Ir¨¢n no quiere repetir con Taslima Nasrin lo sucedido con Rushdie
Taslima Nasr¨ªn, la escritora bangladesh de 31 a?os que escap¨® recientemente de su pa¨ªs y reside ahora en Suecia, puede respirar con relativo alivio: el militante clero shi¨ª de Ir¨¢n no parece tener intenciones de sumarse a los integristas musulmanes de Bangladesh, que la han condenado a muerte por blasfemia. "No habr¨¢ otro caso Rushdie", admiten funcionarios iran¨ªes entrevistados en d¨ªas pasados en Teher¨¢n donde el nombre de Nasr¨ªn comenz¨® a circular exclusivamente a ra¨ªz del esc¨¢ndalo provocado por su trabajo y sus declaraciones en favor de una "reinterpretaci¨®n del Cor¨¢n".El caso, sin embargo, no ha pasado totalmente inadvertido. Seg¨²n altas fuentes oficiales, el Gobierno del presidente Rafsanyani comparte plenamente la indignaci¨®n de los musulmanes de Bangladesh, pero ha optado por distanciarse discretamente del debate. Ir¨¢n, dicen esas fuentes, no quiere reabrir la discusi¨®n ni trazar paralelos con la controvertida sentencia a muerte dictada por el difunto ayatol¨¢ Jomeini contra Rushdie en 1988.
"Nasr¨ªn merece el mismo tratamiento que Rushdie. Ambos casos caen dentro del mismo campo, pero no estamos aqu¨ª para dictar fatwas (decretos religiosos)", declar¨® a EL PA?S un alto funcionario del Gobierno.
Actuar con prudencia
Diplom¨¢ticos occidentales en Teher¨¢n interpretan esta actitud como un genuino deseo de actuar con prudencia. Mencionan dos razones: Ir¨¢n no quiere provocar reacciones de Occidente similares a las que determinaron las vivas condenas a la rep¨²blica isl¨¢mica a ra¨ªz del caso Rushdie. Por otra parte, lo que menos desea Ir¨¢n es transformar a la mediocre escritora banglades¨ª en una "causa c¨¦lebre" capaz de invitar imitaciones en otras partes del mundo isl¨¢mico. "El Gobierno ya tiene suficiente con el caso Rushdie", coment¨® otro funcionario. "?Qu¨¦ finalidad tendr¨ªa el aumentar el n¨²mero de intelectuales extranjeros enemigos de la revoluci¨®n isl¨¢mica?".El Gobierno de Rafsanyani ha heredado la sentencia de Rushdie como un mandato divino del imam desaparecido, y, a pesar de varias inciativas secretas para anular disimuladamente el decreto, la posici¨®n no ha variado un mil¨ªmetro. La recompensa de mas de dos millones de d¨®lares ofrecida a quien asesine al autor de los Vers¨ªculos sat¨¢n?cos sigue en pie, y la fundaci¨®n religiosa que la financia permanece como uno de los m¨¢s s¨®lidos bastiones del poderoso sector del clero radicalizado.
Seg¨²n varios observadores, RafIsanyani ya ha. abandonado todo intento por tamizar la cuesti¨®n de Rushdie. Los mulahs le han hecho saber en m¨¢s de una oportunidad que cualquier intento en esa direcci¨®n va a ser invariablemente considerada como una "traici¨®n" al testamento pol¨ªtico-religioso de Jomeini, y el presidente, dada la perenne tensi¨®n con el sector religioso radicalizado, no est¨¢ ciertamente para agudizar conflictos.
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