Guerreros de la chispa
300 j¨®venes acudieron a le Fuentidue?a para esquivar cohetes a ras de suelo
El uniforme para asistir a la carretillada de fin de fiesta en Fuentidue?a de Tajo (1.300 habitantes) consiste en unas botas altas, un viejo traje de camuflaje de la mil? o un mono de mec¨¢nico prestado, pa?uelos tipo bandolero sobre la boca y la nariz, gafas de soldador y casco. Los ingredientes son 250 docenas de carretillas o buscapi¨¦s -cohetes sin varilla que una vez encendidos corren por ¨¦l suelo y sueltan gran cantidad de chispas entre los pies de la gente- Los adquiere el Ayuntamiento y los reparte gratuitamente entre los asistentes. Para evitar problemas mayores, las carretillas son s¨®lo "de tres recorridos y con el petardo peque?o". Lo asegura el primer teniente de alcalde, Victorino del Hoyo, parapetado tras la puerta de cristal del Ayuntamiento. "Los gordos, los, que suben hacia arriba dando vueltas en el aire y col¨¢nd¨®se en los balcones, no son los oficiales. Los compran las pe?as y tienen m¨¢s explosivo", explica Del Hoyo.De los 300 j¨®venes llegados de todos los puntos de la Comunidad el martes por la noche para correr durante hora y media esquivando las carretillas, s¨®lo unos cuantos, los nativos de Fuentidue?a, osaron lanzarse a la plaza de la Constituci¨®n a cara descubierta e incluso con manga corta.
Lo primero es el reparto. Las carretillas se entregan a los guerreros de la chispa en bolsas de media docena. Cuando, las tienen en sus manos se dirigen a la plaza. Dos l¨ªneas marcadas con cal acotan el frente por donde nadie puede pasar sin riesgo de quemarse. All¨ª est¨¢n Pedro, que ya peina canas y es natural de Fuentidue?a; su hija Vicky, que a pesar de vivir en Getafe y tener el viernes un examen no ha querido perderse la carretillada; Juana, tambi¨¦n nativa y . que a sus 53 a?os viene con falda y camiseta de manga corta; Andr¨¦s, de 3 1, que ha llegado desde Alcal¨¢ de Henares enfundado en el mono de mec¨¢nico de su padre, o el cura; con mono azul, pa?uelo estilo bandolero, gorra roja, alzacuellos y buscapi¨¦s encendidos en la mano.
La plaza es un hervidero de chispas, sombras negras -todas las luces se han apagado- bailando sobre el fuego. Parece la fiesta de cumplea?os de Pedro Botero. Una sombra sujeta un haz de luz en su mano, corre, se acerca a un grupo y lo suelta.Otra lo retiene con el pie para que coja mayor impulso y salga disparado. Un grupo de sombras forman un c¨ªrculo, se agachan y dejan en el suelo 40 cilindros oscuros, una acerca una cerilla, corean un grito de guerra, y comienzan a bailar y saltar sobre la hoguera.
En el interior del Ayuntamiento, Paco, el bombero, se coloca el gorro, los guantes y un saco mojado sobre la espalda. Son los preparativos para convertirse en otra sombra que chispea. Se pone la carcasa con la p¨®lvora y sale a la plaza convertido en toro de fuego, a correr detr¨¢s de los diablos.
La noche termina con 15 heridos, con quemaduras leves atendidas por ocho voluntarios de Protecci¨®n Civil en contacto directo con la Cruz Roja de Estremera. Cuando se enciende la luz, el suelo de la plaza est¨¢ cubierto por las carcasas de los buscapi¨¦s y las fachadas de las casas llenas de tiznaduras. Aunque sus due?os tendr¨¢n que encalarlas de nuevo, no se quejan. Cierran a cal y canto puertas y balcones y ven las fiestas desde detr¨¢s de los cristales.
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