Cuba s¨ª, dictadura no
Los, acontecimientos de La Habana, no por esperados son menos reveladores del dilema en el que se encuentra la dictadura castrista: si no hay reformas se producen estallidos sociales; si el Gobierno cubano avanza en las reformas econ¨®micas de ajuste el estallido ser¨¢ a¨²n mayor. En efecto, un ajust¨¦ significa terminar o reducir los subsidios de todos los servicios b¨¢sicos, cerrar f¨¢bricas ineficientes, cobrar la energ¨ªa a precios de mercado y cobrar IVA e impuestos sobre las rentas, etc¨¦tera... ?C¨®mo se puede hacer todo eso con un salario medio de menos de dos d¨®lares al mes?Pero ese dilema, ese nudo cotidiano, tiene una soluci¨®n pol¨ªtica. La penuria econ¨®mica de Cuba tiene un origen y explicaci¨®n en la dictadura de Castro, ya que aquella isla ha tenido durante siglos un nivel de vida muy superior al de la Espa?a peninsular. La soluci¨®n es libertad y democracia, ¨²nica f¨®rmula de liberar y canalizar el enorme potencial de Cuba. Y llegado a ese punto de convencimiento, en el que incluso se encuentran altos dirigentes del partido comunista Cubano y del Gobierno, la cuesti¨®n es si Castro facilita el inicio de la transici¨®n o se opone frontalmente al cambio pol¨ªtico. Hasta el momento ha. hecho lo segundo.
Pero dejemos a Castro deshojar la margarita sobre su propio final, su duda hamletiana sobre su desaparici¨®n que, no hay que temer, no llegar¨¢ al extremo de Hitler, aunque s¨®lo sea porque Castro es menos loco y suicida que el dictador nazi.
Desde Espa?a se impone una reflexi¨®n sobre las cosas que hemos hecho hasta ahora y, sobretodo, sobre la forma en que podemos ayudar mejor al pueblo de Cuba y defender los intereses y numerosos v¨ªnculos hist¨®ricos de todo tipo entre Cuba y Espa?a. Dejando al margen la posici¨®n de la izquierda jur¨¢sica espa?ola, que apoya t¨¢cita o expresamente al tiranosaurio, la pol¨ªtica del Gobierno socialista- ha consistido en suministrar ayuda econ¨®mica al Gobierno cubano, tratar de convencer a Castro para que facilite el cambio pol¨ªtico, apoyar los movimientos reformistas de dentro y fuera del r¨¦gimen y evitar molestar a Castro concediendo el asilo pol¨ªtico a los ciudadanos cubanos que lo solicitan en Espa?a. Pues bien, hay que decir que esa pol¨ªtica ha fracasado. Ni han mejorado las condiciones de vida de los cubanos ni hay avances en el respeto de los derechos humanos dentro de Cuba. Los testimonios de los m¨¢s destacados disidentes cubanos no pueden ser m¨¢s claros y terminantes: los derechos humanos est¨¢n hoy peor en Cuba que hace un a?o y no se ha iniciado una fase de liberalizaci¨®n pol¨ªtica previa necesaria en los procesos de transici¨®n democr¨¢tica.
Si la pol¨ªtica oficial espa?ola no ha dado los frutos esperados, ?no estaremos perdiendo posiciones frente a otras pol¨ªticas e intereses en Cuba? En la pr¨¢ctica, la imagen que Felipe Gonz¨¢lez transmite en Cuba, y ante la opini¨®n p¨²blica internacional, es que Espa?a apoya a Castro, facilita las inversiones espa?olas en Cuba en condiciones ventajosas y que el Gobierno de Espa?a dificulta cuanto puede el asilo de los cubanos que huyen de Cuba. La pol¨ªtica del Gobierno espa?ol hacia Cuba, en la pr¨¢ctica, produce apoyos t¨¢citos o expresos a Castro.
