Una vieja enemistad
Argelia y Marruecos han aprendido a vivir en una tensi¨®n casi permanente. No es la primera vez que se cierran las fronteras y que los ciudadanos de uno y otro pa¨ªs se consideran indeseables. Desde luego, los sistemas pol¨ªticos y econ¨®micos son opuestos. La historia de los dos pa¨ªses es muy diferente. La desconfianza se ha dado con mucha frecuencia en las relaciones entre los hombres. La vecindad se vive como una prueba, una dificultad, una fuente de conflictos y problemas.Son dos pa¨ªses que no se quieren. No es culpa de nadie en concreto. Unos meses despu¨¦s de la independencia de Argelia, estall¨® lo que se llam¨® la guerra de las arenas. Fue en octubre de 1963. Una guerra breve pero mort¨ªfera. Como todas las guerras, era injusta. En aquella ¨¦poca, Mehdi Ben Barka, miembro de la oposici¨®n marroqu¨ª, viv¨ªa exiliado en Argel. Aprovech¨® este conflicto para dar su apoyo a su pa¨ªs de acogida y qued¨® como un traidor a los ojos de los marroqu¨ªes. Dos a?os despu¨¦s, desapareci¨® en pleno Par¨ªs.
Los marroqu¨ªes trataban de recuperar provincias que la colonizaci¨®n francesa hab¨ªa anexionado, como la ciudad minera de Tinduf. Marruecos no recuper¨® nada, pero prefiri¨® la paz a los territorios y propuso incluso ratificar el trazado de las fronteras heredadas del colonialismo. Esta ratificaci¨®n se habr¨ªa podido efectuar si, entre tanto, el presidente Bumedian no hubiera empujado a los saharauis a reivindicar el S¨¢hara Occidental. Argelia y Libia armaron y financiaron al Frente Polisario, al que empujaron a hacer una guerra por la independencia del S¨¢hara. Cuando este movimiento cre¨® en febrero de 1976 la Rep¨²blica Arabe Saharaui Democr¨¢tica y ¨¦sta fue reconocida por Argelia, Marruecos rompi¨® sus relaciones diplom¨¢ticas con este pa¨ªs.
El conflicto del S¨¢hara dura ya 20 a?os. Cada vez que nos acercamos a una soluci¨®n, siempre hay alguien en el Gobierno o en el estado mayor del Ej¨¦rcito para impedir que se llegue a un acuerdo entre las dos partes. Todos los Gobiernos y jefes de Estado que se han sucedido en Argelia han utilizado este conflicto para mantener la tensi¨®n entre los dos pa¨ªses. Todos menos uno: el presidente Mohamed Boudiaf. Su asesinato el 29 de junio de 1992 era un mensaje dirigido a Marruecos. Este hombre, figura hist¨®rica de la liberaci¨®n de Argelia, persona ¨ªntegra y patriota, estaba considerado por el ej¨¦rcito y el partido del FLN como el hombre de los marroqu¨ªes, no s¨®lo porque viv¨ªa en este pa¨ªs, sino porque era partidario de que se sanearan las relaciones entre los dos pa¨ªses y, sobre todo, de encontrar una soluci¨®n diplom¨¢tica al problema del S¨¢hara. Se dir¨ªa que los que le mataron son los mismos que tuvieron la idea de ir a buscarle a su retiro marroqu¨ª para dirigir el Estado argelino.
Unos d¨ªas despu¨¦s de que el Parlamento marroqu¨ª ratificara el trazado de las fronteras entre Argelia y Marruecos, ratificaci¨®n a la que se le daban largas desde la guerra de las arenas, Mohamed Boudiaf fue asesinado. En cierto modo, ya no serv¨ªa y, sobre todo, no era manipulable.
Es necesario recordar este episodio para comprender el contexto en el que ha surgido esta nueva tensi¨®n entre Argel y Rabat., Las relaciones han sido siempre conflictivas (con la excepci¨®n de una pausa entre 1988 y 1991, tregua que permiti¨® a los cinco pa¨ªses del Magreb fundar la UMA, Uni¨®n del Magreb ?rabe, que ya casi no funciona).
