El miedo a una nueva 'caza de brujas' con m¨¦todos mas sutiles regresa a Hait¨ª
En apariencia ha vuelto la calma a las calles de Puerto Pr¨ªncipe y s¨®lo algunos grupos de curiosos acuden a ver a los soldados de las tropas norteamericanas, especialmente a los vistosos seals (focas), unidades de ¨¦lite de la Marina, que permanecen en el puerto. La sensaci¨®n que se tiene ahora es que de un momento a otro puede iniciarse una nueva caza de brujas con m¨¦todos m¨¢s sutiles que las fuerzas interventoras no sean capaces de detectar.
A algunos se les humedecen los ojos ante la miseria que pueden atisbar. Pero no es la tranquilidad, sino el miedo, lo que ha regresado. El miedo que asol¨® este pa¨ªs durante los meses del Terror -ellos lo cuentan as¨ª, con la may¨²scula del espanto absoluto-, cuando, a partir de diciembre del a?o pasado, los periodistas, en cierto modo una fuerza de control, abandonaron Hait¨ª a la vista de que el leg¨ªtimo presidente Aristide no regresaba de su exilio. La otra etapa de furiosa represi¨®n se vivi¨® cuando fueron expulsados los observadores de la ONU.Las tropas estadounidenses est¨¢n inmersas en lo que una fuente diplom¨¢tica ha llamado "un lodazal que ni ellos mismos pueden imaginar, y eso que los militares norteamericanos est¨¢n acostumbrados al fango". Una cosa es cierta: el martes por la noche, el Gobierno provisional del presidente Jonassaint prohibi¨® "toda manifestaci¨®n en la v¨ªa p¨²blica" para evitar "el caos y un ba?o de sangre que tanto desean algunos", en clara alusi¨®n a sus enemigos pol¨ªticos, los dem¨®cratas pro Aristide.
Por su parte, el ministro de Informaci¨®n, Jacques Saint-louis, usando un l¨¦xico t¨ªpico de ¨¦pocas peores, ha denunciado "a los agitadores profesionales de un sector bien identificado de la poblaci¨®n, que se aprovechan de la presencia de la misi¨®n de cooperaci¨®n militar americana para reanudar sus actividades subversivas con el objetivo de conducir el pa¨ªs al caos". Tambi¨¦n pidi¨® a los periodistas nacionales y extranjeros que realizaran un esfuerzo de objetividad para ayudar a Hait¨ª en este momento. El n¨²mero de periodistas locales "no objetivos" asesinados hasta ahora por el r¨¦gimen, aunque no ha podido ser comprobado oficialmente, es una advertencia que est¨¢ en la mente de todos.
El general Hugh Shelton, jefe de la misi¨®n militar norteamericana, admiti¨® ayer en rueda de prensa su preocupaci¨®n por la violencia que se hab¨ªa producido en las calles, y que hablar¨ªa de ello con Raoul C¨¦dras en su pr¨®xima reuni¨®n. C¨¦dras, jefe militar de Hait¨ª que encabez¨® el golpe que derroc¨® al presidente Aristide y ahora es un "grato cooperador" para los militares de EE UU, es el encargado de velar por el orden, aunque Shelton reconoci¨® que su ahora aliado "no controla todas las facciones que hay: tontons macoutes, attach¨¦s... Aunque lo importante y lo que acabar¨¢ manteniendo el orden ser¨¢ la polic¨ªa. Nosotros no vamos a decirles c¨®mo tienen que reprimir. Lo que haremos ser¨¢ profesionalizarles". Precisamente, un tiro disparado por un attach¨¦ hiri¨® a una ni?a de ocho a?os.
Otro jefe de la misi¨®n, el general David Meede, asegur¨¦ que los incidentes que se produjeron el martes ante la Embajada norteamericana, en los que la polic¨ªa y los esbirros civiles llamados attach¨¦s golpearon impunemente al pueblo, "son intolerables" y que no se volver¨¢n a repetir.
10.000 soldados de EE UU
Los militares esperan que hoy lleguen fuerzas para redondear la cifra de 10.000, entre ellos un millar de polic¨ªas militares que supervisar¨¢n a los agentes haitianos. Al mismo tiempo, las tropas estadounidenses comenzaron ayer a desmantelar una unidad haitiana de armamento pesado, con blindados y ca?ones antia¨¦reos.
De modo que ha regresado el miedo, la alegr¨ªa se ha desvanecido, y cada cual se esconde en su exilio interior tratando de realizar las tareas cotidianas que le asegurar¨¢n un m¨ªnimo sustento. En las m¨ªseras callejuelas del viejo Puerto Pr¨ªncipe, bajo las recovas desconchadas que apenas protegen del insoportable calor, vendedores de cuadernos y l¨¢pices, as¨ª como enternecedoras gram¨¢ticas de cubiertas abarquilladas, avisan de que pronto, en octubre, se reanudar¨¢ el curso escolar. Pero en la escuela no se aprende a sobrevivir.
Lo saben los artesanos que vegetan en la oscuridad del mercado, sus rostros elegantes de p¨®mulos altos inclinados hacia un cuenco de lentejas entre hermosos sombreros de paja e instrumentos musicales de madera labrada que nadie les va a comprar. La mayor parte de los puestos de comestibles permanecen cerrados porque la gente ha huido al campo.
No hay mendigos en Puerto Pr¨ªncipe: sencillamente, todos son pobres, tan pobres que. los mendigos de Europa son a su lado relativa clase media. Al margen de esta pobreza,. en los barrios altos de mansiones ocultas por la espesura de las buganvillas est¨¢ el aran negocio del momento: nosotros, los periodistas. Somos una presa desde el momento en que intentamos llegar desde la Rep¨²blica Dominicana -325 d¨®lares, m¨¢s sobornos, s¨®lo por pasar-, y los taxistas y hotelero; no paran de aumentar precio. El primer muerto tras la invasi¨®n, que se produjo el martes, fue una buena excusa para hacerlo. Hab¨ªa crecido el inter¨¦s informativo.
En los soportales del mercado, la voz de un predicador suena en la radio: "Cuando el dolor y la desesperaci¨®n vayan a vencerte, vu¨¦lvete y mira hacia Hait¨ª. Y te consolar¨¢s".
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