Dilema con soluci¨®n
DESDE HACE meses, el mensaje central de Aznar es que no habr¨¢ verdadera estabilidad pol¨ªtica mientras Felipe Gonz¨¢lez contin¨²e al frente del Gobierno. Toda su estrategia consiste en hacer real ese pron¨®stico. Por ello, a estas alturas es ya evidente que el PP no mover¨¢ un dedo para colaborar a resolver cualquier problema cuya responsabilidad sea atribuida por la opini¨®n p¨²blica al Gobierno. Por ejemplo, la provisi¨®n de los cargos institucionales vacantes. Esa estrategia podr¨¢ criticarse desde diversos puntos de vista, pero lo cierto es que hasta el momento los socialistas no han sido capaces de hacerle frente.Antes del verano se asegur¨® que exist¨ªa un acuerdo de principio entre el PSOE y el PP para desbloquear la elecci¨®n de esos cargos p¨²blicos vacantes y que requieren mayor¨ªa cualificada: fundamentalmente, Defensor del Pueblo, Consejo del Poder Judicial y Consejo de RTVE. Por lo que trascendi¨®, los negociadores hab¨ªan llegado al compromiso de tratar de todas las vacantes globalmente, y de hacerlo de manera que el criterio fundamental fuera la idoneidad de los candidatos y no su mayor o menor proximidad al partido que los propone. Los socialistas interpretaron que el acuerdo implicaba que las partes retiraban los candidatos anteriormente presentados.
La presentaci¨®n por parte del PP de la candidatura de Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn, magistrado del Tribunal Supremo, para defensor del pueblo ha sido considerada por los socialistas como la ruptura de aquel compromiso. El senador popular Alberto Ruiz-Gallard¨®n, por su parte, neg¨® ayer que tal compromiso existiera, o al menos que implicase la renuncia a mantener la candidatura de Mart¨ªn Pall¨ªn.
Una discusi¨®n en t¨¦rminos de qui¨¦n dice la verdad y qui¨¦n miente no puede llevar muy lejos. Pero es evidente que el mantenimiento de la situaci¨®n actual no tiene el mismo efecto para ambos partidos. El PP tiene motivos para sentirse c¨®modo: por una parte, es el Gobierno el que soporta el desprestigio derivado de la incapacidad para resolver el problema; por otra, la actual defensora del pueblo en funciones fue designada a propuesta suya. La incomodidad de los socialistas es el reverso de esa situaci¨®n.
Se comprende, por ello, la irritaci¨®n del Gobierno y su partido. El PP act¨²a como un jugador de ventaja, convencido de que, haga lo que haga, el perdedor ser¨¢ siempre el otro: bien porque cede a sus exigencias, en cuyo caso refuerza sus posiciones de poder; bien porque la situaci¨®n se bloquea, lo que perjudica al Gobierno. Pero no es cierto que para los socialistas sea indiferente la decisi¨®n que adopten. En tanto que partido, el PSOE podr¨¢ esgrimir, en su defensa ante la opini¨®n p¨²blica, argumentos sobre el sectarismo o el ventajismo del PP; pero para ganarse el derecho a hacerlo en cuanto Gobierno, los socialistas tendr¨¢n que demostrar previamente su disposici¨®n a supeditar sus intereses a los del sistema: aunque sea, si no hay otro remedio, aceptando la propuesta del PP.
Esto ¨²ltimo no podr¨ªan hacerlo si se tratase de un candidato claramente inadecuado o sobre cuya independencia existieran dudas. Pero no es el caso, dada la trayectoria de Mart¨ªn Pall¨ªn en la defensa de los derechos humanos. El argumento socialista de que ello ser¨ªa traicionar a los otros grupos que apoyaron a su candidato -el catedr¨¢tico Manuel Jim¨¦nez de Parga- ha perdido fuerza con el tiempo por una parte, porque uno de esos partidos, Izquierda Unida, se ha pasado al otro bando y ahora apoya, al igual que Esquerra Republicana y Coalici¨®n Canaria, al candidato del PP; por otra, porque el PSOE estaba dispuesto a buscar un tercer candidato de consenso, lo que ya romp¨ªa el compromiso en tomo a Jim¨¦nez de Parga.
Lo inteligente, entonces, ser¨ªa votar a favor del candidato presentado por el PP, demostrando as¨ª un mayor sentido de la responsabilidad que el de sus oponentes. Y denunciar esa irresponsabilidad: la opini¨®n p¨²blica entender¨ªa mejor esa renuncia responsable que el enrocamiento actual (y la prolongaci¨®n de una provisionalidad que dura ya 18 meses).
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