Monstruos de hoy
La leg¨ªtima y aut¨®ctona serpiente del verano madrile?o ha sido el monstruo de Legan¨¦s, heredero l¨²dico y festivo de la controvertida criatura del brumoso lago escoc¨¦s, presunto drag¨®n jur¨¢sico y mitol¨®gico cuya existencia ha sido recientemente desmentida por un anciano bromista arrepentido que, si hemos de creer en lo que nos cuentan los peri¨®dicos, que ya es mucho creer, invent¨®, fabric¨®, bot¨® y fotografi¨® con sus c¨®mplices un drag¨®n de pacotilla y cart¨®n piedra en las oscuras aguas del lago Ness para burlarse de la credibilidad de las gentes sencillas y de los reporteros sensacionalistas. El juego de palabras, el retru¨¦cano que ha dado origen al fon¨¦tico monstruo de Legan¨¦s, nace de un chiste, an¨®nimo como todos los buenos chistes, que luego masacran infames caricatos televisivos. Aunque la transcripci¨®n de un chiste verbal es casi siempre una traici¨®n, el referido chascarrillo dec¨ªa m¨¢s o menos as¨ª: "?Y t¨² de d¨®nde eres? De Legan¨¦s... Ah, ya, de donde el monstruo".
El emergente Nessi de Legan¨¦s no ha convencido en su primera aparici¨®n sobre el lago local, a muchos espectadores que esperaban algo m¨¢s terror¨ªfico, y menos de Disney. Un monstruo m¨¢s monstruo, m¨¢s mitol¨®gico que ecol¨®gico, menos pedag¨®gico y m¨¢s teratol¨®gico. Pero el que Nessi se represente como una mascota inflable de guarder¨ªa, totalmente domesticada, es lo de menos. Lo m¨¢s significativo de la irrupci¨®n del presunto monstruo de Legan¨¦s es la voluntad de afirmar sus se?as de identidad, creando sus propias fiestas, ritos y ceremonias, de los pobladores. de una ciudad que dej¨® de ser pueblo, pero se niega a ser ciudad-dormitorio.
El nombre de Legan¨¦s se asoci¨® durante muchos a?os, de un tiempo felizmente extinto, al de su c¨¦lebre manicomio. Hoy los saludables locos que viven y duermen dentro de sus confines hacen uso de la imaginaci¨®n para sentar las bases de una tradici¨®n castiza. No es un caso ¨²nico, ni tampoco un fen¨®meno exclusivo de localidades faltas de historia y de folclor. Las fiestas acu¨¢ticas de Vallecas, que reivindican su imposible vocaci¨®n mar¨ªtima, los motines de Aranjuez y otras tantas fiestas inventadas, recreadas o recuperadas, como los carnavales, dan fe del leg¨ªtimo orgullo, nacionalismo m¨ªnimo y pac¨ªfico, ecl¨¦ctico y l¨²dico, de muchos pueblos de la provincia de Madrid y de la viveza de sus municipios.Mientras, las fiestas de la capital auton¨®mica, sin despreciar un ¨¢pice, las tradicionales y aut¨¦nticas verbenas de barrio, como las de san Cayetano y la Paloma, languidecen y se petrifican en pura arqueolog¨ªa, antolog¨ªa, de chotis y zarzuelas, cutres quermeses y burdas comedias de comedi¨®grafos justamente olvidados, maquilladas con falsos oropeles de vanguardia y subvencionadas sin mucha generosidad.
Marginales y perif¨¦ricas, las verbenas madrile?as han perdido, entre el estr¨¦pito ac¨²stico y el v¨¦rtigo tecnol¨®gico de las modernas m¨¢quinas centrifugadoras, las pl¨¢cidas cabalgatas de los tiovivos y, sobre todo, el morboso e inquietante artificio de los fen¨®menos de feria, de los presuntos monstruos de barraca que fascinaron e inspiraron a Ram¨®n G¨®mez de la Serna y avivaron la prosa, tan c¨¢ustica como su paleta, de Guti¨¦rrez Solana, retratista, implacable e ir¨®nico de la mujer ara?a: "Que borda preciosas labores, canta y sabe tres idiomas", del hermafrodita "que ni es hombre ni es mujer" y de miss Post, imponente y brit¨¢nica mujer barbuda con hechuras de alabardero y pechos de ama de cr¨ªa.
El ciudadano de la capital ha de desplazarse inevitablemente a las afueras de la urbe, y, sobre todo, a los pueblos de la provincia, para volver a respirar el empalagoso aroma de la fritanga churrera, saborear el leg¨ªtimo pincho moruno, braseado por un leg¨ªtimo chef magreb¨ª tocado con su fez rojo y vibrar con la desmelenada y febril ret¨®rica del inmutable locutor de t¨®mbola. Las fiestas de la capital son otra cosa, ni chicha ni limon¨¢, ni bacanal populachera ni culta velada musical, ni charanga de pueblo ni concierto estelar, fiestas vergonzantes y de medio pelo. Contra el presunto derroche festero de los a?os de Tierno, la r¨¢cana austeridad y el lamentable criterio de los mun¨ªcipes conservadores que, contra natura, monstruosamente, parecen dispuestos a barrer de un gorrazo la tradici¨®n l¨²dico-er¨®tico-festiva del pueblo de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.