El Bar?a se diluye en el ¨²ltimo minuto
El Gotemburgo remonta en el segundo tiempo un gol inicial de Stoichkov
El Barcelona volvi¨® a poner su talento bajo sospecha ayer en Gotemburgo. Su andamiaje se derrumb¨® despu¨¦s de haber descargado su mala conciencia en un primer tiempo que invit¨® a un mejor desenlace. Despu¨¦s de haber tomado el tacto y la medida del partido, el grupo de Cruyff acab¨® entregado a las oleadas de un rival al que le bast¨® explotar el pase largo para acabar desesperando a la nutrida defensa azulgrana.Fue un partido ganado que se quebr¨® por la borrachera de un grupo sediento de reivindicarse con algo m¨¢s que un resultado. Su obstinaci¨®n por quedar Dien, por reconciliarse consigo mismo, le ceg¨® hasta el extremo de creer que tal vez no lo estaba consiguiendo. El orden estrat¨¦gico y la puntualidad en la ejecuci¨®n de movimientos se desvanecieron por un ansia desaforada de alegr¨ªas atacantes y un par de ¨®rdenes equivocadas. No acompa?¨® el oficio de los m¨¢s veteranos. No hubo, en toda la segunda parte, quien sostuviera el partido. Mal asunto en una plantilla en la que todos piden y se echan a la cara responsabilidades.
El olor de la cocina promet¨ªa ricos manjares. Los hubo, pero los postres desmerecieron todo el ¨¢gape. Con tres partes de prudencia y un cuarto de descaro, el Barcelona encontr¨® la f¨®rmula con la que Ast¨¦rix le par¨® los pies al Imperio romano. El r¨¢cano y derrengado inicio de curso ped¨ªa a gritos 90 minutos de afirmaci¨®n colectiva. La ocasi¨®n, en la Liga de Campeones y en el repleto estadio del campe¨®n sueco, era buena, pero causaba respeto.
Johan Cruyff puso el candado con una defensa de cinco hombres. Pero fiel a su idiosincrasia rehuy¨® la mediocridad y calent¨® el fr¨ªo ambiental de una noche lluviosa con una pizarra con la que se relamieron los j¨®venes golosos de su plantilla, Luis y su hijo Jordi.
Donde hace ocho a?os sali¨® sonrojado el Bar?a y en la competici¨®n en la que es axioma la necesidad de tipos curtidos, el t¨¦cnico aplic¨® su proverbial genialidad y atrevimiento e hizo debutar como titulares a los dos canteranos. El riesgo, sin embargo, estaba controlado. Una muralla humana con Abelardo, Nadal y Koeman en el centro, y un par de piedras, Sergi y Ferrer, en las v¨ªas por las que deb¨ªan llegar los carrileros suecos, apuntalaron un s¨®lido edificio.
El Gotemburgo perdi¨® toda posibilidad de maniobra porque la disposici¨®n t¨¢ctica del Barcelona desactiv¨® la mejor arma sueca, el contraataque. Ante la dimensi¨®n del candado, el Gotemburgo no supo c¨®mo aporrear la puerta de Busquets. El Bar?a, por el contrario, movi¨® con soltura el engranaje para proyectar sus efectivos hacia el latifundio que le qued¨® por delante. Fueron sus mejores minutos. Sucedi¨® cuando los centrocampistas encontraron terreno franco; Hagi, espacio para elegir por d¨®nde recibir, y Stoichkov, para acelerar su zancada.
La p¨®cima mejor¨® sus efectos beneficiosos cuando el propio Gotemburgo le a?adi¨® unas gotas. Las ocasiones azulgrana fueron precedidas por errores de bulto de los suecos. El tembleque local empez¨® con la est¨²pida cesi¨®n de Pettersson a su portero en el minuto 11. Una alta traici¨®n al veterano Ravelli, al que Stoichkov le aplic¨® toda su sed de venganza con un disparo f¨¢cil que adelant¨® al Barcelona y disip¨® las dudas sobre el cariz inicial del partido.
Por vez primera en el inicio de curso el Barcelona le neg¨® la ventaja a su rival. Casi siempre hab¨ªa concedido la iniciativa (Espa?ol) o un gol (Sporting, Racing o Galatasaray). Olsson (m. 13) y Karriark (m. 22) a¨²n dieron ocasi¨®n para que Bakero y Hagi ejecutaran de nuevo a Ravelli. Luego lleg¨® la tempestad.
El Barcelona empez¨® a ceder terreno, no porque se apelotonara atr¨¢s, sino porque su distribuci¨®n dej¨® huecos enormes. El Gotemburgo construy¨® v¨ªas para el pase largo, centros para trabajar el espacio a¨¦reo. Los cambios acabaron por darle la vuelta al panorama. La entrada de Iv¨¢n por Hagi devolvi¨® a Luis a un extremo en el que ya se hab¨ªa extraviado en la primera parte; el de Amor por el propio Luis lleg¨® cuando ya el centro del campo azulgrana hab¨ªa perdido toda su orientaci¨®n y no ten¨ªa mayor misi¨®n que achicar agua. La principal v¨ªa de entrada local se produjo por la zona derecha, en la que la entrada de Wahlstedt fue una mala noticia para Sergi.
El Barcelona acab¨® roto. Concedi¨® ocasiones, enloqueci¨® a Koeman en su obsesi¨®n por reordenar su defensa y acab¨® por entregar la cuchara. El grupo de Cruyff se fue diluyendo con la lluvia. Fue cediendo tanto que lleg¨® a pensar que un empate no era malo y acab¨® perdiendo en el ¨²ltimo minuto. Esas son derrotas de aquellas que dejan huella y hieren la imagen de cualquiera. Marzo, los cuartos de final, queda lejos. Habr¨¢ que ganarse de nuevo el jornal a diario.
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