?Que vienen los h¨²ngaros!
Un grupo madrile?o aprovecha el verano para rescatar a ritmo de mula el teatro de los juglares
La funci¨®n ha terminado. La gente del pueblo regresa a casa, cada uno con su silla. En la plaza s¨®lo quedan los curiosos de siempre preguntando por esto o por lo otro (muchos sobre el car¨¢cter y los a?os de la mula Juana) y los cuatro actores, que desmontan el escenario. Guardan despu¨¦s los t¨ªteres y los trajes en una cesta, la cesta en un carromato, y el carromato, al paso de la mula, enfila, como cada noche, el camino de un r¨ªo. Hoy se duerme bien al aire libre porque hace buen tiempo y porque se ha actuado."A pesar del agotamiento del d¨ªa, si trabajas, cuando te metes en el saco, descansas, por la simple satisfacci¨®n", comenta David Virosta, uno de los cuatro integrantes de Teatro Elfo, de Madrid, que ha recorrido m¨¢s de 300 kil¨®metros por tierras de Castilla llevando a los pueblos el teatro de la manera m¨¢s antigua que existe: unos actores, un carro, una mula, un camino y un p¨²blico al que buscar.
Esto no quiere decir que el espect¨¢culo que ofrece Elfo sea primitivo: son titiriteros y actores. Combinan los t¨ªteres con la representaci¨®n de La cabeza del drag¨®n, de Valle-Incl¨¢n.
"Si no lo hici¨¦ramos bien, con profesionalidad, todo esto del carro no tendr¨ªa sentido", comenta Juan Pedro Schwartz, de 28 a?os, otro de los integrantes. "Cuando te dedicas a esto puedes acabar en el elitismo; por eso est¨¢ bien representar ante la gente del pueblo y convivir con ellos", a?ade.
En cuanto amanezca se pondr¨¢n de nuevo en camino. Al paso de la mula aprenden agricultura, geograf¨ªa o zoolog¨ªa. La agricultura se la ense?an los mismos campos y las conversaciones que mantienen con los labradores que se tropiezan. La geograf¨ªa, un mapa en el que trazan cada d¨ªa la ruta a seguir, prefiriendo siempre los caminos a las carreteras. De la zoolog¨ªa se encarga un hermano de David experto en ornitolog¨ªa, que acompa?a, por puro placer, al grupo. Armado con unos prism¨¢ticos persigue p¨¢jaros y luego adoctrina a los dem¨¢s. Por eso no es extra?a la frase de David: "Ocurren muchas cosas en una hora cuando la pasas andando".
Llegar¨¢n a cualquier pueblo peque?o y buscar¨¢n al alcalde, que puede estar en el campo trabajando, en el Ayuntamiento o en el bar. La gente les flama h¨²ngaros cuando los ve aparecer por la calle, y los m¨¢s viejos les cuentan historias de cuando no hab¨ªa televisi¨®n y cada tres meses un carromato de gitanos tra¨ªa al pueblo otro teatro parecido.
"Aunque, sinceramente, lo que m¨¢s les llama la atenci¨®n es la mula; ahora es dificil ver animales en los pueblos", dice David. Tan dif¨ªcil que ¨²ltimamente han tenido problemas para encontrar un herrero y Juana empieza a padecer con las herraduras que lleva.
A los integrantes de Elfo una de las cosas que m¨¢s les asombra es que los j¨®venes no parecen interesarse por su espect¨¢culo. "Es una mezcla de falta de curiosidad e ignorancia", cuentan.
El responsable de la obra, Jos¨¦ Luis Duque, de 37 a?os y 15 en Teatro Elfo, explica que siempre le gust¨® lo de la filosofia del carro. "Acompa?aba a mi padre, que era agricultor, en el carromato, y de ah¨ª siempre he tenido la ilusi¨®n de recorrer los pueblos as¨ª", dice Jos¨¦ Luis, que sue?a con hacer lo mismo alg¨²n d¨ªa en Latinoam¨¦rica.
"Esto es una forma de vida, no s¨®lo una manera de hacer teatro; en Madrid hay siempre problemas, burocracias, l¨ªos", dice David. Con el carro todo es m¨¢s simple, pero tambi¨¦n m¨¢s duro. Se trata de pedir al alcalde 20.000 pesetas, y si acepta bien, si no, pues m¨¢s adelante hay otro pueblo. No en vano han actuado ya 18 veces. A las 20.000 pesetas hay que a?adir las 10.000 o 15.000 que sacan de pasar la gorra.
El 24 de agosto volver¨¢n a preocuparse de las actuaciones en Madrid y de buscar subvenciones para seguir trabajando. Mientras tanto, si el alcalde en cuesti¨®n est¨¢ de acuerdo, organizar¨¢n un pasacalle para anunciarse: los. h¨²ngaros han llegado, se?ores, saquen la silla (y algo de suelto). La funci¨®n va a comenzar.
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