Las revelaciones sobre el pasado de Mitterrand ahondan las fracturas del PS
"El Presidente Mitterrand es un hombre Complejo al que complace su propia complejidad". La sentencia es de Fran?ois L¨¦otard, ministro de Defensa, y expresa la distancia y la satisfacci¨®n de la derecha, ante el esc¨¢ndalo levantado en el Partido Soci¨¢lista (PS) por dos libros recientes sobre las relaciones de Mitterrand con la extrema derecha. En el de Pierre P¨¦an -Une jeunesse fran?aise (Una juventud francesa)- se desvelan algunos secretos de la biograf¨ªa del presidente comprendida en el periodo 1934-1947; en La main droite de Dieu (La mano derecha de Dios) se le acusa de haberse servido, desde 1982, del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen y de llegar a subvencionarlo para restar votos a la derecha democr¨¢tica.
Para algunos dirigentes del PS, como el rocardiano Manuel Valls, es imposible no sentirse "indignado y trastornado" al descubrir que el presidente mantuvo su amistad con Ren¨¦ Bous quet hasta 1986, ex jefe de la polic¨ªa de Vichy- y responsable de la deportaci¨®n de 4.000 ni?os Jud¨ªos. ParaValls es imprescindible que "el partido se exprese so bre lo que son cuestiones de ¨¦tica". Pierre Moscovici cree que ser socialista es ser antifascista, pero, ?serlo siempre!". El ex ministro Paul Quil¨¦s ha replicado que "Moscovici no tiene derecho a repartir diplomas de socialismo. Quienes pretenden manchar el mitterrandismo debieran abandonar el partido". El primer secretario del PS, Henri Emmanuelli considera: "Estamos haciendo el juego a la derecha", mientras que un viejo mitterrandiano como Jean Glavany opta por reescribir la historia y disculpar al presidente: "En 1940, el 100% de los franceses eran petainistas".El debate en el seno del PS no es hist¨®rico o centrado exclusivamente sobre el pasado del partido y de Mitterrand, sino que refleja una lucha por el poder. Cada vez parece m¨¢s dificil conciliar dos adjetivos: mitterrandiano y socialista. La joven guardia rocardiana reprocha al viejo presidente, que el mes pr¨®ximo cumple 78 a?os, el haber torpedeado el trabajo renovador de Michel Rocard con la complicidad de los barones enquistados en el poder. Emmanuelli pretende heredar el partido e imprimir le un giro a la izquierda sin romper con Mitterrand; los jospinistas y los seguidores de Pierre Mauroy y de Jacques Delors coinciden en reclamar mayor moralidad y en advertir sobre el peligro de la demagogia izquierdista, entre otras cosas porque puede hacer inviable la candidatura presidencial de Delors. Los mitterrandianos denuncian la conspiraci¨®n y se reagrupan para conservar su peso en el PS.
El grup¨²sculo de Le Pen
En todo ese embrollo hay dos as pectos de los que nadie habla: el primero es la relaci¨®n entre el El¨ªseo y el Frente Nacional (FN), Ya no se trata de Vichy, de Ktain o de la amistad personal con tipos dudosos, sino directa y abiertamente, de haber financiado un grup¨²sculo fascista, que tenia el 0,2% de los sufragios cuando Mitterand orden¨® que la televis¨®n p¨²blica diera cancha a Le Pen. Sobre esa cuesti¨®n los l¨ªderes del PS prefieren no hablar, como tampoco lo ha hecho Bernard Tapie, palad¨ªn del antilepenismo y subvencionador clandestino del FN.El segundo aspecto que se silencia es que Mitterrand -hoy enfermo de c¨¢ncer y viendo c¨®mo media Francia especula con su salud y lo que le queda de vida- no puede dejar de recordar que fue ¨¦l quien cre¨® el actual PS en 1972, en Epinay, como m¨¢quina que iba a ponerle al frente de la Rep¨²blica. Desde 1981, el presidente ha intentado por todos los medios que su liderazgo no fuese discutido y ha ido eliminando a quienes pod¨ªan aspirar a su sucesi¨®n. A Mauroy le oblig¨® a hacer una pol¨ªtica que el entonces primer ministro no deseaba, a Del¨®rs le desterr¨® a Bruselas, a Rocard le desacredit¨® y propuso como delf¨ªn a Laurent Fabius porque sab¨ªa que era una carta perdedora. Lo que ahora se plantea es si no ser¨¢ que Mitterrand, al que tan a menudo los caricaturistas han pintado como un fara¨®n. con pir¨¢mide del Louvre incluida, desea llevarse el PS a la tumba por considerar que forma parte de su patrimonio en el largo viaje hacia la inmortalidad de la historia.Mientras los m¨¦dicos hablan del c¨¢ncer, presidencial y lo definen como "imprevisible" y "evolutivo", no faltan quienes ya se lanzan al an¨¢lisis de sus 13 a?os de mandato y llegan a la conclusi¨®n de que "el socialismo s¨®lo puede renacer si rompe con el mitterrandismo". Es lo que opina el ex embajador Gilles Martinet, quien mantiene que "un elemento fundamental del comportamiento mitterrandiano ha sido la ambig¨¹edad" y lamenta no haber comprendio antes que Ias ambig¨¹edades del presidente iban a ser las nuestras y, las de un movimiento socialista que ¨¦l ha logrado llevar al, poder, practicando una pol¨ªtica no socialista".
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