Un fallido filme surcoreano y una comedia menor norteamericana conducen hacia el fin del certamen
Una pel¨ªcula francesa, otra china y la espa?ola 'D¨ªas contados', entre las favoritas
La lluvia, esa presencia inc¨®moda que no cesa desde el comienzo del certamen, se altern¨® ayer con un sol oto?al que hizo brevemente agradable el d¨ªa. Lo que no fue agra dable, sino todo lo contrario, fue la programaci¨®n a concurso de esta ya interminable 42a edici¨®n del festival donostiarra. Una descerebrada y olvidable sit-com televisiva norteamericana disfrazada de pel¨ªcula, Scenes from the new world de Gordon Eriksen y Heather Johnston, se altern¨® con un fallido filme surcoreano, La vida y muerte de Hollywood Kid, extra?o cruce entre el peor Truffaut y el lloriqueo cin¨¦filo de Jos¨¦ Luis Garci.
A falta de algo mejor, el p¨²blico donostiarra se divierte estos d¨ªas con Mickey Rooney, que por aqu¨ª pasea su movediza humanidad haciendo de todo un poco: toca el piano, lanza sentencias apocal¨ªpticas sobre la decadencia de Hollywood y desde?a la comida local ordenando pizzas por recadero, en una m¨¢s bien pat¨¦tica caricatura de s¨ª mismo.Quedan tan s¨®lo dos d¨ªas de competici¨®n oficial, y por lo visto hasta el momento, problemas tendr¨¢n los miembros del jurado para conceder la generosa raci¨®n de Conchas a su disposici¨®n. La aton¨ªa general de la programaci¨®n s¨®lo se ha roto en contadas ocasiones: Mon amie Max de Michel Brault, P¨®lvora roja, p¨®lvora verde del chino He Ping y D¨ªas contados de Imanol Uribe son por el momento las que est¨¢n en mejor disposici¨®n para hacerse con los galardones, ya que del palmar¨¦s est¨¢ pr¨¢cticamente descartada, y es una pena, la pel¨ªcula de Raul Ruiz Fado, mayor y menor, que cuenta adem¨¢s con una formidable actuaci¨®n del veterano Jean-Luc Videau.
Resultar¨ªa un milagro que un jurado presidido por Robert Wise, el director de Sonrisas y l¨¢grimas, se decidiese a premiar un filme hecho con la manifiesta voluntad de descuartizar uno de los g¨¦neros m¨¢s ilustres de Hollywood como es el melodrama. Es cierto, no obstante, que la programaci¨®n se guarda en la manga dos nombres de peso: el veterano realizador indio Mrinal Sen, el m¨¢s prestigioso de su pa¨ªs, y el de Gonzalo Su¨¢rez, cuya El detective y la muerte est¨¢ anunciada para hoy mismo. S¨®lo de ellos parece posible esperar un vuelco fuerte en los pron¨®sticos.
De las dos pel¨ªculas proyectadas ayer, tan s¨®lo vale la pena mencionar Hollywood Kid de Chung Ji-Young, la larga cr¨®nica sentimental de una relaci¨®n entre dos prematuros devoradores de pel¨ªculas de la infancia a la madurez, entre la d¨¦cada de los cincuenta y hoy mismo. Es un filme demasiado cargado de citas cin¨¦filas, cuyo desarrollo presagia un tercio final que nada tiene que ver con el que muestra la pantalla. Resulta chocante la violencia de la sociedad surcoreana, que el filme muestra entrel¨ªneas aunque con toda crudeza y realismo, as¨ª como la nula capacidad de su director para hacer cre¨ªble nada menos que el desenlace de la acci¨®n.
A la vista de la modestia de algunas de las pel¨ªculas incluidas por el comit¨¦ de selecci¨®n en las dos secciones competitivas, llama la atenci¨®n la ausencia en ¨¦stas de otros productos que s¨ª se pueden ver en otros apartados del festival. Es el caso, por ejemplo, del filme uruguayo El dirigible, ¨®pera prima de Pablo Dotta que ayer se proyect¨® en el marco de la secci¨®n Made in Spanish que, dicho sea de paso, es una de las buenas iniciativas de la organizaci¨®n al reunir en una sola muestra t¨ªtulos espa?oles y latinoamericanos.
No es el filme de Dotta un producto redondo, ni mucho menos. Sus vacilaciones de gui¨®n son notorias, as¨ª como tambi¨¦n algunos puntos de su trama, dif¨ªciles de comprender en toda su magnitud sin conocer la historia del pa¨ªs latinoamericano. Pero en cambio, esta indagaci¨®n sobre el verdadero car¨¢cter de la cultura uruguaya de este siglo, hecho a partir de la sombra de Juan Carlos Onetti -el filme presenta el que tal vez sea el ¨²ltimo testimonio en v¨ªdeo del gran escritor, muerto recientemente- y de la no menos fantasmal presencia en im¨¢genes de un ex presidente, Baltasar Brum, tiene todos los elementos a exigir a cualquier cineasta principiante: una clara intenci¨®n de estilo, el empleo inteligente y provocador del medio y un excelente uso de la imagen. Todo esto hace de El dirigible una pel¨ªcula no ya estimable, sino a reivindicar en un festival en el cual, por desgracia, tanto abunda el conformismo formal y la rigidez academicista.
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