Un buen ejemplo es la petici¨®n del levantamiento del embargo de Estados Unidos sobre el comercio exterior norteamericano con Cuba. Es evidente que el embargo perjudica sobre todo al pueblo cubano y que Castro utiliza el bloqueo como una explicaci¨®n o excusa de la ineficiencia del sistema. Pero no es menos evidente que un levantamiento unilateral del embargo, por parte de Estados Unidos, ser¨¢ presentado por el eficaz aparato de propaganda castrista como un triunfo pol¨ªtico de la revoluci¨®n. Lo l¨®gico es solicitar el levantamiento progresivo del embargo, juntamente con acciones pol¨ªticas del r¨¦gimen castrista, concretas y verificables, en cuanto a las libertades y mejoras de los derechos humanos en la isla. Por cierto, en Cuba hay casi tres mil presos pol¨ªticos y la amnist¨ªa ser¨ªa una buena muestra de avance en este sentido.
Frente a la pol¨ªtica socialista, que se percibe en Cuba como la acci¨®n de los espa?oles, se encuentra la pol¨ªtica norteamericana (nuestros competidores en el Caribe desde hace 200 a?os) como. el polo opuesto de referencia. Los norteamericanos emergen ante los ojos d¨¦ los cubanos, residentes en Cuba o en el exilio, como los mayores (y casi exclusivos) enemigos de Castro y del r¨¦gimen dictatorial; los norteamericanos se oponen a las inversiones que finalmente sirven sobre todo al Gobierno cubano; el Gobierno de EE UU ha acogido a cientos de miles de exiliados cubanos mientras el Gobierno - espa?ol dificulta el permiso de acogida en Espa?a de apenas unos cientos de ciudadanos que huyen de Cuba, de la falta de libertad y condiciones de vida insoportables.
Espa?a no tiene porqu¨¦ hacer respecto a Cuba la misma pol¨ªtica que Estados Unidos, por muchas y diversas razones que no vienen ahora al caso. Pero eso no significa que sea acertado que el mensaje que transmite el Gobierno socialista sea que Espa?a, a diferencia de Estados Unidos, apoya a Castro. En efecto, bajo la tesis del Gobierno de que la ¨²nica pol¨ªtica razonable es la actual forma de apoyar la transici¨®n pol¨ªtica en Cuba, hay otra pol¨ªtica posible que consiste en apoyar la transici¨®n democr¨¢tica en Cuba sin facilitar un solo bal¨®n de ox¨ªgeno al dictador.
Se impone, por tanto, un giro en nuestra relaci¨®n con Cuba. Por motivos morales evidentes, pero tambi¨¦n por la defensa del inter¨¦s nacional. Se trata de ayudar claramente al pueblo cubano, no al Gobierno. Para ello, lo primero es conseguir canalizar directamente la ayuda humanitaria que facilitamos los contribuyentes y el conjunto de los ciudadanos espa?oles. C¨¢ritas y la Iglesia cat¨®lica tienen prohibido ejercer directamente la ayuda e intentan desde hace a?os poder ejercer libremente algo tan ele mental como la ayuda humanitaria. Los conciertos pop de solidaridad con Cuba y las aportaciones de ayuntamientos y gobiernos aut¨®nomos espa?oles est¨¢n muy bien, siempre que el r¨¦gimen dictatorial no pueda ' utilizarlo como instrumento para atribuir se apoyo pol¨ªtico expl¨ªcito y. de sinteresado del pueblo y del Gobierno espa?ol a la revoluci¨®n, es decir, a la dictadura. Esto es lo que Castro ha hecho hasta ahora y ya es tiempo de alterar la forma y presentaci¨®n de la ayuda espa?ola.
Ser¨¢ muy dif¨ªcil borrar o alterar la imagen acu?ada durante a?os sobre el apoyo dado por Espa?a a Castro, pero a¨²n estamos a tiempo de modificar las iniciativas pol¨ªticas que la experiencia. ha demostrado que no son acertadas. Con la salvedad de nuestro magn¨ªfico y profesional servicio exterior en La Habana (desde el embajador Lojendio a hoy) y el apoyo dado a la oposici¨®n democr¨¢tica de dentro y fuera de Cuba, hay muchas cosas que cambiar en la pol¨ªtica espa?ola respecto a Cuba. Se trata de aplicar otra pol¨ªtica, de conseguir, que cualquier iniciativa del Gobierno de la naci¨®n y de las diversas ayudas de la sociedad espa?ola a Cuba sean presentadas y, percibidas como una ayuda al pueblo cubano, no a la dictadura castrista. As¨ª de simple y as¨ª de sencillo.
Guillermo Gort¨¢zar es secretario de formadi¨®n del Partido Popular.
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