El Gobierno marroqu¨ª nunca se ha alegrado de la degradaci¨®n de la situaci¨®n pol¨ªtica en Argelia. Desde luego, el soberano marroqu¨ª critic¨® la interrupci¨®n del proceso electoral de diciembre de 1991 y dese¨® a este pa¨ªs que viviera en paz. Pero cuanto m¨¢s se agrava la situaci¨®n de guerra civil en Argelia, m¨¢s aumenta la tensi¨®n entre los dos pa¨ªses. Marruecos tambi¨¦n tiene islamistas que esperan su hora. De momento no se mueven. Pero el miedo al contagio existe, sobre todo cuando se descubren escondites de armas, como ocurri¨® la semana pasada en la localidad de Aknul, cerca de Taza, al norte del pa¨ªs, o cuando hombres provistos de armas autom¨¢ticas atacan a turistas, como ocurri¨® el mi¨¦rcoles 24 de agosto en el hotel Atlas Asni, de Marraquech.
La detenci¨®n de los presuntos miembros del comando (j¨®venes francoargelinos) no puede justificar el tremendo aumento de la tensi¨®n entre las dos capitales. Si se trata efectivamente de integristas que act¨²an en favor del integrismo, son, por tanto, enemigos del Gobierno argelino, que deber¨ªa alegrarse de esta detenci¨®n. Ahora bien, el Gobierno ha reaccionado como si se hubiera atentado contra su honor. A menos que se sospeche que Marruecos es c¨®mplice de los integristas argelinos y que les est¨¢ facilitando el tr¨¢nsito de armas. Pero en ese caso, ?por qu¨¦ Rabat ha entregado a Argel a Abdelhak Layada, jefe del Grupo Isl¨¢mico Armado que la polic¨ªa marroqu¨ª detuvo? ?No son los intentos de atentado en Marruecos represalias de los amigos de Layada? Todo para decir que Marruecos no tiene ning¨²n inter¨¦s en jugar con fuego y que no trata de aprovechar la situaci¨®n de fragilidad en que se halla su viejo enemigo. ?No es posible que sea Argelia la que intenta distraer la atenci¨®n de su pueblo provocando un conflicto con Marruecos con la esperanza de sumir a la guerrilla integrista en un conflicto en el que la patria estar¨ªa en peligro? ?Pol¨ªtica de huida hacia adelante, pol¨ªtica estrecha de miras, o simple vuelta a las costumbres del FLN y del Ej¨¦rcito que han alimentado siempre los focos de tensi¨®n y de conflicto entre los dos pa¨ªses? Esta es una opini¨®n muy extendida entre los marroqu¨ªes, que est¨¢n cada vez m¨¢s nerviosos a causa de esta vecindad turbulenta y a veces peligrosa.
La declaraci¨®n p¨²blica del presidente Liamin Z¨¦rual hace dos semanas hizo saltar el polvor¨ªn. Refiri¨¦ndose al S¨¢hara, dijo "que todav¨ªa existe en ?frica un pa¨ªs ocupado ?legalmente". Ahora bien, para todos los marroqu¨ªes, "la condici¨®n marroqu¨ª de las provincias saharianas" es incontestable y no cabe duda en cuanto a la buena voluntad de Marruecos para buscar una soluci¨®n pac¨ªfica. Marruecos, siguiendo las recomendaciones de las Naciones Unidas, acept¨® organizar un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, pero las dos partes no est¨¢n de acuerdo sobre el n¨²mero de habitantes de la regi¨®n.
De todas formas, a Argelia no le interesa dar por terminado el asunto. Es preferible tener disponible un conflicto dormido, una forma de mantener a Marruecos a distancia y sobre todo de impedirle ser lo que algunos economistas llaman el drag¨®n del Magreb. Por eso hizo Liamine Z¨¦rual esa declaraci¨®n, recordando a Marruecos que hay que contar siempre con Argelia, aunque est¨¦ enferma y al borde del precipicio.
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