Guarner
Pronto har¨¢ un a?o que muri¨® Jos¨¦ Luis Guarner, que convirti¨® en un arte exquisito el ver pel¨ªculas. La editorial Anagrama ha presentado aqu¨ª un libro titulado Autorretrato del cronista, que contiene m¨¢s de un centenar de escritos de este maestro del an¨¢lisis cinematogr¨¢fico, seleccionados por Llu¨ªs Bonet, Jos Oliver, Esteve Riambau y Casimiro Torreiro, todos ellos -como cuantos seguimos sus huellas- disc¨ªpulos suyos. El pr¨®logo es de Guillermo Cabrera Infante.Ahora que se sec¨® su pluma, los dem¨¢s hemos comenzado a llenar las nuestras con su tinta sutil, ir¨®nica, inagotable y tan sorprendentemente elegante que era capaz de poner a caldo una mala pel¨ªcula sin que sus autores se percataran de ello, de la misma manera que lograba taponar de elogios los ojos de los autores de otra buena sin ruborizarlos. Su talento est¨¢ ah¨ª, en las casi 500 p¨¢ginas de este libro indispensable, aunque recopile s¨®lo una peque?a muestra del talento que derroch¨® durante tres d¨¦cadas en las p¨¢ginas de Film Ideal, Documentos Cinematogr¨¢ficos, Catalu?a Express, El Peri¨®dico, La Vanguardia, Fotogramas y otras publicaciones.
Era tan absoluta y refinada su pasi¨®n por el cine, y tan complementada estaba por su abrumador conocimiento de este arte, que su persona parec¨ªa emanada de una pel¨ªcula, no hace falta decir que magistral. Se cuentan de ¨¦l muchas historias. He aqu¨ª una que a?adir a la definici¨®n de su profunda identidad de escritor y cineasta, capaz de mejorar un filme tras ¨¦l verlo y contar qu¨¦ ha visto en ¨¦l.
"Necesito un foquista"
Hace algo m¨¢s de 20 a?os, otro escritor prematuramente muerto, Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n, convoc¨® a Guarner y a quien esto escribe para ver si pod¨ªamos poner en marcha una revista de cine que nunca logr¨® tomar cuerpo. Tuvo lugar el encuentro en la redacci¨®n de Cuadernos para el Di¨¢logo. Guarner vol¨® a Madrid y, tras media hora de charla, hubo acuerdo. La revista se titular¨ªa Fila Doce.Yo no conoc¨ªa personalmente a Guarner, aunque ¨¦l era quien me hab¨ªa abierto los ojos ante las pantallas. Salimos juntos del encuentro, desde la penumbra del peque?o vest¨ªbulo de Cuadernos, a la luz violenta de la colina de El Viso. Entonces me di cuenta de que se hab¨ªa quedado rezagado, a mi espalda, completamente inm¨®vil. Le pregunt¨¦ si le ocurr¨ªa algo y me contest¨®: "Nada grave. Es cosa de medio minuto. Seg¨²n el oculista es un percance que no tiene remedio, y me temo que no tiene claro por qu¨¦. Pero yo s¨ª lo tengo: he visto tanto cine que me he convertido en una c¨¢mara Mitchell y tengo que ajustarme el diafragma cuando cambio de campo de luz, lo que demuestra que no necesito un oculista, sino un f¨®quista".
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