C¨¢ceres: Marceliano
Y he aqu¨ª que el canal se ha convertido en r¨ªo y mi r¨ªo se ha vuelto mar".En nada, hoy, hemos tramado una complicidad con Marceliano Pajuelo P¨¦rez, nacido de familia muy humilde hace 40 a?os en Valdepuente, a la vera de la monta?a de Mont¨¢nchez, en sierra de San Pedro, celebrada por su ganader¨ªa, los higos pasos y la vi?a. Aprendi¨® a leer y garabatear por su cuenta, guardando un reba?o de ovejas y cabras con amo que le pagaba 30 pesetas diarias; viv¨ªa con sus padres y, cada final de mes, le entregaba la soldada a su madre, como lo hac¨ªan sus cuatro hermanos. Era dieciochoa?ero cuando emigr¨® a Alemania, a Gissent precisamente, al lado de Francfort, donde trabaj¨® durante dos a?os en labores de cer¨¢mica y de ayudante de cocina. A los 20 a?os volvi¨® a la patria para hacer la mili en el S¨¢hara cuando Hassan II lanz¨® la marcha verde contra el Frente Polisario: "Fue una ¨¦poca desagradable, como ahora Sarajevo"; en sus 11 meses de servicio militar consigui¨® el carn¨¦ de conducir, que, al t¨¦rmino de la etapa castrense, le fue ¨²til para emigrar a Vitoria como camionero, durante tres a?os. Matrimoni¨® con Hilaria Ag¨²ndez, nativa de Puebla de Obando, provincia de Badajoz. Con sus ahorros retom¨® a Plasencia para montar una empresa de reparto de comestibles; 14 a?os dur¨® la nueva aventura del nuevo conquistador extreme?o, "pero los gastos eran m¨¢s que los ingresos y me arruin¨®", aunque se las apa?¨® para comprar un trailer destinado al transporte de arena: "Pero a los 15 d¨ªas sufr¨ª un accidente al evitar el atropello de una familia en la N-523 de C¨¢ceres a Badajoz; entonces me qued¨¦ a cero totalmente debi¨¦ndole al banco tres millones de pesetas". El fallo del juicio de su accidente le salv¨® de las deudas al castigar la justicia al turismo que le intercept¨® el d¨ªa de autos en la N-523: "Aquel dinero fue como las perras del sacrist¨¢n, que cantando vinieron y cantando se fueron entre abogados y cr¨¦ditos bancarios".
Esperando este fallo encontr¨® acomodo en una finca ganadera y de labor; y trabajando con un tractor, un ventilador le atrap¨® el brazo, "lo cual me cost¨® tres dedos de esta mano izquierda". Durante los 22 meses de baja cobr¨® 52.000 pesetas mensuales; ya ten¨ªa cuatro hijos "y lo pas¨¢bamos muy apurado; mi mujer cay¨® enferma por todo lo que nos ocurr¨ªa y cogi¨® una depresi¨®n nerviosa, lo cual hoy est¨¢ ingresada en el hospital desde el pasado d¨ªa 27 de julio; llevamos tres a?os de m¨¦dicos, est¨¢ fastidiada en una sala de psiquiatr¨ªa". En 1992, dado de alta del accidente, trabaj¨® como repartidor de productos alimenticios, "pero por mediaci¨®n de la mano lastimada tuve que dejarlo porque no aguantaba el peso de las cajas de mercanc¨ªa"; y mont¨® un bar en las afueras de C¨¢ceres; la enfermedad de su esposa le oblig¨® a dejarlo por falta de manos que lo atendieran; y lleva 18 meses como ch¨®fer de un taxi, "lo cual haremos huelga el d¨ªa 5 del pr¨®ximo septiembre contra el Ayuntamiento para que obligue a los autobuses de l¨ªnea a dejar los pasajeros en las estaciones y no desperdigados en lugares diferentes de la ciudad. Que lo sepa el alcalde: nosotros somos los ¨²nicos que velamos un poco a C¨¢ceres durante la noche; el taxi est¨¢ fastidiado; hay d¨ªas que hacemos de caja 1.600 pesetas". Su hijo Antonio tiene 15 a?os; Mar¨ªa Jes¨²s, 12; Mirian, 6, y Marta, 5: "Nos defendemos mal y preferir¨ªa que mi hijo fuera futbolista antes que pol¨ªtico, aunque el f¨²tbol est¨¢ corrompido por la pol¨ªtica; mis hijas son guapetonas y me gustar¨ªa que fueran humildes, pero respetuosas... Tal como est¨¢ la vida no se sabe lo que puede pasar con los hijos". Los Pajuelo viven en un piso de 62 metros cuadrados; Marceliano aspira a que sus hijos no pasen hambre. Ha volado mucho, "pero soy como las palomas mensajeras, vuelvo al palomar". Le encanta Extremadura: "Me gusta ir a la sierra a ver los alcornoques con su corcho, y las jaras, los tomillos".
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