El esc¨¢ndalo de la diversi¨®n
Se produjo un gran esc¨¢ndalo en la plaza, pero la mayor parte del p¨²blico se divirti¨® de lo lindo. Mientras los areneros recog¨ªan los restos de comida y botes de refrescos que hab¨ªan ca¨ªdo al ruedo, los espectadores coreaban insultos al presidente y hac¨ªan la ola. Y lo insultaban porque le hab¨ªa negado la segunda oreja a Jesul¨ªn, cuando le ten¨ªan que haber levantado un monumento porque nunca una negativa presidencial produjo un alboroto m¨¢s divertido.A fin de cuentas, la verdad sea dicha, el culpable de todo fue el propio torero, que tore¨® muy mal y mat¨® peor a un toro encastado y noble. Divirti¨® mucho, pero luci¨® muy poco. Y el presidente cumpli¨® el Reglamento: le concedi¨® la primera oreja, que pidi¨® un p¨²blico enfervorizado, y le neg¨® la segunda, que es competencia suya. Impert¨¦rrito, petrificado en su silla, aguant¨® una bronca fenomenal, mientras los espectadores de sol tiraban botes de refrescos y el torero no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Al final, la, vuelta al ruedo apote¨®sica, la ola, los insultos y un recuerdo inolvidable.
Domecq / Rinc¨®n, Jesul¨ªn, Finito
Toros del Marqu¨¦s de Domecq, muy c¨®modos de cabeza, sospechosos de pitones, flojos y nobles; lo y 5?, encastados.C¨¦sar Rinc¨®n: estocada (oreja); media baja -aviso- y un descabello (oreja). Jesul¨ªn de Ubrique: dos pinchazo y el toro se echa (palmas); bajonazo (oreja). Finito de C¨®rdoba: dos pinchazos, un descabello -aviso(ovaci¨®n); estocada baja (ovaci¨®n). Plaza de toros de Almer¨ªa, 23 de agosto. 3a corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
Lo que no quedar¨¢, sin duda, en el recuerdo de los aficionados es el toreo de Jesul¨ªn a ese toro, con el que estuvo acelerado, sin alma y sin fondo. Emocion¨® la casta del animal, pero no luci¨® por la vulgaridad del torero. En su primero nada pudo hacer porque era un inv¨¢lido, un aut¨¦ntico cordero degollado al que intent¨® torear con la muleta retrasada.
Acusan al presidente de severo; lo es y salen unos toros sospechosos de pitones, comod¨ªsimos de cabeza y mal presentados, luego qu¨¦ ocurrir¨ªa si no lo fuera.
Encastado, pero muy sospechoso, era el primero de C¨¦sar Rinc¨®n; bravo en el caballo, lleg¨® al tercio final con recorrido y trote alegre. Su segundo, mejor presentado, fue m¨¢s d¨®cil. Ambos le ofrecieron la posibilidad de faenas grandes, pero Rinc¨®n prefiri¨® lucir su experiencia y dejar la grandeza para otro d¨ªa. Tore¨® por ambos lados sin emplearse a fondo. Abus¨® del pico y aprovech¨® la alegr¨ªa de los tendidos. Lo mejor fue la estocada en la suerte de recibir con la que mat¨® a su primero.
Finito qued¨® como convidado de piedra. Ni cort¨® orejas, ni protagoniz¨® esc¨¢ndalo, ni tore¨®. O sea, que se pod¨ªa haber quedado en su casa. Sus dos toros, flojos y nobles, le permitieron algo m¨¢s que su propia apat¨ªa. No le sali¨® nada a derechas. Bueno, una cosa, si: el pico. Si la muleta no tuviera pico, es posible que Finito no fuera torero. Mal, sin paliativos, sin entrega y sin ilusi¨®n.
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