B¨¦lgica ya no llora a Balduino
Alberto II y Paola cumplen el primer a?o de la reforma federal del Estado
Hace poco m¨¢s de un a?o los 10 millones de ciudadanos belgas lloraron amargamente la muerte del rey Balduino. Hasta quisieron canonizarlo. Muchos pensaron que Alberto de Lieja, el marido de la bella Paola, el pr¨ªncipe amante de la buena vida, jovial y deportista, ser¨ªa un monarca ef¨ªmero que abdicar¨ªa a los pocos meses en el joven pr¨ªncipe Felipe, de 33 a?os.No hubo nada de eso. "La gente ha comprobado que Alberto II ejerce su funci¨®n con gusto, y como tiene buena salud, ya nadie especula", afirma una persona pr¨®xima al monarca. "En las recientes celebraciones del aniversario de la liberaci¨®n de los nazis hemos podido comprobar de cerca", a?ade, "que le han trasladado el afecto por Balduino y Fabiola".
Muchos m¨¢s pensaron que la propia B¨¦lgica mor¨ªa con el monacal monarca que durante cuarenta largos a?os hab¨ªa simbolizado su problem¨¢tica uni¨®n y su discutida identidad com¨²n. "No hay belgas", escrib¨ªa en 1912 al rey Alberto I el l¨ªder socialista val¨®n Jules Destr¨¦e, s¨®lo "hay valones y flamencos".
Inicialmente reticente a la federalizaci¨®n del Estado, Balduino acab¨® encarnando sus primeros pasos. Elabor¨® la doctrina del "civismo federal", convirti¨® a la Corona en el "cemento de la unidad" nacional y de ¨¦l se dijo que era "el ¨²ltimo belga". Alberto II ha presidido el primer a?o de digesti¨®n psicol¨®gica de la reforma federal del Estado -aprobada en mayo de 1993-, cuya puesta en pr¨¢ctica culminar¨¢ en 1995 con las primeras elecciones directas a los gobiernos regionales.
Lo ha hecho con dos gestos discutidos. El ¨²ltimo, cuando en la fiesta de la comunidad flamenca, el 11 de julio, cant¨® su himno patri¨®tico. "Fue el s¨ªmbolo del reconocimiento de la nueva realidad federal", dice un ¨ªntimo del rey.
"En realidad no lo cant¨®, pero lo sigui¨® con los labios, y la televisi¨®n lo recogi¨®", dice el responsable de informaci¨®n pol¨ªtica de Le Soir, Luc Delfos. "Pero es lo mismo, para muchos fue una plancha, porque ese himno arrastra una siniestra memoria: el Vlaamse Lleiw [Le¨®n Flamenco] fue tambi¨¦n el de los colaboracionistas nazis". "Claro est¨¢ que le congraci¨® con los flamencos", reconoce.
Fantasmas de la historia
El otro gesto pol¨¦mico, un fantasma irresuelto de la historia reciente, surgi¨® a principios de a?o al reivindicar Alberto I la reconciliaci¨®n nacional -es decir, alg¨²n tipo de amnist¨ªa para los colaboracionistas-, repitiendo letra por letra un discurso de su antecesor. Pero, entonces, el nacionalismo moderado flamenco, el Volksunie, estaba en el Gobierno central, y eso formaba parte del programa del Ejecutivo. No es el caso de hoy. Al final, el primer ministro, Jean Luc Dehaene, cubri¨® las espaldas del rey: anticip¨® "alg¨²n tipo de soluci¨®n" para que los viejos hitlerianos puedan repatriarse y quiz¨¢ sus hijos recuperen los bienes confiscados. Borrar las penas, pero no el delito.Pese a estas iniciativas, o merced a ellas, "Alberto y Paola han sabido retomar perfectamente la antorcha de Balduino", comenta a este diario Dehaene. Algo b¨¢sico, porque en este pa¨ªs "el rey es un lazo esencial y un elemento de referencia b¨¢sico para los belgas. No veo que B¨¦lgica pudiese tener otra forma de gobierno que la monarqu¨ªa parlamentaria", afirma el primer ministro. Y es que dif¨ªcilmente un flamenco ser¨ªa aceptado como presidente de la Rep¨²blica por los valones. Y a la inversa. Coincidiendo con el aniversario de la liberaci¨®n, el ultranacionalista Vlaams Blok, xen¨®fobo y de extrema derecha, reun¨ªa a final de agosto a 35.000 j¨®venes para corear: "Lo primero, nuestro pueblo", y reivindicar la flamenquizaci¨®n de la cosmopolita y biling¨¹e Bruselas.
