Venezuela en sombras
El Gobierno de Caldera libra su guerra a ultranza contra la corrupci¨®n mientras la democracia boquea
Historiadores de los cuartos de banderas atribuyen al difunto presidente R¨®mulo Betancourt una salut¨ªfera doctrina de apaciguamiento castrense: a los militares, ca?a [aguardiente], plata y putas. El general retirado ?scar ?lvarez admite que algo de eso hubo en sus a?os, cuando cada academia, cada cuartel, cada comandancia fueron org¨ªas donde comenz¨® a transfundirse el partidismo. Medio siglo despu¨¦s del alzamiento que implant¨® una Junta C¨ªvico-Militar encabezada por Betancourt, el presidente Rafael Caldera interviene bancos, ocupa bienes, detiene depredadores y establece controles aplaudidos por la mayor¨ªa indigente, sobrada de ca?a, pero sin fondos para vivir bien o frecuentar burdeles. Surge entonces la pregunta: ?Convienen a Venezuela medidas que aquietan el clamor de las rancher¨ªas pero asustan a inversores y empresas?"Nunca tuve derechos", dice Mariolga. La suspensi¨®n de libertades y garant¨ªas constitucionales decretada en junio por el Ejecutivo apenas incomoda, pues, a esta empleada de 28 a?os, que apura un brandy con cacao en una apartada cafeter¨ªa de Caracas. Tampoco le sorprendieron las primeras redadas contra una supuesta trama, golpista, ni parece preocuparle mucho c¨®mo acabar¨¢ este nuevo episodio del embrollo nacional. Mariolga, como muchos de sus compatriotas pocas veces se sinti¨® protegida por la legislaci¨®n y vive completamente ajena a las zozobras de las sucesivas intentonas, pretorianas o civiles, por reparar un Estado con las bielas fundidas. "Igual me da Caldera, Carlos Andr¨¦s P¨¦rez o los militares. Aqu¨ª hemos tenido mucho petr¨®leo y nadie arregl¨® nada; a ver si esta vez tenemos suerte". Marcos, de 37 a?os, mec¨¢nico, se despide fatalista a los 30 segundos de entablar el di¨¢logo: "Mejor ignorar lo que ocurre".
El reino del hampa
Son las 10.39 de la noche y el tr¨¢fico por la arteria principal de una de las capitales m¨¢s peligrosas de Am¨¦rica Latina es m¨ªnimo. "A Caldera no le ha hecho falta establecer el toque de- queda. El hampa lo hizo hace muchos a?os". La polic¨ªa no da abasto y los excesos de muchos age9tes empa?an su imagen. Mi compa?ero, al volante de un trasto con casi medio mill¨®n de kil¨®metros, un profesional espa?ol residente en Venezuela hace 10 a?os, observa por el- retrovisor un coche patrulla y aminora la velocidad con comentarios en voz alta que asustan. "?Qu¨¦ querr¨¢n?", se pregunta inquieto. "Muchos tienen m¨¢s miedo a la polic¨ªa que a los mlandros (delincuentes). A algunos los han matado como a perros".La patrulla se pierde en un cruce mientras contin¨²a la excursi¨®n nocturna por avenidas y callejones de esta urbe de clima excepcional, gente agradable, s¨®rdidas guaridas, rejas en las primeras alturas de los domicilios pudientes y muchas prisas entre los peatones sorprendidos por la noche. "Gan¨® Brasil el Mundial y aqu¨ª lo celebraron a tope, como si hubiera sido Venezuela. Se agarran a un clavo ardiendo. Necesitan ilusionarse, con algo, y como ven que el Gobierno mete mano a los m¨¢s ricos y promete limpieza, est¨¢n contentos".
