Al remate por la v¨ªa de la vulgaridad
La selecci¨®n espa?ola realiz¨® 19 remates y s¨®lo tres llegaron precedidos de jugada: una fue gol, la otra acab¨® en el poste y la tercera, en las manos del portero. La efectividad que se consigue cuando se act¨²a de forma conjunta es evidente.Pero las acciones de conjunto fueron aisladas. Hubo una conjura para resolver el ataque por la v¨ªa m¨¢s vulgar y lejana al talento, a trav¨¦s de disparos lejanos (14 desde fuera del ¨¢rea) o propiciados por el saque de faltas. Esta manifiesta descoordinaci¨®n que estrangul¨® el ataque fue consecuencia del desacierto individual de los jugadores a la hora de arriesgar la posesi¨®n del bal¨®n, tras haberse hartarse previamente de sobarlo en el centro del campo.
?nicamente la l¨ªnea de tres defensas, porque su responsabilidad no es crear, sino interceptar, lo que siempre es m¨¢s f¨¢cil, acab¨® el encuentro con una nota media positiva, aunque de los errores de uno de ellos naci¨® el gol de Chipre: Hierro fall¨® un pase largo a Goikoetxea, y el rival mont¨® el contraataque del 1-2.
El centro del campo acumul¨® n¨²meros rojos. Guardiola movi¨® bien la pelota en corto y mal en largo. Por las bandas, Camarasa y Sergi estropearon en las entregas sus aciertos en los cortes. M¨¢s adelantados, Goiko y Amavisca, a¨²n lo hicieron peor; en sus botas concluyeron hasta 20 jugadas ofensivas por errores propios.
Higuera tambi¨¦n finaliz¨® con un balance negativo, aunque su posici¨®n, en la zona de mayor compromiso del campo, disculpa la mayor¨ªa de sus fallos; en cualquier caso, su acierto ante la porter¨ªa neutraliza el debe. Guerrero fue la excepci¨®n: adem¨¢s de acertar m¨¢s que equivocarse, algunas de sus acciones resultaron brillantes y definitivas, como la galopada y el posterior pase de gol que abri¨® el marcador.
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