El auricular
Hubo un peri¨®dico que el d¨ªa en que comenz¨® el debate senatorial sobre las autonom¨ªas hizo del Rey capit¨¢n de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol, trazando una portada donde se le ve¨ªa enhiesto y firme, al lado del grito secular "Espa?a, Espa?a". Yo lo interpret¨¦ al principio, francamente, como un grito de ¨¢nimo deportivo, evocando aquellos d¨ªas felices de los Juegos Ol¨ªmpicos, cuando el Rey talism¨¢n se presentaba en el estadio. Y nuestra selecci¨®n arrasaba. Luego me dijeron que no, que no hab¨ªa competici¨®n alguna y que ese diario alertaba sobre la quiebra de Espa?a que el mencionado debate senatorial implicaba. Y que recurr¨ªa al Rey porque, presuntamente, ya era lo ¨²nico que de Espa?a quedaba. Yo creo, y voy a anunciarlo, que la unidad de Espa?a no corre peligro alguno. La unidad de Espa?a ha sido siempre un asunto auricular. En concreto ' un asunto relativo a las aur¨ªculas del coraz¨®n, all¨ª donde la sangre de los mam¨ªferos bombea y pone en circulaci¨®n la vida. Un asunto del coraz¨®n y la sangre, un asunto serio. Despu¨¦s del debate, la unidad de Espa?a, la unidad ling¨¹¨ªstica de Espa?a, contin¨²a siendo un asunto auricular. M¨¢s auricular que nunca. T¨¦cnicamente auricular. Veamos, si no: ?en qu¨¦ lengua comprend¨ªa Pujol a Fraga?, ?en qu¨¦ lengua Fraga a Pujol?, ?en qu¨¦ lengua hubiera comprendido Ardanza, si Ardanza supiera vasco, a todos ellos? ?En catal¨¢n, en gallego, en vasco? No, se?or. En el auricular, en la traducci¨®n simult¨¢nea de los auriculares del Senado, flu¨ªa s¨®lo una lengua: el castellano. La lengua de mediaci¨®n, la koin¨¦, que, de acuerdo, no resonaba estrepitosamente por todos los lugares del templo senatorial, pero que, a cambio, llegaba dulcemente al o¨ªdo y del o¨ªdo al coraz¨®n, pues. Una cosa muy ¨ªntima, un cautivador transporte.La unidad auricular de Espa?a est¨¢ garantizada. Y ahora, t¨¦cnicamente. Yo he tenido un desahogo, lo confieso.
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