Orejas para todos

Como hace tiempo que se perdi¨® en la mayor parte de las plazas el valor de una vuelta al ruedo, todo se reduce a cortar orejas y como la buena gente considera que cuantas m¨¢s orejas mejor es la corrida, se liaron a pedir orejas como pod¨ªan haber pedido socorro, porque el caso es que despu¨¦s de concedidas se protestaban y, sin ir m¨¢s lejos, Jesul¨ªn sali¨® de la plaza como vino: andando. Se conoce que era por armar barullo y sacar el cuerpo de mal a?o, por lo que las buenas gentes vociferaron y sacaron el moquero o agitaron las almohadillas. Por enredar, m¨¢s que nada.De hecho sobraron orejas en ese diluvio de siete, y pues tos a poner las cosas en su sitio, podr¨ªamos prescindir sin ning¨²n cargo de conciencia de las concedidas a Jesul¨ªn, de la primera a Camino y, desde luego, de la segunda a Pedrito en el sexto. Como esto, a juicio de los taurinos, puede equivaler a ganas de jorobar el pasodoble, digamos que cada cual viaja con su maleta y que con su pan se lo coma. Camino, le hizo una larga y mon¨®tona faena a su primero, que ca¨ªa a cada paso, pero con el cuarto, en puntas, encastado y pidiendo la documentaci¨®n al torero, ¨¦ste se la ense?¨® con decisi¨®n y valor encomiables y contundecia a la hora de matar.

Jesul¨ªn, zapatillero y tenso, condujo su primera faena a la mayor gloria del par¨®n y la tortilla, sin lograr otra cosa que divisi¨®n de opiniones. En el quinto, que tuvo nervio, consider¨® que no estaba el horno para bollos y mulete¨® con temple e insipidez.

Pedrito de Portugal mulete¨® con pulcritud a su primero, que ten¨ªa fijeza y temple, sin acabar de romperse el torero. Con el sexto, un toro que exig¨ªa que le llevasen muy embebido en la muleta, lo consigui¨® en ocasiones sobre todo en un par de series de derechazos muy meritorias.

Los toros de J¨®dar y Ruchena-tuvieron casta, hicieron cosas de toros y dieron importancia a la tarde. El toro es el que da importancia a esta fiesta. Sin duda.