El mando militar de EE UU en Hait¨ª toma las riendas de la seguridad
"Hemos dado a C¨¦dras la oportunidad de que controlara la situaci¨®n y la violencia, y no lo hizo. Ahora intervenimos nosotros". Con esta rotundidad se pronunci¨® ayer el coronel John Altenburg, portavoz del mando estadounidense en Hait¨ª. Afirm¨® que, entre el martes y el mi¨¦rcoles -la invasi¨®n se produjo el lunes-, "nuestras fuerzas se asentaron para lanzar las operaciones con ¨¦xito". A partir de ahora, los soldados podr¨¢n intervenir en la protecci¨®n de civiles. El coronel Altenburg explic¨® que el objetivo prioritario de la misi¨®n fue "llegar, establecerse, consolidarse". En segundo lugar, "darle al general Raoul C¨¦dras la oportunidad de controlar la violencia. Ahora, como C¨¦dras no controla, hemos decidido intervenir".
La poblaci¨®n haitiana empieza a confraternizar con las tropas estadounidenses
El general C¨¦dras advierte que no piensa exiliarse
Viene de la primera p¨¢gina Fue el derramamiento de nueva sangre inocente, la de un ni?o de ocho a?os, asesinado por la polic¨ªa en el transcurso de una persecuci¨®n, a unos 100 metros de la Embajada norteamericana, el detonante de esta nueva actitud. El incidente puso de relieve la precariedad de cualquier garant¨ªa de seguridad que se deje en manos del r¨¦gimen saliente, y cambi¨® la actitud de Estados Unidos, determinando que dejen de parecer los invitados de piedra en la interminable tragedia haitiana. Las cosas empiezan a cambiar. La llegada de mil polic¨ªas militares norteamericanos, que se encargar¨¢n de mantener el orden, en combinaci¨®n con las tropas estadounidenses y la polic¨ªa haitiana -es de suponer que control¨¢ndola-, ha tranquilizado los ¨¢nimos y hecho renacer la esperanza. A esto ¨²ltimo contribuye el que a las seis de la tarde del mi¨¦rcoles (las 0.0 horas, hora peninsular espa?ola), fueron confiscadas las armas pesadas que se. encontraban en Camp d'Application, nombre de la base militar haitiana m¨¢s importante, cuya contribuci¨®n al golpe de Estado del 30 de septiembre de 1991 fue decisiva. Algunos centros de tortura, como Fort Dimanche, cerca de Cit¨¦ Soleil, han sido tambi¨¦n ocupado. Seg¨²n fuentes norteamericanas, la capacidad y armas de Cap d'Application es la m¨¢s significativa del Ej¨¦rcito haitino, y consiste en seis veh¨ªculos blindados V-150, ametralladoras anti¨¢ereas de 40 y 20 mil¨ªmetros, armas anticarro, artiller¨ªa y armas ligeras de todo tipo. El bot¨ªn ha sido amontonado en el interior de Camp d'Application, y los periodistas, invitados a verificarlo, Pero las armas pesadas no son el gran problema de un pa¨ªs no preparado para, la guerra, sino para el asesinato, y en donde una enorme cantidad de gente posee armas ligeras. Esto implica que, adem¨¢s de la confiscaci¨®n gradual de las primeras, en el futuro tambi¨¦n se debe proceder al desarme de los numerosos grupos que pululan por Hait¨ª llen¨¢ndolo de sangre y fuego. Ahora mismo,. la raz¨®n de que no se escuchen r¨¢fagas nocturnas se debe a la vigilancia de los helic¨®pteros, que el menor disparo descienden, enfocan sus reflectores y rodean al agresor. Que nunca es un resistente, sino alguien que est¨¢ ajustando cuentas. Ya son 7.500 los soldados que han arribado a Hait¨ª, lo que ha impulsado al portavoz de la embajada norteamericana, Stanley Sclirager, a acu?ar una po¨¦tica f¨®rmula estilo D¨ªa de San Valent¨ªn para definir el ¨¦xito de la misi¨®n: "Hoy ha ido mejor que ayer, y ayer fue mejor que anteayer". Lo que s¨ª est¨¢ claro es que lo que Estados Unidos pretend¨ªa, evitar la somalizaci¨®n de su presencia aqu¨ª a trav¨¦s de un despliegue lento pero seguro, est¨¢ comenzando a cambiar con rapidez. Las sucesivas manifestaciones espont¨¢neas de adhesi¨®n al presidente Aristide, y la violencia con que han sido reprimidas, ha conducido nuevamente al pa¨ªs m¨¢s poderoso de la tierra a desempe?ar su papel, al parecer inevitable, de polic¨ªa internacional. "A lo que Clinton ten¨ªa m¨¢s miedo era a tener que dar la cara en la televisi¨®n de su pa¨ªs narrando posibles bajas y errores, afrontando una bajada de popularidad. En lugar de eso se ha encontrado con una opini¨®n p¨²blica sumamente sensibilizada ante el horror haitiano, y con un mando militar al que los asesinos del r¨¦gimen les cuelan goles ensangrentados cada dos por tres. Las cosas van a cambiar". Es la opini¨®n de un diplom¨¢tico europeo que no desea ser identificado. La astucia de C¨¦dras "El 15 de octubre dejar¨¦ el Ej¨¦rcito pero me quedar¨¦ en mi pa¨ªs", declar¨® ayer el general Raoul C¨¦dras, la gran bestia negra de esta historia, en una entrevista con la cadena de televisi¨®n norteamericana CBS. "La Constituci¨®n haitiana prohibe el exilio", apostill¨®. Las declaraciones del jefe saliente del Ej¨¦rcito haitiano en el sentido de que no piensa abandonar el pa¨ªs han sido recibidas sin sorpresa por los observadores de la complicada situaci¨®n haitiana. Aunque en la calle no se piensa lo mismo -quieren verle salir del pa¨ªs, no s¨®lo del cargo-, es opini¨®n generalizada que C¨¦dras, una vez m¨¢s, ha sido muy astuto al firmar un acuerdo en el que se cubre con una Ley de Amnist¨ªa. Es dif¨ªcil que semejante individuo prefiera dejar el pa¨ªs, abandonando el poder subterr¨¢neo que puede detentar en el futuro. El Gobierno haitiano instaurado por los militares, que se supone que debe desaparecer en cuesti¨®n de semanas, estaba muy atareado ayer, preparando las fechas para las elecciones y la convocatoria del Parlamento, con el fin de garantizar la amnist¨ªa para los militares y sus seguidores. Las cosas parecen empezar a cambiar. En la calle, prosigue la confraternizaci¨®n de los haitianos con las tropas norteamericanas, en un ambiente bastante relajado en el que se intercambian refrescos, botellas de agua y sonrisas. Los helic¨®pteros se han convertido en objetos de culto. Ir caminando hacia el puerto en pandilla constituye el equivalente de ir al cine. Y la pel¨ªcula que echan a este lado del Caribe tiene mucho suspense.
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