El vendaval nacionalista radical ocasiona mucho ruido, pero recoge pocas nueces: tan s¨®lo un 6% de los votos en Flandes.
En B¨¦lgica, como en Espa?a, se discute sobre si el modelo es o no definitivo. "La federalizaci¨®n se ha regulado de forma definitiva, se han reconocido las regiones y las lenguas", opina Jan Clement, del Consejo de Estado. "No es un modelo para la eternidad", discrepa Chabert, pero funciona; Bruselas no es Sarajevo. "Ser¨ªa una estupidez pensar que el modelo se puede fijar de una vez por todas, las relaciones entre Gobierno federal y poderes regionales hay que gestionarlas d¨ªa a d¨ªa", asegura el presidente de la patronal federal, Tony Vandeputte, para quien "es preciso ser prudentes, hemos llegado a un buen equilibrio; ahora hay que digerirlo".
Entre el nacionalismo de la rica comunidad flamenca, de ra¨ªz cultural y rom¨¢ntica decimon¨®nica y de filiaci¨®n german¨®fila, y el regionalismo econ¨®mico de Valonia -una regi¨®n de prematura revoluci¨®n industrial, hoy en ebullici¨®n tras cerrar sus minas y reconvertir siderurgia, astilleros y textiles-, la convivencia puede ser inc¨®moda, pero no parece peligrar. "Los belgas somos los ingenieros del pacto", repiten unos y otros.
Esquema econ¨®mico
Las discusiones futuras ser¨¢n sobre todo econ¨®micas. El esquema fiscal deja en rid¨ªculo la discusi¨®n espa?ola del 15% del IRPF: aqu¨ª es el 40% el que va directamente a las regiones. Y el 60% del IVA, adem¨¢s de las tasas sobre autom¨®viles y televisores. Pero ya empieza la discusi¨®n sobre algunos mecanismos de solidaridad federal. Por ejemplo, la Seguridad Social. Los flamencos acusan a los valones de aprovecharse de su dominio de la Administtaci¨®n central, creen que son menos severos y que sus m¨¦dicos prescriben las recetas m¨¢s caras. "Todos los a?os un flamenco regala un autom¨®vil a un val¨®n", ejemplifican algunos."Es cierto que nuestro sistema es vulnerable", reconoce Chabert. Pero tambi¨¦n tiene anclajes: Bruselas, Europa, esa necesidad y pasi¨®n de un pa¨ªs abierto que debe a la exportaci¨®n dos tercios de su producto interior bruto. "Y ventajas, como el hecho de que la lentitud en la toma de decisiones entre tantas instituciones se compensa por un mejor compromiso en su aplicaci¨®n", opina el presidente de la patronal. "Adem¨¢s", a?ade, "el federalismo es bueno porque estimula la competencia entre las regiones en pol¨ªtica econ¨®mica, y las hace m¨¢s eficientes". Quien habla as¨ª no es un peligroso separatista sino el Cuevas belga.
?ste es el peque?o pa¨ªs en ebullici¨®n, vecino de todos los grandes y encaramado a la frontera entre lenguas latinas y germ¨¢nicas, cuyos reyes visitan ma?ana Espa?a por vez primera. "Nuestras relaciones son ¨®ptimas y consideramos a Espa?a como un pa¨ªs privilegiado en la construcci¨®n europea", afirma con ¨¦nfasis su primer ministro.
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