?Levantar las garant¨ªas? "!Ay, no! Imag¨ªnese con tantos ladrones sueltos", dice Mar¨ªa en un puesto ambulante. Es la solidaridad ignorante, reprochan al gunos pol¨ªticos contrarios a una excepcionalidad que fue, acepta da por la oposici¨®n temiendo que 1 a una fuerte resistencia siguiera un cesarismo totalitario o la convocatoria de un refer¨¦ndum que a buen seguro ganar¨ªa Caldera. La oposici¨®n espera que una vez aprobadas en el Par amento las nuevas leyes se levantar¨¢ la suspensi¨®n de garant¨ªas.
En una sesi¨®n conjunta del Congreso Nacional, el ministro del Interior, Ram¨®n Escovar Salom, contestaba a quienes restan valor al apoyo popular a las medidas porque el pueblo es iletrado. "No hay sino un solo pueblo, y no se le podr¨ªa decir sin insultarlo y sin agredirlo que es porque no sabe, porque entonces podr¨ªa ponerse en quiebra hasta la soberan¨ªa nacional y los mandatos surgidos de esa soberan¨ªa, puesto que podr¨ªa decirse tambi¨¦n que alguien fue elegido porque el pueblo no sab¨ªa a qui¨¦n elegir".
El pueblo eligi¨® hace cinco meses, con el 34% de los votos, a un hombre de 78 a?os de dilatada filiaci¨®n democristiana, que gobern¨® Venezuela entre 1968 y 1973, y nunca fue un entusiasta del neoliberalismo. En las c¨¢balas sobre sus intenciones se le emparenta ahora con el chileno Salvador Allende, el peruano Alberto Fujimori, o le pintan barbas caribe?as las lumbreras del an¨¢lisis. El comentarista Earle Herrera piensa que la ¨²nica l¨ªnea coincidente de Caldera con Allende estar¨ªa en la probidad y perseverancia de ambos. "Con Fujimori, ninguna". Los ¨²ltimos acontecimientos, las actuaciones oficiales ante una crisis financiera tremenda, parecen demostrar que Caldera trata de hacerse camino al andar sin saber a¨²n la definici¨®n del modelo.
En este pa¨ªs, 21 millones de negros, mulatos, mestizos, zambos prietos, cuarterones y blancos criollos arriba, se habl¨® de salto atr¨¢s cuando- el color del hijo era m¨¢s oscuro que el de la madre. En ¨¢mbitos econ¨®micos comprometidos con el liberalismo y la inversi¨®n se califican de salto atr¨¢s la prolongaci¨®n de los controles del cambio y los precios impuestos hace seis semanas por el presidente, sospech¨¢ndose que puedan estar haciendo la cama a la prometida apertura, econ¨®mica y sean precursores de pr¨¢cticas estatistas fracasadas. Ni entonces hubo equidad en el reparto de la riqueza, ni tino en la administraci¨®n pol¨ªtica; la corrupci¨®n se despach¨® a su gusto, y el alegre consumo de las rentas petroleras prepar¨® el actual atraso. Los ¨ªndices sociales m¨¢s lamentables de Venezuela, y de otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, parecen reclamar democracias abiertas a la iniciativa privada y Gobiernos comprometidos con la justicia distributiva.
?Y la tropa venezolana? El comandante Hugo Ch¨¢vez, golpista el 4 de febrero de 1992, con presunci¨®n bolivariana, hace campa?a en los llanos y serran¨ªas, y se alza de brazos en los comedores caraque?os con so flamas revolucionarias que con mueven a los venezolanos abatidos por- el fracaso de la gesti¨®n terrenal. La jefatura de las Fuer zas Armadas se muestra obediente al poder civil y en la tercera semana de julio 2. 000 oficiales se cuadraron en Fuerte Tiuma en apoyo de Caldera. No lo hace el ex presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, que cumple prisi¨®n domiciliaria con cargos de corrupci¨®n en su finca La Ahumada, a 20 kil¨®metros de la capital. "La situaci¨®n es realmente grave porque se han creado en el pa¨ªs expectativas que no pueden ser cumplidas", declara en su despacho de La Casona. "Hemos vuelto a la pol¨ªtica del paternalismo estatal y de los controles. Y me parece que se trata de esas cosas provisionales para siempre".
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