que no hay precedentes. Este ¨¦xito permiti¨® a Espa?a ganar tambi¨¦n la Copa de Europa por equipos, que se celebraba conjuntamente por vez primera, para lo que fue imprescindible que puntuara un cuarto hombre. Fue Antonio Pe?a, 320 clasificado, ante las retiradas de Gavela y Montiel. "Yo tambi¨¦n he ganado mi medalla, la de equipos, infinitamente inferior en su valor que la de mis compa?eros, pero que me compensa con creces todo el sufrimiento de los diez ¨²ltimos kil¨®metros. Ten¨ªa la responsabilidad de llegar a la meta y el esfuerzo ha merecido la pena. Por mis compa?eros siento una alegr¨ªa enorme, tanta como la m¨ªa personal", dijo para culminar un d¨ªa memorable.
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