Lealtad al Pacto
LA CASA est¨¢ ardiendo, pero nadie interviene: los vecinos est¨¢n discutiendo sobre si conviene utilizar mangueras o extintores. Tras dos a?os de atentados muy espaciados, ETA ha asesinado a 10 personas en los ¨²ltimos cuatro meses: los transcurridos desde que, el esc¨¢ndalo Rold¨¢n -la evidencia de que el encargado de perseguir a los terroristas era un delincuente- situ¨® al Estado, y en particular a su aparato policial, en una posici¨®n de debilidad moral. En medio de esa ofensiva terrorista, y tras un atentado de transparente intencionalidad desestabilizadora, los partidos democr¨¢ticos se enzarzan en una pol¨¦mica absurda sobre un aspecto marginal de la lucha antiterrorista. Para regocijo de los terroristas mismos.Los pactos antiterroristas nacieron para evitar eso: que la ansiedad creada por la violencia se tradujera en enfrentamientos entre las fuerzas democr¨¢ticas sobre la mejor forma de hacerle frente (a favor o en contra de las extradiciones, de la dispersi¨®n de presos, de entablar conversaciones con HB, etc¨¦tera).
En febrero de 1993, el XI Congreso del Partido Popular (PP) aprob¨® una resoluci¨®n en favor de poner l¨ªmites a la oferta de reinserci¨®n incluida de manera gen¨¦rica en el Pacto de Ajuria Enea. L¨ªmites temporales (una fecha tope) y respecto al tipo de delitos (excluir los asesinatos). Desde entonces, ese asunto ha sido motivo de intermitente pol¨¦mica en el Pa¨ªs Vasco. Sobre todo entre el PNV y el PP, aunque en todos los partidos han surgido voces que, en un momento u otro, han expresado sus dudas sobre el asunto: el lehendakari, J¨¢¨²regui, Onaind¨ªa, entre otros, han advertido a ETA que la generosidad de la oferta contenida en el Pacto de Ajuria Enea podr¨ªa darse por clausurada un d¨ªa si persist¨ªan en su actitud. El PP se ha limitado a considerar que ese d¨ªa ha llegado; acusarle por ello de haber roto el Pacto resulta bastante hip¨®crita.
Esas advertencias demuestran que la oferta de reinserci¨®n -indultos y revisiones de grado con criterio generoso- se inscrib¨ªa -al firmarse el Pacto, en 1988- en la perspectiva de un final dialogado de ETA. Si se ha mantenido pese a que esa perspectiva ha ido alej¨¢ndose es porque se ha revelado ¨²til para provocar deserciones y divisiones en el mundo radical. Como contrapartida, ha proyectado una imagen de impunidad tan desmoralizadora para la poblaci¨®n c¨®mo estimulante para las nuevas generaciones de activistas, convencidos de que la amnist¨ªa es una reivindicaci¨®n que tienen ganada de antemano. Algunos partidos nacionalistas han alimentado esa imagen con declaraciones rid¨ªculas que presentaban el asunto como si se tratase de un derecho de los etarras presos.
Sopesar esos aspectos contradictorios de la experiencia es algo que corresponde a los firmantes del acuerdo. Los argumentos del PP -aunque el momento y el tono sean claramente inoportunos- son dignos de ser considerados. La reinserci¨®n es un aspecto no esencial del consenso antiterrorista y la existencia de divergencias no deber¨ªa comprometer su continuidad. El PP, por otra parte, no ha probado su acusaci¨®n de que la reinserci¨®n de presos condenados por delitos de sangre ha pasado de excepcional a ha bitual. El conflicto surgido revela, en todo caso, un problema de falta de informaci¨®n que debe subsanarse. Ser¨ªa absurdo, sin embargo, que los partidos se atribuyeran una especie de derecho de veto sobre las iniciativas del Gobierno sobre esta cuesti¨®n, Lo exigible es que lo que se haga, aunque el criterio sea pol¨ªtico, se ajuste a la legalidad. Dicho esto, hay que a?adir que el principio central del Pacto de AJuria Enea es la oposici¨®n de los partidos democr¨¢ticos a que ETA pueda obtener beneficios pol¨ªticos de su recurso a la violencia. La autov¨ªa de Leizar¨¢n es un monumento a la vulneraci¨®n. de ese principio. Pero el Pacto supone tambi¨¦n el compromiso de los firmantes de, renunciar a sacar partido ellos mismos de los efectos de la violencia. Una de las consecuencias de ese principio es la renuncia a cualquier utilizaci¨®n demag¨®gica de la tensi¨®n que los atentados suscitan en la poblaci¨®n. Ojal¨¢ que Aznar no tenga que arrepentirse un d¨ªa de haber seguido, en un asunto tan delicado, la v¨ªa del antigubernamentalismo de trazo grueso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Pol¨ªtica nacional
- Pacto Ajuria Enea
- Pactos pol¨ªticos
- EAJ-PNV
- Presidencia Gobierno
- PP
- Gobierno auton¨®mico
- Comunidades aut¨®nomas
- Pactos antiterroristas
- PSOE
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Pol¨ªtica antiterrorista
- Gobierno
- Lucha antiterrorista
- Pa¨ªs Vasco
- ETA
- Administraci¨®n Estado
- Grupos terroristas
- Partidos pol¨ªticos
- Espa?a
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Terrorismo